Zorras fiambres

Relato de un hombre que se enfrenta a ciertos problemas con sus ligues a la mañana siguiente de habérselas follado.

Es noche cerrada. Doy vueltas con el coche, sin saber muy bien adonde ir, o qué coño hacer. Estoy borracho. Tal vez busco, en mi inconsciencia, que algún poli me pare, y así poder liarme a hostias con él y acabar entre rejas. Pero en lugar de eso me encuentro a una tía. Está parada en una esquina, apoyada contra la pared, fumando con la mirada perdida. Tiene pinta de ir algo drogada. Me pregunto si es una puta. Se lo pregunto desde el coche y me dice que no, que simplemente le gusta estar allí, fumando a solas. La invito a subirse, "¡nos vamos a divertir, nena!" le digo; ella se lo piensa unos instantes, y acaba subiendo al coche. Le pregunto donde le gustaría ir, y dice que a su casa, que recuerda tener algo de alcohol en la nevera. El plan me parece bueno, así que arranco el coche y nos dirigimos para allá.

Llegamos a su casa. Se trata de un piso pequeño, casi un antro. Hay ropa y cantidad de mierda tirada por todos lados. Sin querer piso unas bragas, que parecen bastante sucias. Le pregunto por el alcohol. Ella me invita a pasar a la sala (un cuarto minúsculo, apenas un sofá desvencijado, un televisor y un par de sillas), y se dirige a la cocina. Cuando vuelve, trae una botella de whisky medio vacía y un par de vasos. Nos sentamos en el sofá y nos bebemos el whisky a pelo, en un silencio apenas interrumpido por alguna típica gracia mía de borracho. Ella parece más interesada en el whisky que en mi, pero cuando le empiezo a meter mano se deja hacer. La sobo durante un rato, y cuando veo que por fin se me pone dura nos vamos al dormitorio. Nos desnudamos rápidamente y empezamos a follar; yo encima de ella, resoplando, gruñendo y diciéndole todas las cosas que se me pasan por la cabeza: perra, zorra, puta apestosa.... Ella me las devuelve todas, furiosa. Al cabo de un rato, y de muchas embestidas, logro correrme. Ella no lo sé. Lo último que recuerdo es quedarme dormido sobre sus tetas, con una sonrisa de borracho pintada en mi cara.

Me despierto porque los rayos de sol me dan en la cara, a través de la persiana. Estoy tirado en la cama, y de la tía no hay ni rastro, solo estoy yo y las sábanas que apestan a sexo. Me levanto, pero pronto tengo que sentarme, la cabeza me da vueltas. Debo de ir todavía borracho. Tengo un buen dolor de cabeza y la polla tiesa. Salgo de la habitación y busco a la chica, para ver si consigo un polvo de propina. Pero no está en la sala ni en la cocina. Me empiezan a entrar ganas de mear, así que me dirijo al baño.

¡MIERDA MIERDA Y PUTA MIERDA! Menuda jodida escena. Ella está allí, tirada en el suelo, en medio de un gran charco de sangre. Joder joder, joder, joder, joder. ¿Por qué coño me tiene que pasar esto a mí? ¡Putísima zorra! ¿Estará muerta? Desde luego no tiene pinta de respirar. Simplemente está allí, inerte, con los ojos abiertos, dilatados por alguna macabra sorpresa. ¿Y qué coño hago yo ahora? ¿Llamar a un médico? "Doctor, doctor, la zorra que me follé anoche esta tirada en medio del baño, y parece bastante fiambre. ¿Podría ayudarme? ". Hostia puta.

Salgo a toda pastilla de allí. Logro acordarme a tiempo de vestirme, no se qué pensar, no puedo pensar nada. La muy hija de puta se ha suicidado. He sido su último polvo. Salgo como puedo del piso, a la calle. Me tambaleo por la acera. La gente me mira con cara de asco y me toma por borracho, pero ya no lo estoy, la borrachera ya se me ha pasado. Tan solo estoy resacoso y muerto de miedo. Joder, estas cosas solo me pasan a mí. Empiezo a correr como un esquizofrénico, aparto a empujones a la gente, choco contra ellos, me gritan. Pero en este momento me da igual, sencillamente no los veo. Solo quiero escapar de esta pesadilla. Me empiezo a reír. ¡Pues claro que sí, coño! ¡¡Sólo es una pesadilla!! ¡Una pesadilla! Solo una pesadilla. Vamos, despiértate. Pellízcate o algo. Tú sigues en la cama, estás roncando, y ella duerme a tu lado. Verás como te despierta con una mamada. Tú concéntrate. Pero toda esta mierda parece muy real, ¿no? Todo es demasiado real. El maldito cadáver parecía real. Tío, te estás volviendo chiflado. Sigue así y acabarás en el manicomio. Reacciona. ¡REACCIONA, JODER!

No hay manera. Llego, no sé cómo, a un pequeño parque, y atino a sentarme en un banco. Tengo la cabeza entre las manos, miro al suelo, al cielo, al suelo otra vez. Me falta el aire. Respira. Vamos, no montes la escena.

Empiezo a relajarme, a afrontar los hechos. Te has dejado dominar por el pánico. Ahora es el momento de ver las cosas con un poco más de calma. Si por lo menos tuviera una copa a mano… Bueno, recapitulemos. Te follaste a una tía, eso está bien. Te has despertado en su cama, eso tampoco está mal. Y te la has encontrado en el baño, desnuda, rígida, tirada en el suelo, en medio de un montón de sangre. Eso ya no está tan bien. ¿Por qué coño lo habrá hecho? O mejor dicho, ¿por qué coño me lo habrá hecho a mi? ¡A mí! ¡A un pobre inocente, a un simple borracho anónimo! Ya ni los pobres borrachos anónimos nos hallamos a salvo, con zorras pululando por ahí, dispuestas a abrirse las venas tras echar un polvo. Espera un momento. ¿Habrá sido eso? ¿Tan mal lo hice? ¿Tan mal follé anoche, que le entraron ganas a la tía de abrirse las venas? Podría ser el punto culminante de mi nefasta carrera como amante. La mitad de las tías con las que me había acostado habían fingido el orgasmo. La otra mitad ni se habían molestado en intentarlo. Era un fracasado. Pero que llegaran al suicidio, ¡eso era nuevo! "¡Eh, señoras, vengan a verlo! ¡Aquí hay un hombre que, de lo triste que folla, les hará perder las ganas de vivir!" Mierda, puta y joder.

Al cabo de un rato me levanto y me voy a mi casa. Necesito un trago, como sea, y recuerdo tener algo de whisky y cervezas. ¡Bingo! Una botella medio llena en la despensa. Me la bebo a morro. Me sabe a gloria. Cuando te follas a una puta enfermiza, y al día siguiente aparece muerta en su baño, el whisky a palo seco te sabe a gloria. Me tumbo, borracho, en el sofá. ¿Llamaría a los polis? Decido que no. Que se joda. Que se pudra en su sangre. Haberse suicidado con otro. Conmigo no valen estas bromitas. Cierro los ojos y me desvanezco, en un sueño de alcohol, sexo y sangre.

Pasan varios días. No sale nada en los periódicos. El cadáver de esa chica debe de estar pudriéndose, ese lindo cuerpo desnudo debe de ser pasto de los gusanos. Pero yo no voy a decir palabra, no quiero líos. Mi whisky y yo nos bastamos. Una noche me da por volver a coger el coche. Solo una vuelta tranquila. Me encuentro a otra mujer. Esta tiene pinta de brasileña. Al menos tiene culo de brasileña. Y un rostro aniñado, pero al mismo tiempo lascivo. Voy a por ella, no puedo evitarlo. Y ella no puede resistirse a mis encantos de borracho. Vamos a su casa. A ver una película, dice. Y a darle por el culo, pienso yo. Y lo consigo. Pese a sus pegas iniciales, acabo dándola por el culo, mientras aguanto un cigarro en la boca. Yo me corro con placer, en su ano. Ella creo que no, la historia de siempre. Desentierro mi polla y me duermo, bien abrazado a ella, para que no pueda escapar y suicidarse.

Abro los ojos. Estoy abrazando al cojín. De la brasileña, ni rastro. Bueno, estará en la cocina, o en el salón. O incluso en el baño, cagando o masturbándose. Voy para allá. Me asomo al baño. ¡¡HOSTIA PUTA JODER! ¡ME CAGO EN SU MADRE!! Otra vez. ¡¡OTRA PUTA Y JODIDA VEZ!! ¿¡Pero qué coño les doy!? ¡Mis polvos se cuentan por cadáveres! No me lo creo, no puede ser, o es una pesadilla, o lo era la anterior, o lo son las dos. Aquí yace la puta brasileña. Tumbada poca abajo, todavía me enseña su enorme trasero, como pidiéndome una póstuma penetración. ¿Qué te parece, follarte a una muerta? Morboso, ¿no crees? Se me va la cabeza, si no me tumbo ahora mismo, me voy a desmayar. Atino a caer sobre el sofá. Todo me da vueltas. Vomito. Mi corazón está a cien, se me sale del pecho. Desde aquí todavía se ven sus piernas, inertes, empapadas en sangre. Cierro los ojos y desvanezco en una sensación de irrealidad, en un sueño extraño que nada tiene que ver conmigo.