Entregada al jefe de mi marido
Como poco a poco, casi sin querer hacerlo, me voy metiendo en un juego cada vez más peligroso. La seducción de un hombre mayor que además es el jefe de mi esposo.
—Cariño, si me pongo ese vestido, voy a tener toda la noche al pesado de Don Ramón, detrás de mí como a un moscón, —protesté riéndome.
—Pero si a ti te encanta que los hombres te miren, —respondió mi marido.
—Te aseguro que no en el caso de tu jefe. Se pone demasiado pesado.
—¡Déjalo que disfrute! Mujer, —dijo mi marido sonriendo—. Así se le dulcificará un poco el carácter, que cada vez que cumple años, no hay quien lo aguante.
—Ya… sin embargo, es luego a mí a la que me toca aguanta...