Historias de la plantación - La negra blanca
Adquiriendo la bastarda de un rival para enseñarle cuál es su lugar
Ando ya mayor, ¿qué duda cabe? Viejo, incluso. He de serlo si recuerdo los buenos tiempos, aquellos días civilizados en que la valía de un hombre podía medirse por el número de negras destinadas a lamer su verga, y su prestigio por cuántas ponía a disposición de los honorables miembros de sus invitados. Por aquel entonces la hospitalidad era la clave de las relaciones, y no había nada más hospitalario que ofrecer a tu huésped una o varias mozas de alcoba de buenas hechuras para que le templen el frescor de...