La primera vez

Nunca pensé que mi recto pudiera darme placer.

LA PRIMERA VEZ

Fue cuando tenía veinte años. Yo volvía a casa con los libros bajo el brazo. Al atravesar el parque, con la puesta de sol, me senté en un banco de piedra a echarme un cigarro. Miraba las nubes rojizas cuando un señor bajito, con bigote, se me sentó al lado.

Me molestó su osadía, pero me tuve que aguantar. Los bancos son de todos. Me miraba insistentemente y tuve que mirarlo yo para que dejara de hacerlo. Pero, en vez de bajar su mirada, o marcharse, me preguntó:

--¿Está...

La punta del diapasón

Fui relleno de sandwich en aquel cuarto oscuro.

LA PUNTA DEL DIAPASÓN

Yo no era hombre de tener novia. Tenía muchas amigas y me follaba a tres de ellas con regularidad. Pero no lograban engancharme, o enamorarme. Porque yo tenía otros sueños. Había soñado una vez con mi profesor de Literatura, un señor bajito y muy viril, con una voz ronca y profunda que al recitar me hacía estremecer. Soñé que me abrazaba y me corrí mojando las sábanas. Mis novias eran una manera de sentirme como los demás hombres. Pero mis sueños me decían la verdad.

...

Cantar de los posaderos

De cómo nuestro caballero / con puntería certera / acertó a la posadera / y de paso al posadero.

Cantar de los posaderos

Proseguía el caballero

Su camino con presteza,

Dolorido, ciertamente,

Y con cierta ligereza,

Pues el sol en el poniente

Ya escondía la cabeza.

Divisando en un loma

De una casa la silueta,

Espoleó su montura

Y presto arribó a una puerta

Que no detuvo al caballo

(pues estaba bien abierta)

y que le condujo a un patio

de posada (a ciencia cierta)

.

Le recibió el posadero

Con saludo y rev...

El emigrante

Era un buen trabajador: su cuerpo lo demostraba. Emigraba a Barcelona y tuve la fortuna de llevarlo en mi coche, aunque sus gruesos muslos me dificultaban el cambio de marcha.

EL EMIGRANTE

Me dirigía en coche hacia Barcelona. Mi mujer e hijos se habían ido a Granada de vacaciones y yo decidí no acompañarlos. En su lugar, quise hacerle una visita a mi primo del alma, afincado en Cataluña y a quien no veía desde hacía años.

Salí por la tarde y, a la altura de Valencia, me sorprendió la noche. Me detuve en una venta a tomar café, pues quería estar bien despierto al volante. Allí se me acercó un chico de unos veinticinco años, moreno y ancho, con barba de...

El vecinito

El hijo del herrero se había convertido en todo un hércules cuando lo descubrí podando la palmera con sus shorts sobre los ojos chispeantes de mi esposa.

EL VECINITO

Mi mujer y yo llevábamos más de un mes sin hacer el amor. Y era por mi culpa. Estaba lánguido y apático y, simplemente, no me apetecía.

Un día llegué una hora antes que de costumbre y quise sorprenderla. Me acerqué por detrás de la casa para pillarla en la cocina donde supuse que estaría. Pero, antes de doblar la esquina, oí la voz varonil y profunda de un hombre que decía:

-Esta palmera no la han podado nunca, ¿verdad?

Me asomé, extrañado, y pude ver al hijo del...

Cantar de algas y ungüentos

De cómo un viril caballero / sufrió de oprobioso infortunio / un buen día de verano / (pongamos que fuera Junio)

CANTAR DE ALGAS Y UNGÜENTOS

Bajo un sol plomizo y justo,

Bordeando un bosquecillo

De chopos y de eucaliptos,

Cabalgaba un buen soldado

De su Majestad, vetusto.

Retornaba, y agotado,

Después de meses

De muy duro batallar.

Le dolían los brazos tanto

De tanto blandir la espada,

De montar las piernas tanto,

Y tanto la frente como las manos

Le sudaban polvorientas.

Por tanto, se iba acercando

Al castillo del Señor,

El...

La tubería

Relato erótico gay.

LA TUBERÍA

Yo vivía en un piso alquilado allá por el 1990. El dueño ocupaba el de abajo, aunque no vivía en él. Venía de vez en cuando a hacer la limpieza.

Era, lo que se dice, un hombre apañado. Un día, mientras hacía mis pesas en el amplio baño, vi por la ventana al dueño en una escalera. Estaba pintando las paredes del patio. Con mis pesas en las manos me acerqué más a la ventana y me embobé mirando su quehacer. Pintaba con fuerza y el sudor le corría por las sienes. Entonces me percaté...