Soy un Sugar Daddy
Patricia era pequeñita y menuda, pero con todo muy bien puesto. La alcé y la deje de pie en el asiento del probador. A esa altura sus perfectas tetas quedaban a la altura de mi boca. Le quité el polo y mis manos se aferraron a su culito, pequeño, infantil, delicioso. Mis manos abarcaban ambas nalgas y mis dedos se metían entre sus piernas sobando lascivamente por encima del pantalón su coñito, mientras mi boca succionaba sus pezones y mi lengua lamía sus tetas.
Como todos los miércoles desde hacía ya un par de años llegaba al mismo centro comercial, aparcaba en la misma planta y en la misma plaza de garaje, agarraba mi carrito y me iba a hacer la compra para pasar la semana. Hasta las cajeras de esa gran superficie ya me conocían, según me veían llegar alguna me regalaba una sonrisa a la que yo le correspondía. Incluso ya asociaba muchas caras a esos miércoles, caras de clientes, personas jóvenes y no tan jóvenes. Esa gran superficie, era como una pasarela donde m...