Deseo...
Mi concuñado volvió a girar, me dio vuelta, exigió que me pusiera de rodillas, que levantara el trasero, y antes que pudiera preguntar para qué introdujo el miembro en el asombro de mi vagina, con tanta fuerza que a pesar de mis seis hijos y de las cientos de veces de recibir a mi esposo a lo largo de los años sentí como si acabara de desvirgarme, tal vez porque sólo entonces tomé clara conciencia de que un hombre, un macho, un padrillo, me ponía en el lugar de hembra y me hacia tragar la tierra que dominaba por orden de Dios. Entonces dejé de lado el amor y recuperé el odio, la rabia, la necesidad de herir y matar, y si él empujaba para invadir mis entrañas yo retrocedía y apretaba los músculos vaginales para troncharle la hombría, y si sus manos estrujaban mis pechos yo le clavaba las uñas en los testículos, y si él aullaba de placer yo le respondía con gritos de gozo, hasta que ambos explotamos en el génesis que nos construyó el universo exclusivo de los dos.
DESEO
Soy una mujer mayor, con la vida hecha, viuda reciente, madre de seis hijos, abuela de catorce nietos e inminente bisabuela, y quiero confesar que sólo conocí el sexo en sus justas y precisas dimensiones cuando estaba cerca de los cincuenta, o sea veinte años atrás, al culminar la etapa de la plena madurez. Hasta ese momento increíble me consideraba alguien a la altura de los acontecimientos, capaz de andar por el mundo con el andar seguro de quienes supieron sacar jugo a la oportunidad de...