Chico triste, hombre solitario (6ª parte y última)
En la traca final de esta historia de placer y morbo afloran además algunos sentimientos
Hacía unos diez minutos que te habíamos dejado solo en la ducha, mientras te aseabas un poco de todos los fluidos con los que habíamos decorado tu joven cuerpo, cuando reapareciste por la cocina, aún desnudo, de nuevo deseando ofrecerte y humillarte para nuestro placer. Te pusimos agachado a nuestros pies y mientras charlábamos y comíamos sentados, nos entreteníamos acariciándote la cabeza, estirándote un pezón o dándote alguna palmadita en la jeta.
Tu boquita abierta era una invitación para meter cos...