Vicio en el invernadero III
Tras haber sido follado por dos moros, a Alonso se le pasa de todo por la cabeza. Trata de idear un plan, pero no sale como él espera.
¡Lo que le faltaba! Cortarse la mano para no poder trabajar. Como lo vea Jacinto seguro que no lo coge. Se la venda, pero el color blanco de la gasa es demasiado llamativo. Tiene la esperanza de que la herida no sea tan grande como aparentaba y que una simple tirita le baste para el día siguiente. Pero no, cuando se levanta se resiente por los nudillos y al quitarse la venda aprecia que se ha hecho un buen tajo. La opción que le queda es llevarla oculta en el bolsillo. Ya en la puerta de la oficina del INEM...