La historia de Chema V: complicaciones

Chema se ha acostado con Chuso y con su hermano, pero el pequeño piso aún da mucho de sí.

La noche siguiente Sito tenía la esperanza de que ocurriera de nuevo, pero Chema no estuvo por la labor y él lo dejó pasar. Sin embargo, resistir una segunda noche era demasiado para él, y más sabiendo que las dos siguientes Chuso no trabajaba. De nuevo se encontró con el rechazo de su hermano, pero Sito no estaba dispuesto a que éste se saliese siempre con la suya.

-¿Por qué tiene que ser sólo cuando tú digas? -indagó-. Esto es cosa de dos, ¿no crees?

-Ya, Sito, pero creo que esto que hacemos n...

La historia de Chema IV: todo llega

Chema se ha follado a su mejor amigo, pero la cosa no ha ido del todo bien. Menos mal que aún le queda su hermano...

Cuando Chema entró en casa la canción de moda sonaba a todo volumen alterando la tranquilidad que romper un cristal le acababa de conceder. Fue raudo al dormitorio de su hermano para que la apagara, y al abrir la puerta se le encontró haciéndole una mamada a su novio.

- Acho , ¿qué haces aquí tan pronto? -le preguntó sobresaltado apartándose veloz.

Sin embargo, Raúl ni se inmutó, dejando ver un enorme pollón tieso apuntando al aire brillante por la saliva de Sito. El chico, lejos de querer...

El socorrista chulito

Un tío que se hace el duro pero que acaba recibiendo polla por todos lados.

Por razones que narraré en otro relato para no hacer este muy largo, tuve que pasar gran parte del mes de julio en Madrid. Allí vive Javi, mi mejor amigo y amante desde hace años. Yo estoy casado con una mujer, pero siempre saco huecos para poder estar con él. Y esa era mi intención el mes pasado, pero tuvo que irse fuera de España por trabajo y yo me quedé compuesto y sin polvo. Podría haber esperado a que volviera para desfogar, pero el mundo se puso en mi contra enviándome tíos follables en forma de port...

La historia de Chema III: una mente retorcida

Ni él mismo se cree de lo que es capaz de llegar a hacer.

Al día siguiente parecía que la naturalidad había vuelto, al menos para Chuso y Juan Ramón, ajenos a lo que había ocurrido en el cuarto de al lado. Chema ya se ocuparía de eso, porque lo que ahora le irritaba era ver a su mejor amigo con ese tonteo pueril que le ponía de los nervios. El rudo y machote ahora se le antojaba frágil y ñoño; irreconocible.

-Pues el finde que viene nos vamos a esquiar -dijo ilusionado.

“¿Y cuándo coño has querido ir tú a esquiar?”, pensó Chema.

-¿Por qué no nos...

La historia de Chema II: estigmas

Los encuentros con su padre marcarían la personalidad de Chema. Ahora llegaba el turno de su hermano...

A pesar de todo lo que le había contado su progenitor, Chema persistió en su idea de trabajar en el campo. Se acordó del tal Jacinto que había nombrado y preguntó a quien pudo hasta dar con él. Al ver su interés el empresario le contrató consciente de que el zagal sabía lo que buscaba. Recuerda el primer día con nervios y ansiedad, pues comenzó la jornada recogiendo calabacines como si de una recolecta corriente se tratara. Hasta la hora de la comida no ocurrió nada destacable, llegando a la conclusión de q...

La historia de Chema I: regalos de cumpleaños

Precuela / secuela de uno de los personajes de "Vicio en el invernadero". No apta para todos los públicos, pues se cuenta su época adolescente.

Ese día apuntaba a ser como cualquier otro: trabajo, casa, gimnasio, casa otra vez… No esperaba recibir ningún regalo, ni tampoco él mismo se daría algún capricho. Pocas veces había pensado en cómo llegaría a cumplir los treinta, pero desde luego no de esa forma. Chema se había quedado solo, y solo pasaría el día de su cumpleaños. No recuerda ninguno feliz, aunque sí especiales, pero no necesariamente en el buen sentido de la palabra. Sí que podría destacar alguna celebración en los cuatro últimos años, jus...

Vicio en el invernadero: Anexo

En ese pueblo hay demasiado mariconeo como para pasarlo por alto, ya sea fuera o dentro de los invernaderos.

El Cañizo había sido capataz de Jacinto durante años, y en ese tiempo fue cómplice de las aventuras de su jefe. ¿El motivo? Que éste le pilló una vez follándose a un ecuatoriano en uno de los invernaderos, y en vez de despedirle, se aprovechó de una posible amenaza de contarlo a alguien si él mismo le guardaba el secreto, así que le hizo compinche de sus andanzas. Pero como siempre existen jerarquías, cada vez que el empleado creía tener una oportunidad de taladrar un ojete, el jefe se apoderaba del “afortu...

Vicio en el invernadero V (Epílogo)

Final de la historia.

Durante esos días desde que Chema y Alonso se marcharon, Chuso echó de menos a su mejor colega. No es que hicieran grandes cosas juntos, pero era el único de su edad que quedaba en el pueblo que no era ni moro, ni negro, ni gitano, ni “panchito”. Por eso, para el fin de semana siguiente no dudó en ir a la capital a hacerles una visita. Chema abrió la puerta y se abrazaron cariñosamente. Se sentaron con un par de cervezas para ponerse al día. Al rato llegó Alonso, a quien saludó chocándole la mano a modo de...

Un polvo

Dos tíos se conocen a través de una App, y tras varias sesiones de sexo virtual deciden quedar para echar un polvo de verdad.

-Estás muy callado, ¿ocurre algo?

-Es que… pareces un poco diferente al de las fotos de la App.

-Pues te aseguro que soy yo. Mira, aquí las tengo en el móvil.

-Si no digo que no, pero…

-Todos ponemos las fotos en las que mejor aparecemos, ¿no?

-Ya, las gafas de sol suelen sentar bien.

-Y el pelo lo llevo diferente, y no estoy tan moreno… Pero vamos, que si quieres irte lo entiendo, no pasa nada. Al menos has sido sincero.

-Gracias por ponérmelo fácil. Si quieres nos...

Vicio en el invernadero IV

El murciano se queda con las ganas de montárselo con el moro, pero aún le queda su jefe, que además de follarle le paga por ello. Y luego está ese atractivo empresario que tanto interés tiene en el zagal.

Alonso encontraba más justos los cien euros por dejarse follar o chuparle la verga a su jefe hasta que se corriera en su cara, sobre todo porque si no cobraba lo mismo que el moro, y éste lo único que hacía era poner el culo.

-Me sigue pareciendo poco -insistía.

-Pero maricón, si tú lo disfrutas tanto o más que yo.

-Ya, pero el moro…

-Mira, muchacho -le interrumpe-, ya sabes lo que hay, nadie te obliga a venir.

En parte tenía razón, así que el zagal se mordió la lengua callándo...