Puta la madre, puta la hija (3ª parte).
"De tal palo, tal astilla: puta la madre, puta la hija", es lo que escuché en el velatorio de mi abuelo de boca de las beatas del pueblo en que nació mi madre. Iba a demostrarles lo que una auténtica puta es capaz de hacer.
DE TAL PALO, TAL ASTILLA: PUTA LA MADRE, PUTA LA HIJA (3ª parte).
Eran las diez de la mañana cuando por fin llegamos a la Iglesia, ubicada en medio de una ancha avenida denominada, según mi madre, “calle grande”. A pesar ser tan temprano, el calor ya se hacía notar. En la puerta de la Iglesia, de estilo románico con un frontal de piedra de color gris, había varios hombres charlando. Mientras caminábamos hacia la entrada, me fijé en que todos ellos portaban brazaletes negros. Algunos llevaban una v...