El viejo sacrílego
Cuando creemos que no se puede caer más bajo, siempre viene alguien que nos sorprende. Aviso: relato gay no apto para creyentes.
El viejo sacrílego
Cuando me ven pasar por la calle, camino de la iglesia del brazo de mi mujer, nadie podría ni imaginar lo vicioso que soy en realidad. Dicen que todos tenemos dos caras, y en mi caso ésa es una verdad como un templo. Y es que ni siquiera los que me conocen más cercanamente pueden dar fe de la naturaleza más íntima de mis pensamientos.
Mientras paseo junto a mi esposa, los vecinos del pueblo me saludan cortésmente y me sonríen afables. Si pudieran leer, en cambio, mis pen...