El camino de Laika III
... Convertida definitivamente, en lo que era.
Primero fueron las palmadas en mis nalgas, cada vez más fuertes, después de haber comprobado una vez más su consistencia y mi estdo de dilatación anal, con sus propios dedos. Cuando abrió su armario y vi la fusta sabía que me esperaba. Los golpes caían sin un ritmo fijo, había pausas y masajes y yo esperaba el próximo golpe, en mis espalda o en las nalgas, cada vez más calientes y hambrientas, pero lo que más me excitaba era ver mi propia imagen en aquel enorme espejo, mi cuerpo desnudo, sacudiéndose en cad...