Alimentando un inmigrante con la leche de mi pecho
Una mañana un joven hambriento llego a mi casa, sin ningún centavo y desamparado, quise darle ánimos y fuerzas para seguir con su duro viaje así que decidí convertirlo en hombre.
Esa mañana me levante temprano a ver las noticias, acompañada de una taza de café que calentaba mis manos. El día estaba particularmente frio algo muy poco común que ocurriera en época de verano. Disfrutaba un poco de la inédita calma que irradiaba en la casa. Mis hijos estaban de visita semanal en casa de su padre, probablemente pasarían el fin de semana con él y yo podría disfrutar de unos días de descanso que ya me merecía, de todas sus peleas y alegatos. La única que se quedó conmigo era mi pequeña, ape...