Zonas erógenas

No todo es pene y vagina.

De seguro les ha pasado, en caso de que sean mujeres, que la penetración es tan dolorosa que impide el más mínimo disfrute. O siendo hombres, en más de una ocasión han de haber eyaculado sin sentir en verdad algo especial, como si fuera una simple escupidita. A mi me ha pasado. Es algo muy común que sucede en las relaciones, más cuando no se tiene experiencia. Cuando se es primerizo.

Son varios los factores, que causan esa poca satisfacción a la hora del sexo. La mala o poca estimulación es uno de ellos. Una buena lubricación en la mujer o una erección firme, no se obtienen como por arte de magia, bueno, no generalmente. Para conseguirlo, es necesario excitarnos; y para excitarnos, debemos ser estimulados, de una u otra forma.

Una buena opción a la hora de "prender" a tu pareja, es acariciar sus zonas erógenas. ¿Qué es una zona erógena? ¿Has sentido que ves estrellas cuando te aprietan el dedo gordo del pie? o ¿te tiemblan las piernas nada más de que te toquen la nariz? Pues eso se debe, a que esas partes de tu cuerpo son especialmente sensibles, tus zonas erógenas. El conocerlas, ya sea las propias o las de la pareja, hacen mucho más satisfactoria la relación sexual. Le facilitan a la mujer el tener un orgasmo, por ejemplo. Hacen que esa encuentro no sea simplemente: uno más.

Estimular tu cuerpo antes de llegar al coito es básico, de lo contrario, sucederá lo que en un principio comentaba. Las caricias son algo así, como los aperitivos antes de la comida, hacen más delicioso el platillo principal. Pero, ¿cómo saber lo que le gusta a tu pareja?, podrás peguntarte. La pregunta no es fácil de contestar, en gustos se rompen géneros. Mientras a una persona puede excitarle que le acaricien la mano, para otra puede ser hasta una ofensa.

A pesar de esa variedad de gustos, si se pueden nombrar partes del cuerpo, que por lo general al ser estimuladas, la mayoría nos excitamos. En la mujer serían los labios, los pechos, los pezones, las nalgas y los genitales externos. En el hombre los labios, los pezones, el pene y el escroto. Esas son las zonas erógenas principales, pero no las únicas. Existen muchas otras partes del cuerpo que pueden serlo; y si lo que se busca es variedad y no concentrarse siempre en lo mismo, hay que descubrirlas.

Ahí entra en juego la habilidad de cada uno. Hay que saber interpretar las reacciones de la pareja, ante cual o tal caricia. Los gestos, los sonidos, las miradas o las posiciones, pueden ser un indicador de nuestro desempeño. No se necesita ser un experto en lenguaje corporal, para darse cuenta que a nuestra pareja, no le está agradando lo que hacemos. Pero si de plano eres de los que necesitas manzanas, la siguiente es una lista, de las zonas erógenas secundarias más comunes:

En la mujer.

Frente.

Cejas.

Sien.

Parte posterior de la oreja.

Lóbulo.

Párpado.

Mejillas.

Punta de la nariz.

Comisura de los labios.

Hombros.

Hueco clavicular (el que se forma debajo del cuello, entre las clavículas).

Ombligo.

Centro de la palma de la mano.

Tobillo.

Omoplato.

Columna vertebral.

Canales vertebrales.

Codo.

Hueco popliteo (detrás de la rodilla).

Talón de Aquiles.

Planta de los pies.

En el hombre.

Frente.

Cejas.

Párpados.

Sien.

Lóbulo de la oreja.

Parte anterior de la oreja.

Comisura labial.

Cuello.

Hueco clavicular.

Ombligo.

Canal inguinal (donde se une la pierna con el tronco).

Dedos de la mano.

Parte interna del muslo.

Tobillo.

Cuero cabelludo.

Omoplato.

Codo.

Zona renal (en la espalda baja).

Centro de la palma de la mano.

Ano.

Recuerda que ésta es una simple lista, no la verdad del universo. Insisto en que cada cabeza es un mundo. Lo que para uno es lo máximo, para otro puede ser lo peor. Es importante entonces, además de interpretar las reacciones de la pareja, tener una buena comunicación, que en mi opinión, es lo principal en toda relación, no sólo en el sexo, sino en cualquier ámbito. No hay que tener miedo de preguntar si lo que hacemos le gusta. No hay que sentir pena de decir lo que sentimos. Y no hay que olvidarnos del amor, ya que por sí solo, puede ser el mejor estimulante.