La Perra. Capítulo I.

Lo vi venir con un vago que momentos antes dormía en un banco, se sentaron a mi lado y me hizo poner al medio, -chúpalo- me ordenó

Al guatón Peñaloza no le quedaba bien, era el típico hombre que no estaba acostumbrado a llevar terno, no se veía cómodo, se movía como si esa chaqueta desgastada que llevaba puesta le apretase no sólo los hombros sino toda su humanidad, parecía ladearse en cada movimiento. Caminando a esas horas por la avenida Pedro Montt, tomada de su brazo, pasábamos por un padre e hija amorosos perdidos en el bullicio del mediodía de Valparaíso, pero Peñaloza no era mi padre, la primera vez que había usado mi cuerpo yo...

El Gran Ultraje

Sabía que era su fiesta, yo sólo estaba allí para cuando quisieran usarme, ese era mi lugar y mi rol, prestar mi cuerpo, para darles placer cuando quisiesen.

Cuando Mariela, una de las mejores amigas de mi madre, mujer mayor de unos sesenta años, me dijo que necesitaba hablar a solas, imaginé que tendría algún problema legal que no podía comentar abiertamente, no le di mayor importancia y contesté que pasaría el mismo día por su casa, lo cual además me permitía visitar a mi madre que hace un tiempo no veía. Al llegar me hizo pasar mirándome de arriba abajo y tomando mi mano me hizo girar sobre mí misma diciéndome que estaba exquisita, por la sorpresa que me caus...

Pasando límites

-ahí esta la puta- fue todo lo que alcance a oír, Alex se abalanzó sobre mí, sus manos recorrieron mi cuerpo sobre la ropa, sin hacer caso alguno a mi rechazo, me arrojó de golpe sobre el sofá

Roberto, el compadre de mi padrastro no me había visto desde la muerte de este y al encontrarnos casualmente no tardó en invitarme a su casa, yo sabía lo que ello significaba y sólo pensarlo me excitaba, era un pervertido de marca mayor, por lo que no dejé de escribirle durante esa semana, provocándole algunas veces, rogándole otras, pero parecía no importarle y esa indiferencia me enrabiaba, le enviaba fotos, le insistía, pero nada parecía convencerlo, me frustraba pensar que había perdido su interés en mí...

Haz aquello que no has hecho

-tú quieres seguir- me dijo, yo sólo seguí bailando y provocándolo, me indicó que me sentase a su lado, -quiero que hagas lo que no has hecho- y yo sabía que era aquello...

Estaba a su lado conversando como una más de todos quienes estábamos allí, su convalecencia nos había reunido a todos, disimuladamente me acerque hasta quedar en su cama, me acerque a su oído, con todos conversando no resultaba raro que le hablase de ese modo - todavía te gustan mis tetas- y se dio vuelta afirmando con su cabeza, -y mi culito- , me miró e hizo un gesto para que acercara mi oído, - pa’ romperlo y azotarlo - murmuró, lo vi sonreír, sabía que pese a todo se excitaba al escucharm...

Orgía en Familia

El desconcierto se apoderó de mí, se encontraban bebiendo Álvaro que era gemelo de Sergio, don Roberto que era un vecino aún mayor que mi padrastro, Jaime mi medio hermano de sólo diecinueve años, y Pato que era el hijo de mi hermana mayor,

Desde que tuve relaciones sexuales con mi padrastro a eso de los veinte años, nunca dejamos de mantenerlas, eran relaciones permanentes pero esporádicas, nunca deje de excitarme con la circunstancia casi filial entre nosotros, ni con la forma de pervertirme con cada una de sus ideas sexuales, verlo ahora bastante demacrado, representando mucho más de los sesenta y cuatro años que cargaba, con su piel seca, arrugada, faltándole dientes y con un aspecto totalmente desaseado, contándome las implicancias sexual...

Los chicos del chat

Era de los pocos a los que en el chat había accedido a darle mi WhatsApp, realmente me había calentado y al conectar la cámara y darme cuenta que no estaba sólo mayor fue mi excitación

Era de los pocos a los que en el chat había accedido a darle mi WhatsApp, realmente me había calentado y al conectar la cámara y darme cuenta que no estaba sólo mayor fue mi excitación, y mayor aún al saber que eran hermanos, ese día además de acabar para ellos acordamos juntarnos para hacer realidad todo aquello que habíamos fantaseado. Los días que siguieron apenas podía trabajar, mi WhatsApp no dejaba de vibrar -Eres bien sucia putita- , - *Me hice una buena paja viendo ese culazo que tienes. Te lo...

Mi dueña

Al despedirnos, me dio un beso prometiéndome usarme nuevamente.

Estaba en plena reunión, y el vibrador del teléfono hizo su interrupción repentina, insolente, desvergonzada, sacándome del estado de sopor que las cláusulas contractuales producen al revisarse, -¿estas puerca asquerosa? , de un sobresalto que no pudo dejar de notarse me acomodé en mi silla, cruce mis piernas pues, mi número no lo utilizaba para mis menesteres sexuales y por otro lado el tenor del mensaje amenazaba con provocar una corriente vaginal guardada hacía muchas semanas de abstención sexual. ...

Porqué me gusta el sexo anal

Yo lo quiero, ellos lo quieren….hoy me van a reventar el culo.

Porqué a la mayoría de los hombres les atrae hacerle la cola a una mina, qué hace que a una mujer le guste el sexo anal. Estas fueron las preguntas que entre todos los mensajes de del chat erótico que frecuento, llamaron mi atención y quedaron dando vueltas en mi cabeza.

Tumbada en la cama del hotel, mi mano rozaba suavemente mi conchita entregándome esa sensación de estar pronta a llegar al orgasmo pero no llegar nunca, la pregunta se particularizaba en mi cabeza, porqué me gusta tanto el sexo anal,...

Despedida de solteros

Puso mi abrigo sobre mis hombros y nos dirigimos a la salida, eran más de las ocho de la mañana, me habían culeado toda la noche y aún esperaba a mi cuerpo un largo día con Ramiro.

Al llegar e ingresar al local, me topé de frente con el grupo, eran unos quince, de edades variadas pero todos tenían en común aquellos rasgos que denotaban su pertenencia a las clases sociales bajas, sus ropas, su forma de comportarse, la algarabía que sobrepasaba el volumen de la música del local, todos acariciaban indistintamente los cuerpos de las chicas que los atendían, algunos se levantaban para concurrir acompañados al baño, de donde volvían haciendo gala de las aptitudes sexuales de la chica que le...

Canera

El auto volaba con la música a todo volumen mientras celebraban su libertad recién obtenida, el olor a preso, entre marihuana, humedad y orina que brotaba de sus cuerpos había impregnado el interior del vehículo pese al aire acondicionado, iba aprisionada en medio del asiento trasero, por el Yepo, un joven de diecinueve años que conocía desde hace dos y que en más de una oportunidad había pasado por entre mis piernas

El auto volaba con la música a todo volumen mientras celebraban su libertad recién obtenida, el olor a preso, entre marihuana, humedad y orina que brotaba de sus cuerpos había impregnado el interior del vehículo pese al aire acondicionado, iba aprisionada en medio del asiento trasero, por el Yepo, un joven de diecinueve años que conocía desde hace dos y que en más de una oportunidad había pasado por entre mis piernas, y el Gato a quien había visto en la audiencia por primera vez, escuchaba a aquel pavonears...