Zorra de Bar
El camarero me metía mano a su antojo, mientras mi marido esperaba ajeno a todo, en el piso de arriba.
Había comenzado a trabajar hacía unos pocos meses, en una pequeña tienda, de productos gourmet, en la que yo era la única dependienta. Y aunque muchos de mis amigos pensaban que estaba loca, por trabajar tantas horas, a mí, tengo que decir que me encantaba ese trabajo.
Antes de abrir por la tarde, siempre me pasaba a tomar un café, en un bar que quedaba frente a la tienda.
Dicho bar era muy pequeño, y estaba distribuido en dos plantas. En la inferior, había que bajar unas empinadas escaleras has...