Zorra ejecutiva (2)

Sigue su trato con F. que le llevará a compartir una sesión con un amigo de la infancia de éste.

No cabía en mi del asombro... no podía imaginar que un hombre tan dulce en apariencia, se estuviera portando así conmigo. El problema, o quizá no, era que me gustaba, Me gustaba mucho, y no recordaba haberme sentido nunca tan excitada. Me fui al baño para ducharme, y con cierto reparo introduje una especie de boquilla en mi ano. Lógicamente estaba preparado, pues no se salía y permitió que llenara mi esfínter de agua templada. Era una sensación incómoda. Cuando consideré que era suficiente, cerré el grifo y me dispuse a soltarlo, pero en ese momento llegó F. y me dijo que todavía cabía mucha agua, y que de soltarlo nada. Me sentía humillada por completo, pero no me quedaba más alternativa que obedecer. Mientras me llenaba literalmente de agua más caliente, me tocaba y pellizcaba los pezones. En su cara se dibujaba una sonrisa mezcla de placer y poder. Seguro que se sentía muy poderoso al poseerme por completo. Yo sentía una mezcla de vergüenza y deseo incontrolable. Pero el periodo de pertenencia a este hombre no había hecho mas que empezar y me asustaba pensar hasta donde podía llegar.

En ese momento, F. cerró el grifo del agua y sacó la boquilla de mi culo.

Me dijo que me pusiera a cuatro patas y aguantara el agua dentro hasta que el me dijera. F. ya se había duchado y apareció con una toalla alrededor de la cintura y todavía húmedo por el agua... estaba muy atractivo, lo cual me hacía sentir peor. Estaba a cuatro patas, como una perra, y llena de agua. No aguantaba más y se lo dije. Eso me valió un cachete en el culo que no esperaba. Pero, ¿que haces.....?

F. respondió: Creo que no has entendido las reglas guapa. Tú eres mía durante estos días y harás exactamente lo que yo te diga. Todo lo que yo quiera. ¿lo has entendido esta vez?.

Yo asentí con la cabeza, sin mirarle.

Ahora puedes sentarte en el baño y vaciar el agua, luego te vuelves a duchar y vienes al salón desnuda.

Dicho esto salió del baño, y me alegré pues al menos me ahorraba la humillación de que me viera sentada en el inodoro.

Me duché y salí como me había pedido. Me pidió que me sentara a su lado en el sofá. Lo hice, y entonces empezó a besarme con pasión, a sobarme de arriba abajo, con mezcla de lujuria y dulzura. Yo hice lo mismo, un poco temerosa, pues no entendía esos cambios. Estuvimos mucho tiempo así, y yo solo deseaba que me follara, que me metiera su precioso cipote en el coño, que explorara todo mi cuerpo. Me senté sobre su polla y empecé a cabalgar como poseída. El no dijo nada, solo cerró los ojos y se dejó llevar por un largo orgasmo, al que yo me uní con el mío.

Nos tumbamos en el suelo, sobre una mullida alfombra beige, F. me besaba la espalda mientras me acariciaba. Nos quedamos dormidos.

Cuando me desperté, vi a F. en la cocina preparando algo.

Hola –me dijo-, estoy preparando un poco de pasta y una ensalada para comer. Voy a descorchar una botella de vino. ¿te gusta el vino?

Solo el bueno....

Vaya, nos ha salido señoritinga... pues hoy te voy a complacer porque es un reserva, pero no te acostumbres... Ahora quiero que te tumbes encima de la mesa del comedor, boca arriba. Quiero comer con tu coño delante de mí. Luego comerás tú. Toma prueba primero el vino y luego llévate a la mesa mis cubiertos.

Me bebí la copa de un trago. Tenía mucha sed, y necesitaba realmente una copa.

Luego me fui a la mesa, coloque todo para el y me tumbé y esperé a que F. viniera a la mesa. Se puso a comer y de vez en cuando introducía algo en mi culo o en mi coño. No podía ver que era. Me Hacía separar cada vez más las piernas. Se me hizo muy largo el tiempo de espera.

Cuando hubo terminado, puso un plato en la mesa y me pidió que lo comiera a cuatro patas. ¡Que se había creído este mamón! Dije: esto es demasiado, me voy.

Bien, las fotos que te he hecho ya, estarán en Internet en breve, y llegaran a tus clientes y jefes.

Volví a mi posición, a cuatro patas sobre la mesa, y me comí como pude los espaguetis, mientras las lágrimas caían por mi cara. Me sentía tremendamente humillada.

Mientras, notaba como el seguía haciéndome fotos .

Muy bien, zorrita mía. Estás perfecta. Cuando acabes, lava los platos y ven a verme al salón .

Así lo hice. Luego me senté a sus pies, mientras se relajaba con una copa en una mano, escuchando música chill-out. Me acariciaba la cabeza con la otra mano. Empezó a hablar:

Esta noche tengo preparado algo especial. Va a venir un amigo mío a casa y quiero que le trates muy bien. Es una sorpresa. Quiero que hagas lo que te pidamos cualquiera de los dos. Ahora si quieres vete a descansar un poco y sobre las nueve, arréglate. Encontraras todo lo que necesitas en la primera habitación de la derecha. También verás que te he dejado preparada sobre la cama, la ropa que debes ponerte.

Me fui al dormitorio. Tenía ganas de estar sola. Eché un vistazo a la ropa que tenía que ponerme: había una falda de colegiala de esas tableadas tipo escocés, realmente corta. También una camisa blanca que parecía completamente transparente, una medias color carne con liga a media pierna y unos zapatos con un altísimo tacón de aguja pero con algo de plataforma. Ni rastro de ropa interior. También vi una especie de arnés con dos pollas. ¡joder con el pervertido de mi compañero! Me tumbé en la cama y comencé a llorar desconsoladamente hasta que el agotamiento me rindió y me quedé profundamente dormida. Cuando me desperté, me di cuenta de que fuera ya era de noche. No se cuanto tiempo había dormido, pero me sentía mejor que cuando me dormí. Me di una ducha y me puse a arreglarme. En el baño había de todo. F. había previsto cualquiera de mis necesidades y tenía a mi disposición cremas, perfumes, cepillo de dientes, jabones, de todo... Me sorprendía mucho lo detallista que podía llegar a ser. Abrí con gran curiosidad un armario y vi que estaba lleno de ropa de todo tipo, y todas y cada una de las prendas correspondían a mi talla. Luego vi otro armario pero al intentar abrirlo no pude. Estaba cerrado con llave. Detrás de mi F. exclamó:

"la curiosidad mató al gato" No te preocupes. Cada cosa a su tiempo. Tenemos mucho tiempo para descubrir no solo lo que hay en ese armario, sino muchas más cosas. Al final incluso te darás cuenta de tu verdadera personalidad y me entregarás tu cuerpo y tu alma. Ahora vístete que nuestro invitado está a punto de llegar. No olvides ponerte tu nuevo juguetito.

No dije nada. Solo me vestí y por último coloqué el arnés. Tenía el culo algo dolorido, por lo que tuve que utilizar un poco de vaselina para meterlo entero dentro. Me miré al espejo y me gustó mi aspecto. ¡sería posible! Mis pezones, se marcaban bajo la camisa que llevaba anudada, pues no tenía ningún botón. La falda, o mejor dicho, la mini falda, dejaba ver el comienzo de mis nalgas y con esos tacones tan altos, se veía muy levantado.

Salí al salón un poco avergonzada. Con los ojos mirando al suelo.

¡estas preciosa! – exclamó F.- Yo no dije nada.

Súbete la falda. Quiero ver tu arnés nuevo.

Así lo hice. El pasó la mano por las trabillas, alrededor de los consoladores, rozando mi clítoris y haciéndome vibrar. Luego me mandó a poner la mesa para dos. Fui a la cocina y comprobé que había cocinado y tenía varias bandejas preparadas. Yo estaba muerta de hambre, pero no me atreví a tocar nada.

Javier tiene que estar a punto de llegar. Cuando llame a la puerta quiero que seas tu quien abra la puerta. Es un gran amigo de la infancia y con el que mas contacto tengo. Tiene aficiones parecidas a las mías, por lo que estoy seguro que le encantará mi sorpresa.

Según dijo esto, sonó el timbre. Yo noté como mis mejillas se sonrojaban. Abrí la puerta, y apareció un hombre bastante atractivo, de edad similar a la de F. Pareció sorprenderse cuando me vio, pero solo dijo: Hola, soy Javier ¿está Fidel?

Asentí con la cabeza y me retiré para que pudiera pasar:

Fidel, tío ¡siempre consigues sorprenderme! ¿de donde has sacado este bombón?

Toma un vino, y te cuento la historia en la cena. Alex, empieza a servir la cena.

Me dispuse a hacer lo que F. me pidió. Cuando ya había dejado las bandejas con aperitivos, F. me subió la falda y le pregunta a Javier si yo le gustaba. Javier dijo que claro, que no era tonto.

F. le insistió: esta noche hará lo que tu quieras. Mira el arnés doble que le he colocado. Cuando acabamos de cenar, se lo quitaré para poder llenar sus agujeros de otro modo.

Alex, quiero que te pongas frente a nosotros, doblada hacia la mesa, pero antes desata la camisa.

Mis tetas quedaron colgando sobre la mesa. F. me untó los pezones de crema de queso y luego me indico que me subiera a la mesa a cuatro patas. Javier me chupó los pezones hasta que los limpió de queso. Ellos siguieron cenando y mientras F. le contaba a su amigo la historia de mis 30 días de cautiverio, Javier le decía que me iba a tener que domar, pues era muy altiva. Hablaban de mi como si yo no existiera. Me sobaron por todas partes, tuve que ponerme en diferentes posturas, y me pringaron de comida que luego siempre chupaban. Luego F. me preguntó que si tenía hambre, y yo dije que sí. Puso un plato sobre la mesa, y me obligó a comer a cuatro patas de nuevo, como si yo fuera una perra. Mientras comía me quitó el arnés. Así a cuatro patas estaba totalmente expuesta a ambos hombres. Tan pronto como terminé de comer, F. tuvo la delicadeza de limpiarme la cara. Javier aprovechó para azotarme con su cinturón. Me ardía el culo, me puse a gritar, y F. me amordazó. Me bajaron de la mesa, y todo fue muy rápido. Me ataron las manos y pusieron la cuerda en un gancho que había en el techo y en el que yo no había reparado aún. Estaba incómoda, pero al menos tenía los pies en el suelo. Sentí un dolor profundo en los pezones, y era porque me habían colocado unas pinzas de la ropa, luego pusieron alguna más alrededor. Me ataron cada pierna a un lado, para que las mantuviera abiertas.

Me encanta esta zorra. Es perfecta para mi ¿no crees Javier? Dijo Fidel susurrando . Llevo mucho tiempo buscando alguien tan parecido a mí, que me proporcione placer, pero que a la vez esté a mi altura, y creo que la he encontrado.

Me sorprendió lo que acababa de escuchar, que incluso supongo solo había dicho para que lo oyera su amigo.

Volvieron a mí. Fue una noche intensa, pues ambos debían tener la testosterona por las nubes, y no pararon de follarme, chuparme y mil cosas más. Perdí la cuenta de los orgasmos, tanto suyos como míos. Lo primero fue preparar sobre la mesa un montón de aparatos que reconozco me sobrecogieron, pues algunos no los había visto en mi vida. Me ataron de formas increíbles, incluso creía que iba a romperme literalmente, pero la verdad es que conseguían que mis agujeros quedaran totalmente expuestos a ellos. Una de las veces me metieron una especie de especulo en el coño, lo abrieron bien, y luego jugaron dentro de mi. No se describir la sensación. Luego bien abierta, mientras F. sobaba mis labios, mi clítoris, mi ano, Javier jugaba con una vela, y dejaba caer gotas de cera caliente en cada zona, hacía pequeñas montañitas, que luego F. quitaba con su lengua, y de ese modo refrescaba, pues en algunos momentos creía morir de dolor. Cuando se cansaron de ese juego, mientras Javier me metía su polla bastante grande, noté que F. metía algo en el culo y mientras me movía note una descarga. ¡Joder!, eso si fue increíblemente doloroso. Cada varios segundos una descarga un poquito mas potente que la anterior, por lo que deseaba que Javier se corriera lo antes posible y no hacía mas que apretar mis paredes vaginales en cada envite, y pedir a F. que parara. No paró hasta que no se había corrido.

Lo pero fue cuando se invirtió el orden, y la polla de F. pasó a mi culo, ya muy dolorido, y el aparato de la corriente a mi coño destrozado. Grité tanto, que Javier me puso una bola en la boca. Las lágrimas corrían por mis mejillas, pero ninguno sintió piedad por mi. F. tardó unos minutos aún en correrse, pero a mi me parecieron horas. Hasta que cuando empezó a sacudirse, las descargas pararon y llegué a un intenso orgasmo, y me beso en el cuello, cayendo juntos en el suelo.

Esa sesión concluyó, pues ya no podíamos más ninguno de los tres. Llevábamos unas seis horas sin parar. F. me puso una pomada en el coño y el culo. Quitó las pinzas de los pezones que estaban ya casi en carne viva y cuando puso la pomada aullé de dolor. Javier me acercó una copa de cava que bebí de un trago, y me quedé dormida.