La historia de muriel
Fue un regalo y se convirtió en uno de los grandes amores de mi vida.
¡Joder mujer! Me dejas sin aliento, exclamó Andrés al momento de recuperar la calma después de haberse desplomado desfallecido sobre la cama, luego de un intenso y prolongado orgasmo.
¡Ven acá, a tu lugar!, me dice, señalando su hombro derecho para abrazarme, -ese lugar de su anatomía es mi sitio favorito-, mientras inhalaba profundamente su cigarrillo electrónico ya que había dejado de fumar tabaco.
Relajado y más sonriente de lo habitual, suspira, sonríe y de pronto me mira y me pregunta d...