Zootropolis: El caso del diamante de la pasarela

Judy Hopps y Nick Wilde se enbarcan en un caso muy "especial"

El jefe Bogo, un bufalo de intimidante apariencia, se quitó las gafas y empezó a hablar en la sala de reuniones de la policía, esta vez el caso, lo que en un principio eran robos que podrían pasar de alto, ahora eran robos frecuentes y uno de ellos fue el de la señora Snowball.

A Nick y a Judy, una pareja compuesta entre un zorro y una coneja le dieron el caso de la señora Snowball.

En el coche patrulla, Judy, una coneja de 22 años de gran carácter optimista y mirada purpura, conducía el vehiculo mientras Nick, el zorro despreocupado de treinta y un años observaba la calle con sus ojos verdes cubiertos en unas gafas de sol, entre la multitud, una loba que hacia footing con un traje ajustado.

-se nota que llega la primavera ¿eh zanahorias?

-¿Por qué lo dices? Nick – preguntaba inocentemente Judy.

-ya sabes ¿algún conejito en tu mira? – preguntó Nick observando una zorrita cuya falda se le levantaba el viento.

-ahora estamos trabajando Nick y técnicamente lo que haces es acoso sexual – decía Judy sonriendo.

-yo no te estoy acosando sexualmente – decía Nick.

-a mi no, a las chicas que estás mirando – replico la coneja.

-¡por favor! esa ropa que últimamente usan las chicas atrae mucho la atención, esa loba con un traje de footing que parece un bikini, esa cerdita enseña demasiado sus airbags, el sastre de esa cervatilla parece que era un perezoso y permíteme romper la cuarta pared ¿no estais de acuerdo de que nos están diciendo algo las hembras? Humanos.

-a ver, todos tenemos derecho a vestirnos como nos de la gana sin importar lo que digan los demás – decía Judy disgustada.

-o no vestirse ¿te apetece volver al club naturista? – decía Nick sonriendo.

Un escalofrio recorrió la espalda de la coneja, su primer caso, tubo que pasar por ahí, aunque el Yack ese le ayudó, todavía recuerda esos cuerpos desnudos.

-¿no había un caballo en el……………

-¡CALLATEEEEEEEE! – interrumpió Judy espantando a Nick.

El resto del trayecto fue con un zorro asustado y una conejita disgustada.

La señorita Snowball era una conejita blanca como la nieve de ojos rubí y 28 años, hija del dueño de un banco y de la dueña de una firma de moda, llevaba un traje elegante y muy femenino con unas joyas muy caras.

Según ella, las ladronas intentaron robar un inmenso diamante azul que iba a ser usado para un desfile y temia que lo volvieran a intentar.

Cuando aparecieron Judy y Nick, Snowball se fijó en la coneja, la miró sorprendida.

-somos los agentes Judy Hoops y Nick Wilde, hemos venido por lo del intento de robo.

Snowball tardó en reaccionar, examinaba a Judy con detalle, pero cuando la coneja-policia le preguntó si había algún problema, la conejita blanca reaccionó.

-¿quieren tomar algo? – dijo educadamente Snowball.

-yo el whisky más caro que tenga – decía Nick casi riendo.

Pero Judy no le hizo gracia y pegó un discreto pisotón al pie del zorro y le dijo a la conejita blanca que no podían, que estaban de servicio.

Snowball les dijo que eran dos ladronas, dos gatas, estaba segura que eran gatas porque sus movimientos eran gráciles, precisos y delicados.

-como los de usted, señorita ¿o señora? Judy.

-señorita, señorita Snow….

-Llameme Alicia – decía Snowball sirviéndose un champagne – es usted alguien fuera de lo común ¿Por qué policía?

-ejem, nos desviamos del tema – avisó Nick.

-cierto ¿nos podría describir a las ladronas? – dijo Judy dándole la razón a su compañero.

Alicia no lo demostró, pero se sentía molesta y siguió describiendo a las figuras, pero por la forma de sus patas suponía que acababan de llegar a la edad adulta.

-¿Cómo sabe que son jovencitas? – preguntó Judy.

-trato con modelos de distintas razas, soy muy fisionomista y se como se desarrolla una mujer, una de mis pasiones es diseñar zapatos y a veces ayudo a calzar las modelos.

Nick empezaba a ponerse nervioso, aquella conejita no parecía ahora interesarle el caso, sino en Judy no sabia en que, pero la miraba como si quisiera comérsela.

-¿sabe de que raza eran las gatas? – preguntó Judy.

-estaba oscuro y ya sabe el dicho, de noche todos los gatos son pardos, pero tenían el pelo corto y brillantes ojos azules – decía Snowball.

-¿estaban vestidas? – preguntó Nick.

Judy se avergonzó de esa pregunta, pero Snowball respondió disgustada y no por la pregunta de Nick.

-le diría que no, porque sus ropajes eran… barriobajeros, ambas llevaban unas camisas negras con rotos que parecían sacadas de la basura, pantalones ajustados, una de ellas solo tenia una pierna, me refiero al pantalón, no sus piernas y tenia unos zapatos deportivos viejos, de echo, eran distintos en cada pie, sin calcetines.

-¿podemos ver la escena del crimen? – preguntó Judy.

-Claro – dijo Alicia levantándose.

Alicia se fijó que no había probado el Champagne, que estaba demasiado ocupada viendo a Judy ¿ella querria….? No, tenia que fijarse más.

Les enseñó el lugar la urna del diamante estaba en medio, habían varias cámaras y dispositivos de seguridad, pero también un agujero en el techo.

-esto me huele a termita – dijo Nick.

-¿termitas? ¿no comían madera? – preguntó Alicia.

-no, es un tipo de explosivo que se puede fabricar con oxido y aluminio y es facilísimo de hacer, puede hacer buenos agujeros y se usa para soldar vías de trenes – dijo el zorro con profesionalidad.

-aquí hay unos pelos – decía Judy.

La coneja blanca se fijó entonces en la coneja policía, concretamente en su cola (y su cola)

Nick se fijó en Snowball y se sentía incomodo, deseaba llamarle la atención, pero no quería molestar a Judy, ya que la pobre es muy inocentona.

-bueno, el laboratorio nos dara una pista de quienes son esas ladronas.

-si zanahorias, vámonos deprisita – decía Nick molesto.

Snowball miró al zorro con odio, Nick le respondió con indiferencia, si las miradas hablasen dirían.

Alicia: “cállate imbécil, quiero disfrutar de la vista un rato más.

Nick: “lo siento Alicia, pero ella no cobra por que la miren de esta manera.

Alicia: “estoy viendo a una joven que tira su vida a la basura por ser como tú, un poli muerto de hambre, ella merece brillar en las pasarelas, lucir ante las cámaras”

Nick: “y ya de paso que todos se pajeen con su colección pret a porter como hacemos todos con las fotos de tus modelos ¿no?

Alicia: “cerdo”

Nick: “zorro, conejita presumida”

Los agentes abandonaron el lugar, Judy no podía imaginar que unos ojos ruby se clavaban en su figura.

Nick no pudo decirle nada a Judy porque cuando esta en modo Judy (o en modo duracell) solo tiene un objetivo, resolver el caso, cuando volvieron a patrullar mientras esperaban los resultados, Nick le comentó.

-¿has visto algo raro en esa conejita blanca?

-no, pero diseña unos vestidos de ensueño, lastima que mi sueldo no de para eso – decía Judy.

-a lo mejor acabas poniéndote un modelito de esos, esa conejita te miraba como si fueses deliciosa.

-¡nick! ¡es una coneja! No un depredador – decía Judy alarmada.

-te miraba como yo miraba a las chicas esta mañana zanahorias, como no tengas cuidado acabaras en pelotas ante ella – decía Nick seriamente.

Judy se puso a reir a ella le parecía una tontería lo que decía su compañero.

Pero Nick se fijó en un guepardo de trece que iba directo a Judy y apartó a la conejita.

El felino fue pillado por sorpresa y su mano impactó en la nalga izquierda del zorro, pero agarró al guepardo.

-¡¿estas bien Nick?! – preguntó Judy preocupada.

El zorro sonrió y preguntó con amabilidad al guepardo.

-¿Cuánto apostaste?

-v-veinte dólares.

-vaya, demasiado dinero, oye Judy ¿te dejas tocar el culo para que no se quede sin su pasta?

-¡¿QUUUUUEEEEEEEE?! – preguntó Judy alarmada.

-lo siento chaval, diles bye bye a tus veinte dólares – decía Nick al guepardo.

-¡¿QUE SIGNIFICA ESTO NICK?! – preguntó Judy alarmada.

-orejotas, cuando yo tenia once años apostaba a que podía darle con la mano a las nalgas de las chicas guapas y tu… chico ¿Qué tal ves la cola de mi compañera? ¿es guapa? ¿eh?

-s-si decía tímidamente el guepardo.

-chico, esta chica hizo que los depredadores no acabásemos desterrados de la ciudad, aunque admito que ese trasero atrae mucho, deberías respetarlo.

-¡NICK PARA DE HABLAR DE MI TRASERO!

-sshhhhhh, estamos en la calle, ahora todo el mundo sabe que tienes un buen trasero – decía Nick sonriendo.

Judy miró a su alrededor, todos los machos la miraban, los que tenían pareja, fueron abofeteados por sus hembras.

Judy solo quería esconderse, usó sus orejas para ocultar su rostro.

-anda vámonos Judy – decía el zorro.

En el coche patrulla, Judy conducía callada y avergonzada mientras Nick comia arandanos, por la cabeza de Judy pasaban mil cosas, intentó hablar con su compañero varias veces, pero… al fin consiguió hablar.

-¿tu…me veias… no se…. Como mujer?

-si, eres muy cuqui – decía Nick.

-n-no, ya sabes tu… me… ¿me imaginaste desnuda?

-¿y quien no? – decía Wilde despreocupado.

Judy frenó en seco, tirando los arandanos del zorro.

-¡cuidado orejas! Si se mancha el coche el jefe Bogo me tira por el váter.

-p-perdona, Nick, pero… nunca pensé que me verias asi, ya sabes, somos compañeros y…

-y somos macho y hembra, asumelo zanahorias, una conejita tan linda como tu atrae la atención y si eres una heroína, más – decía el zorro recogiendo los arandanos..

-Nick… tu…

-¿si colita de algodón? ¿vas a confesarme tu amor? – preguntó Nick en broma, pero esperanzado de que le dijese si.

-nada nada – respondió Judy.

El resto del trayecto Nick se maldecía por desaprovechar una oportunidad clarísima para declararle y Judy se avergonzaba por que se le pasara por la cabeza preguntar a Nick si se tocaba pensando en ella.

En la radio el jefe Bogo les llamó, ambos acudieron allá.

El jefe Bogo les recibió en su despacho, se quitó sus gafas de lectura y miró a la pareja de forma condescendiente.

-la señorita Snowball ha venido con una idea, usar a uno de nuestros agentes para infiltrarse como modelo, ese agente llevará la piedra esa, le di los informes de las agentes femeninas, pero, dice que vio, algo en usted, agente Hopps.

Judy se quedó de piedra, miró a Nick que sonreía al tener razón.

-bien, Judy, te lo dije, vas a mover esa colita al ritmo de las pasarelas junto a un monton de chicas presuntuosas, asi, moviendo tus piernas asi, haciendo gestos así – decía Nick mientras simulaba ser una modelo.

Pero vio al jefe Bogo que lo miraba, analizándolo.

-¿Qué? – decía el zorro.