De lenguas y amores

De vez en cuando, uno intenta recorrer a la amada únicamente con un sentido. Raramente se consigue, todo hay que decirlo... pero, de vez en cuando, sí.

La lengua es una serpiente, húmeda siempre, que repta y busca y recorre tu piel hasta en sus últimos rincones. Es y debe ser así, puesto que la lengua, en este caso, es mía y tú eres tú. Cambia a cualquiera de los dos y ya no te diré que debe ser así. Pero si ambos nos mantenemos, estoy seguro que debo hablar de obligación, de deber... de necesidad moral, casi.

En todo caso, te lo aclaro, es una obligación con la que no cuesta esfuerzo cumplir. Tu piel sabe a ti, a mezcla de perfume y calor, sala...

De intuiciones y conocimientos

Suele decirse que tiene que haber de todo en el mundo. Cuando "el mundo" es una familia numerosa, ese "todo" puede acabar siendo un tanto triste.

Empezaba a intuirlo, pero creo que lo supe cuando me follé a Ariadna. Las mujeres pueden llegar a ser de goma, tomar las más diversas posturas, hacer auténticas acrobacias con tal de satisfacer a un hombre. Casi podía tirármela mientras me la chupaba, de flexible que era. Deberían hacer obligatoria la gimnasia rítmica. Votaré al partido que lo incluya en su programa.

Empezaba a intuirlo, pero quizá lo supe cuando eché aquel polvo con Beatriz. Aquello sí que fue grandioso. Ocho horas de sexo sin...

El polvazo

Dicen que la vida te regala de vez en cuando un caramelo. Lo malo es cuando el que te toca tiene, al final, un cierto regustillo amargo.

A mí, como soy feo, no me entran las tías. Supongo que a la gran mayoría tampoco, pero es que conozco a un tipo que sí, que se le acercan en las barras de los bares, en la playa, en los autobuses, en los sitios más inverosímiles. Hasta en el supermercado.

Encima, el tío cabrón lo cuenta. Como si fuera lo más normal del mundo. Llega y te suelta:

  • El otro día, frente a los lácteos, se me acerca un auténtico bombón y me dice: "tu leche probaría yo con gusto"...

Suena a fantasmada, desde...

Desórdenes

La naturaleza, pese a ser sabia -o eso dicen-, de vez en cuando se descuelga con algún que otro desorden.

A los trece años, en el colegio, los compañeros me llamaban Toulouse. Por Toulouse Lautrec, el pintor, que padecía elefantiasis en el miembro. Tenía veintidós centímetros de pene, y aún no había dado el estirón. Me lo llamaban porque tras las clases de gimnasia acudíamos a las duchas y yo no sabía cómo esconder aquello. Se reían de mí. Al principio me daban pena, por lo pequeñas que eran sus pollas. Después descubrí que el problema no eran las suyas, sino la mía.

En las vacaciones entre octavo d...

Velada literaria

Los actos literarios no siempre tienen porqué ser lamentables... aunque a veces, lo son.

Acababa de publicar mi primer libro, "Versos de carne y cuerpo", en una editorial humilde que apenas pagaba a sus autores. Pero una primera publicación es importante, me decía, y ya llegarían los buenos tiempos de cheques con siete cifras por una simple lectura.

Estaba presentándolo en una de esas tournées absurdas que se montan para este tipo de eventos: locales en penumbra, más cercanos a garitos de copas que a otra cosa, donde personajes de toda calaña se juntan para tener una experiencia dis...