De la Lluvia y todo lo demás. 11.

Se sentó sobre la mesada y me estiró los brazos. Me acerqué— Cuando me fui y empecé a extrañarte, al primer o segundo día de estar allá, me di cuenta de que hacías todo una buena excusa para abrazarme y te extrañé más.—

Llegué a la galería una vez más. Afuera habían autos, muchos más que los de hace algunas horas atrás. Caminé por el pasillo que ya conocía, pero esta vez estaba lleno de personas. Algunas mejor vestidas que otras y ella en el fondo con un vaso de whisky con hielo en su mano izquierda hablando con una mujer que llevaba lentes oscuros aunque estuviera dentro. Volvi a mirar las fotografías colgantes y de vez en cuando sonreía por obligación a las personas que hacían comentarios. Paloma se acercó con una copa d...

De la Lluvia y todo lo demás. 10.

— Que me querías me dijo tú papá.

— ¿Podemos hablar? — Preguntó Mamá interrumpiendo mi lectura en el sillón.—

— Sí. — Dije mientras me sentaba para dejarle lugar a ella. Sonrió.—

— ¿Queres hablar sobre Lena? —

— Ya hablé. — Cerré el libro y lo dejé sobre la mesa de café. Ella solo quedó en silencio.— Nos separamos porque estaba enamorada de otra persona, yo lo sabía. No pasa nada. — Sentí su mano en mi rodilla derecha.— Miriam te manda saludos. — Agregué mirando su mano.—

— ¿Segura que estas bien? —Asentí con la cabe...

De la Lluvia y todo lo demás. 9.

Casí diez años, pensé y quedé en silencio.—

En el aeropuerto me esperaba Papá. De sweater negro, pantalón de jeans y sus ojos verdes ocultos por lentes oscuros. Me abrazó sonriente.

—¿Mamá no vino?— Pregunté una vez que me soltó. Comenzamos a caminar hacia la salida.—

— No, quedó haciendo fiaca en la cama.— Miré la hora en mi muñeca izquieda, Ocho cuarenta.— ¿Cómo estás vos? ¿Lena por qué no vino? —

—No estoy más con Lena, Papá. — Él hombre de pelo blanco dejó de caminar y mi sonrisa desaparecio.— Hace algunas semanas que terminamos...

De la Lluvia y todo lo demás. 8.

Llamó cerca de las veintitrés horas, para avisarme que estaba viniendo a casa, yo apenas pude decir una palabra.

Miriam abrió la puerta dejando salir al hombre de pelo oscuro y siempre de traje, para que yo entrara. Sonrió como cada viernes por la mañana.

— Buen día. — Dijo mirandome y la sonrisa dejó de existir. Pasé la puerta y por su lado sin decir nada.— Hoy no es por vicio. —

— Olivia me beso.— Dije mirando la ventana de mi derecha. Sentí alivio al decirlo.— No hablamos del tema porque me incómoda. Porque no sé que decir. No sé qué paso aparte del beso.— Afuera había viento, mucho viento. — No está bi...

De la Lluvia y todo lo demás. 7.

En el mismo segundo quedó frente a mi con su mano agarrando la mía, con sus piernas firmes bloqueando el camino y su boca entreabierta exhalando su húmeda respiración...

Me desperté y lo primero que vi fue la cabeza de la profesora sobre mi pecho, sentí su piel en mis brazos que, no sé desde que momento, la abrazaban. Me quedé inmovil, o casi. Los únicos músculos que moví fueron los de la cara para abrir los ojos y para sonreír. Se veía diferente sin los anteojos, aunque ya la había visto, pero no tanto tiempo ni de esa forma. Tenía tres lunares en la nariz y otros dos en la oreja izquierda, en la misma donde le atravesaba una varita de acero quirúrgico. Sentí uno de sus de...

De la Lluvia y todo lo demás. 6.

Primero me molestó porque lo estaba haciendo por lástima, pero la abracé porque lo necesitaba hace nueve años.

No recuerdo exactamente qué decía, pero le estaba contando de mi vida en la ciudad Capital, de mis padres y mi primer perro. Recuerdo que cuando la miré estaba dormida con la cabeza hacia un lado y su brazo aún haciendome de almohada para mi cabeza. Me pegué más a su cuerpo y me dormí.

Desperté y ella me abrazaba, yo sostenía su brazo por si lo sacaba, sus piernas cubiertas estaban enredadas en las mías. Aún dormía y noté que el poco maquillaje de sus ojos se le había corrido. Se escuchaba el viento c...

De la Lluvia y todo lo demás. 5-

— Es todo muy raro porque nos separamos porque Olivia se separó.

Llegamos hasta la casa donde, hace no más de tres semanas, vivía con su novio. Entramos y ella llamó a una empresa de mudanzas. La casa era grande para solo dos personas, había mucho espacio y pocas fotografías. Todas las paredes eran de color crema, en algunos lados la humedad le había ganado a la pintura. No habían libros por ningún lado de la sala y me pareció raro. Me ofreció café, pero preferí no tomar ni tocar nada. Me quedé estancada a cuatro pasos de la entrada.

— No te preocupes, Julian sale...

De la Lluvia y todo lo demás. 4.

— ¿Alguna vez te fijaste en una mujer?. — Alguna vez.

Estaba a punto de dar por hecho que mi semana había comenzado e iba a terminar como la anterior, exactamente igual, pero dos minutos antes de que saliera del consultorio, apareció Olivia. Luciana ya se había ido. Tenía mejor cara, quizás porque había podido dormir, quizás porque había ido a trabajar. Se quedó en silencio en la puerta de entrada y me miró con vergüenza.

— ¿Queres pasar? — Pregunté y ella entró después de tirar la mitad del cigarrillo que le quedaba entre los dedos. Miró toda la sala de...

De la Lluvia y todo lo demás. 3.

Se puso de pie y caminó a la puerta, me miró por última vez y se fue.

Volví a quedar sola en casa. Volví a sentirme acompañada leyendo un libro con una taza de café humeante a un lado. Sin dudas era domingo y se fue demasiado rápido.

Lunes otra vez y otra vez a trabajar. La seguidilla de personas cada una hora volvía a comenzar, y con ellos sus mochilas. Al final del día no volví a casa, tomé un taxi hasta la casa de Lena para saber si Olivia estaba bien. Era raro que después de dos años de conocerla, recién ahora tengamos un poco de comunicación. Se sentía raro. Bajé d...

De la Lluvia y todo lo demás. 2.

Me desperté y sentí un brazo por mi cintura y un cuerpo detrás de mi. Recordé que Olivia estaba en casa y repasé todo lo hecho la noche anterior. Quité ese brazo y salí de la cama. Antes de salir del cuarto tomé mi celular y caminé a la cocina. Llamé a Lena.

Viernes, nueve cincuenta y ya estaba sentada en un pequeño sillón esperando que saliera el chico de siempre y Miriam me sonríera para poder entrar. Esos diez minutos se me hicieron diez eternidades, pero el chico salió y Miriam me sonrió. Entré.

— Hola Ale. — Dijo antes que yo le estampara un sonoro beso en ma mejilla derecha. —

— Hola. — Contesté y caminé directo al diván, y como siempre me perdí un largo rato en la ventana de la derecha. Los árboles se movian, el sol apenas lograba asomarse po...