La última noche del campamento (y 3)
Y si descubres cómo eres, acéptalo y vívelo
-¡¡A ti se te va a poner tiesa la polla como que hay Dios!!
Mónica estaba verdaderamente furiosa, a ese respecto lo decía todo el tamaño de su blasfemia. Marcos estaba vestido con unos pantalones cortos y una camiseta, atado a la silla con la cabeza gacha. Habría jurado que luchaba por no llorar. Los demás estaban como paralizados, y Silvia era la única que intentaba razonar con Mónica:
-Pero ¿qué coño te pasa? Mónica, por favor, ¿te das cuenta de lo que estás haciendo?
Mónica la miró...