Mi primer castigo
Sí, mi primer castigo que no mi primera doma.
Sí, mi primer castigo, que no mi primera doma.
Hacia unos meses que había conocido y me había entregado a mi Amo reconociéndole como tal y manifestandole mi obediencia. En el fondo pensaba que algunas de las condiciones que imprlicaba tal entrega formaban parte de un protocolo elástico ya que al residir a unos 75 km de distancia y ser dos personas casadas sería difícil el control total y por tanto la obediencia ciega en el día a día. Pude comprobar que en estas relaciones se evidencía el refrán que di...