El viejo sacrílego

Cuando creemos que no se puede caer más bajo, siempre viene alguien que nos sorprende. Aviso: relato gay no apto para creyentes.

El viejo sacrílego

Cuando me ven pasar por la calle, camino de la iglesia del brazo de mi mujer, nadie podría ni imaginar lo vicioso que soy en realidad. Dicen que todos tenemos dos caras, y en mi caso ésa es una verdad como un templo. Y es que ni siquiera los que me conocen más cercanamente pueden dar fe de la naturaleza más íntima de mis pensamientos.

Mientras paseo junto a mi esposa, los vecinos del pueblo me saludan cortésmente y me sonríen afables. Si pudieran leer, en cambio, mis pen...

Querido hermano:

Desde que entré a trabajar en esta casa, los dueños insisten en invitarme a su cama. En mi lugar, ¿tú qué harías?

Querido hermano:

¿Cómo te va? Desde que mi mujer y yo vinimos a este país casi no tengo noticias tuyas. En realidad te escribo porque tengo un problema, una preocupación que no me deja casi ni dormir. Ya sabes que desde que llegamos aquí hemos tenido muchos aprietos. Aunque trabajo no nos ha faltado, nos ha costado adaptarnos a las costumbres de aquí, que son muy diferentes a las de nuestra pequeña aldea. En el último año tuvimos que cambiar varias veces de trabajo y hasta llegamos a pensar en v...

En la guarida del ogro

Un inocente bibliotecario cae en manos de un hombre maduro obsesionado con los instrumentos de tortura. Este pondrá a prueba los límites de la resistencia de su joven cuerpo.

El joven bibliotecario estaba concentrado en la pantalla del ordenador y no vio llegar al hombre. Era un señor de unos cincuenta años, de complexión robusta y cabello parcialmente encanecido. Un bigote y una barba cuidadosamente recortados completaban un rostro ancho con una expresión de seguridad y afabilidad a partes iguales.

-Quería devolver este libro- indicó secamente. El acento de su voz lo delataba como extranjero, europeo quizás.

Roberto, el bibliotecario, intentó disimular su embar...

Primer amor

Por las noches, cuando estás dormido él entra por la ventana y se mete en mi cama.

Por las noches, cuando estás dormido

él entra por la ventana y se mete en mi cama.

Con sus pies de algodón es imposible que te des cuenta.

Desnuda mi cuerpo y aparta mis piernas,

va derecho al grano.

Luego me susurra palabras que tenía olvidadas,

de cuando las palabras lo eran todo.

Mi cuerpo se ablanda y lo acoge en su seno

como una madre protectora.

Su sable se despliega y rasga la oscuridad en mil colores.

Después besa todo mi cuerpo como si no...

Me trataron como a un perro (4 y ultimo)

Fin de fiesta. Los amos siguen calientes y nos han guardado lo mejor para el final. Si hubiera sabido lo que pretendían hacerme, habría huido corriendo,... ¡y sin embargo lo disfruté como un perro!

Me trataron como a un perro (4 y último)

De todos los recuerdos de aquel fin de semana, el más intenso, el que vuelve una y otra vez a mi cabeza es la imagen que tengo de nosotros tres, los chicos metidos a perros, huyendo por la calle, libres ya de nuestras cadenas, terminando de recomponer nuestras recuperadas ropas, corriendo sin ni siquiera atrevernos a mirar atrás. En nuestra huida, cada uno tomó una dirección distinta; el instinto nos impulsaba a separarnos en un intento de borrar de nuest...

Me trataron como a un perro (3)

Soy un perro y debo darle gusto a mi amo, aunque él se complazca en humillarme. En este capítulo, nuestra pequeña orgía de hombres y perros es interrumpida por un joven adolescente que no sabe donde se mete.

Me trataron como a un perro (3)

Intentaré narrar con la mayor fidelidad posible todo lo que terminó de sucedernos a mí y a mis amigos aquel fin de semana, a pesar de que la experiencia me resulta aún demasiado turbadora como para detenerme en ella con la serenidad necesaria.

Recordaré que me encontraba en aquel caserón apartado junto con mi mejor amigo Mario y un chico negro, Tony, al que acabábamos de conocer. No estábamos solos; nos acompañaban los tres hombres que nos habían contratado....

Me trataron como a un perro (2)

Continúan las aventuras de los tres chicos obligados a comportarse como perros. Sus viciosos amos convierten la reunión en una verdadera orgía.

Me trataron como a un perro (2)

Las horas pasaban rápidas en aquel lugar apartado. Me encontraba completamente desnudo pero no sentía frío. La noche era espléndida y una brisa cálida acariciaba mi piel. Intenté ponerme en pie sin caer en la cuenta de que aún continuaba atado de pies y manos. La única forma de ponerme en marcha era hacerlo a cuatro patas, así que eché mis manos al piso y erguí el trasero. Mientras me acercaba a la casa, desde la que se oían voces y risas, me iba resintiendo de lo...

Me trataron como a un perro (1)

Dos amigos acceden a cambio de dinero a pasar un fin de semana con unos hombres de más edad que les obligan a seguir un juego de dominación y humillación que los llevará cada vez más lejos.

Me trataron como a un perro (1)

No puedo sentirme orgulloso de haber participado en algo así; nadie debería permitir que le trataran como me trataron aquellos hombres, ni que le obligaran a hacer las cosas que hicimos aquel fin de semana. Y lo que más me avergüenza, tengo que reconocerlo, es que no sólo lo disfruté, sino que todavía hoy, cada vez que lo recuerdo, me produce tal excitación que tengo inevitablemente que masturbarme, tras lo cual termino aún más avergonzado.

En aquella experie...

Viernes por la tarde

Una tarde a solas sin tu mujer es una oportunidad demasiado buena para desaprovecharla. Todos sabemos que cuando sientes la llamada del instinto, eres capaz de cualquier cosa con cualquier persona y en cualquier lugar.

¿Quién podría sospechar que tras esa fachada tuya de hombre casado respetable se esconde la personalidad de Gladiador , el alias con el que sueles acceder, cada vez con mayor frecuencia, a cierto chat gay? Eres un hombre ya adulto y se supone que hace tiempo sentaste definitivamente la cabeza, que ya no deberías cometer locuras, y sin embargo

Es viernes por la tarde, y tras despedir a tu mujer, quien va a estar fuera de casa todo el fin de semana, te ha faltado tiempo para empezar a hacer p...

Resolviendo diferencias

Dos hombres resuelven sus diferencias entregandose a una pasión sin limites en un escenario insolito.

Jose Luis se miraba en el espejo de la habitación de invitados y no salía de su asombro. ¿Qué habría visto aquel hombre en él? De acuerdo, era alto y bien formado, y de joven había sido deportista, pero hacía largo tiempo que sus obligaciones profesionales le habían ido alejando del gimnasio. Además, los acontecimientos del último año habían supuesto una multiplicación de sus responsabilidades. No, realmente había tenido muy poco tiempo para ocuparse de sí mismo.

Miró su cara. Era una cara agrad...