Laila, mi obsesión (4)

Ella solita. Aishite masu.

Laila, mujer de mis noches (IV)

Mi cama era un desierto violeta cuyos límites se difuminaban con la iluminación del atardecer. Un desierto sobre el que aún permanecía la huella de tu cuerpo de ninfa. Ni siquiera había abierto un resquicio de la ventana con la esperanza de intoxicar mi cerebro con los restos de tu esencia en aquel ambiente viciado de sexo y sudor. Permanecía ahí, tendido, con la mirada fija en la puerta que habías cerrado tras uno de tus intensos besos, con tus zapatitos de...

Laila, mi obsesión (3)

Qué rápido aprendes.

Laila, mujer de mis noches: III

Tus enormes y alargados párpados entornados, los labios latentes, entreabiertos, el pelo pegado al rostro, brillante de sudor: el paradigma del sexo escrito en tu cara de niña. De rodillas observaba aquello con fascinación mientras tu pecho subía y bajaba, extenuada como te había dejado.

Me desnudé ante tu atenta mirada. Te recuperabas poco a poco de un placer que no habías conocido antes. Me tendí a tu lado, y sin una palabra, apoyaste tu cabeza, tu pelo de...

Laila, mi obsesión (2)

Siguen conociéndose...

Laila, mujer de mis noches: II

¿Sí? ¿Quién es?-

Sólo oía una respiración agitada al otro lado, parecía alguien sollozando, alguien en apuros.

Álvaro…Álvaro soy yo, soy Laila.- escuché al otro lado, entre suspiros entrecortados. Tú, la niña de voz ronca, te habías atrevido a llamarme y no habían pasado ni dos días enteros desde nuestro paseo inesperado, pero tu respiración extraña me preocupaba.

¿Estás bien?

Sí, no es nada, no te preocupes ¿Podemos vernos, ahora? ...

Laila, mi obsesión (1)

Una adolescente descubre los placeres del sexo de la mano de un hombre que vive obsesionado con su rostro perfecto.

Laila, mujer de mis noches: I

Aún me acuerdo de la primera vez que nos vimos, aunque se que tú no te fijaste en mí. Recuerdo que estabas sentada en el asiento de aquel autobús que te llevaba a tu casa y leías un libro de texto con expresión de interés, quizá repasando alguna lección. No eras más que una niña. Una niña de piernas largas y pechos invisibles, una pequeña gacelita cuya ausencia de curvas ofrecía poco a mis ojos de veinteañero más que experimentado. Sin embargo, cuando una de tus man...

En la alfombra no se puede dormir

Dos chicos muy listos consiguen montárselo con una chica de 18 años. Uno de ellos es su novio, y el otro,el mejor amigo de éste. Además le desvirgan el ano.

Ya era bastante tarde, las 5 o 6 de la madrugada y no nos acabábamos de decidir a volver a casa: Javier había perdido las llaves del chalet de sus padres y no se atrevía a llamar al timbre a esas horas…¡no me extraña! Lauro y yo le hacíamos compañía, en realidad, no queríamos que acabase la fiesta, pero todos los demás amigos se habían ido marchando a lo largo de la noche a medida que rotábamos de bar en bar y allí estábamos, como siempre, Lauro, Javier (su mejor amigo) y yo. Cada vez que salimos pasa...