Zoe se convierte en sumisa

La pequeña Zoe es sometida en la habitación del director y se convierte en su puta

Los ojos me pesan, el cuerpo también, no sé cuando he dejado de caminar para que alguien me lleve entre sus brazos.

Trato de abrir los párpados, pero me pesan, sin embargo logro atisbar su silueta, quien me lleva es él, Daniel.

He estado muy caliente toda la cena, cuando empezó con los toqueteos bajo la mesa no daba crédito. Algo me empujaba a dejarlo. Estaba excitada y me complacía ver a un hombre como el interesado en mí.

Estar en un restaurante y que mi madre estuviera al otro lado me daba morbo. ¿Estaría volviéndome loca? No estaba segura, solo tenía ganas de follar, la boca se me había secado y el cuerpo me ardía.

Una puerta se abrió y Daniel nos metió dentro, paseé mi nariz por su cuello, olía excesivamente bien.

Me depositó sobre un lugar mullido, parecía una cama, no estaba segura.

-No me dejes sola –supliqué.

-No tengo intención preciosa, estás ardiendo –su mano paseó por mi frente y a lo largo de mi escote.

-Tengo mucho calor.

-Vamos a solucionarlo.

Como una muñeca de trapo fui desvestida solo un pequeño tanga encharcado de flujos cubría mi sexo, pero incluso de eso me desprendió.

-¿Mejor? –negué. Quise moverme pero los músculos apenas me respondían. ¿Qué me ocurría?

-No, no sé qué me pasa.

-Lo que te pasa se llama lujuria, estás tan necesitada de una buena polla que tu cuerpo no responde a no ser que te hagan esto.

Me pellizcó con fuerza los pezones y yo gemí empujando los muslos y abriendo las piernas.

-Lo ves, mira cómo tienes el coño… Dos de sus dedos me penetraron sin dificultad haciéndome jadear. Los movía rotándolos, empujando y sacando, trazando círculos en mi clítoris con el pulgar.

-Oh, oh, sí, por favor, por favor.

-¿Qué quieres Zoe?

-Quiero, quiero… -La cabeza me daba vueltas cuando su boca me tomó el pezón- Quiero que no pares, hazme tuya, por favor- volví a suplicar.

  • Eres muy joven para mí y yo soy de gustos extremos. No creo que estés preparada.

Sacó los dedos y yo lamenté la pérdida al momento

-Te lo suplico, te lo suplico, haré lo que sea, te demostraré que no soy tan cría como piensas.

  • ¿Ah sí? ¿Y cómo harás eso?

  • Ayer dejé que un desconocido me magreara y follara el culo en un autobús, que me exhibiera, estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario por ti.

-Mmmmm, interesante, ¿incluso ser mi sumisa? – Había visto la peli de Grey e imaginarme en el papel de Anastasia y a Daniel como Christian me gustaba.

-Sí, sí, lo haré, seré tu sumisa.

-Harás todo lo que yo te pida para complacerme.

-Sí, sí, pero por favor tócame.

Los dedos que antes me habían penetrado y que conservaban mi aroma se colaron entre mis labios. Los mamé con ansia.

-Ya veo que eres una putita buscona, una zorrita de primera. –El vocabulario que usaba me excitaba.

-Sí, sí, lo soy.

-Veamos si es verdad.

Se distanció de mí, le vi telefonear y después regresó con varias cuerdas. Me ató en cruz, brazos y piernas separadas. El cuerpo me ardía cada vez más.

-Por favor Daniel –rogué de nuevo notando el esparto arañando mis extremidades.

-Shhhhh, putita Zoe, ahora vas a demostrarle al amo que mereces ser su sumisa.

Llamaron a la puerta.

-¿Qui-quién es?

-Unos amigos, vamos a pasarlos muy bien y me harás sentir orgulloso, ¿verdad?

-¿Amigos? Yo pensaba que tú y yo

-Soy un hombre generoso Zoe, me gusta compartir y má si se trata de algo tan rico como tú. Tranquila, lo pasarás bien, porque quieres complacer a tu amo, ¿verdad?

  • Sí, pero

-Voy a hacerte un regalo, tienes la piel tan bonita que necesitas algo para decorarla, un recuerdo nuestro para siempre.

-Para siempre… -murmuré.

Oí pasos y voces masculinas, distinguí por lo menos dos distintas, había disparos de luz y un zumbido extraño.

Algo raspó la piel de mi abdomen, era como una sucesión de pellizcos. La mano de Daniel me acariciaba el rostro diciéndome  lo orgulloso que se sentía de mí, lo bien que lo estaba haciendo.

La vagina me palpitaba, tenía tanta necesidad de cualquier cosa que cuando otros dedos se pusieron a tantear mis pezones solo pude gemir.

-Eso es niña puta, mira que duros se te están poniendo, necesito que los tengas al máximo, déjate ir zorrita de tu amo. –No era la voz de Daniel pero me daba lo mismo, hasta que un fuerte pinchazo atravesó mi pezón derecho. Grité y Daniel me besó haciéndome olvidar la quemazón.

Cuando ya no sentía nada más que deseo, volví a sentir aquel dolor lacerante en el pezón izquierdo. Solo que la lengua de Daniel me impedía gritar.

El subido sobre mi abdomen, como pequeñas hormigas devoradoras, seguía sobre él. Los fogonazos de luz siguieron atravesando la barrera de oscuridad de mis párpados.

-Separa los labios pequeña puta y haz que me sienta orgulloso.

Abrí la boca como una autómata, noté el colchón ceder mientras un blande bastante grueso se posicionaba entre mis labios y se habría paso. Me costaba respirar, era una polla ancha, me agarré a las cuerdas de las muñecas arrugando los dedos de los pies.

La voz de Daniel murmuró en mi oreja.

-Eso es putita de tu amo, haz que mi amigo se corra en tu boca

No era suya, no era la polola de Daniel la que me taladraba tratando de abrirse paso en mi garganta. Tampoco podía saber de quién era. Seguía sin poder abrir los ojos. El vello rizado hacía cosquillas en mi barbilla, y las pelotas me taponaban la nariz al descender.

Traté de coger aire por ella, pero me costaba, necesitaba que ese cabrón se moviera o me iba a ahogar. Me removí inquieta, y él aprovechó para dar un último empellón y alojarla al final de mi garganta con un gruñido de satisfacción.

Quería llorar y al mismo tiempo que me follaran, era de locos, me debatía por respirar y que me clavaran una polla al mismo tiempo.

El bombeo no se hizo esperar, llenándome más y más a cada acometida, Daniel cambió de posición y bajó hasta mi vagina donde me colocó un dildo doble con control remoto.

Traté de gritar, pues lo había puesto al máximo y no podía apenas contenerme, pero si lo hacía mi garganta se cerraba y me daban náuseas.

-Joder, mirad como la mama la puta y como tiembla, va a correrse.

Quien habló fue otra voz, ahora sí que estaba segura de que eran tres.

-No pares Javier, sigue dándole el biberón a la nena. A mí me falta poco para terminar esta obra de arte, así podremos disfrutar los tres.

El tal Javier, comenzó a empujar más rápido, con mayor fuerza y yo mamaba devorada por la necesidad que me provocaba aquel aparato que vibraba entre mis piernas.

No aguantaba más, no podía, jadeé rompiéndome en un orgasmo que azuzó a Javier dándome la ansiada leche. No paró de bombear un solo instante, descargando por entero, oblgándome a tragar y sentir su lefa llenándome los intestinos.

-Buena putita, Zoe.

El zumbido se detuvo, me desataron las muñecas y los tobillos.

Me alzaron en brazos, era un peso muerto. Unos dedos me quitaron el dildo y encajaron mi culo en un miembro rígido, apoyando mi espalda contra un pecho velludo.

-Ahhhhh –gemí al percibir un tamaño mucho mayor que el del dildo.

-Ahora tú Daniel, vamos a enseñarle a tu puta lo que es una doble penetración en condiciones.

La polla de Daniel entro sin avisar. Ahora tenía dos pollas llenándome, haciéndome gritar como la zorrita que decían que era, las luces seguían apareciendo como una ráfaga sin sentido.

-Hazte una paja Javier y llénale la cara de leche mientras nosotros la inundamos. ¿Tomas la píldora Zoe?

-No.

-Mucho mejor entonces.

Las embestidas se hicieron más profundas, las daban con más rudeza, notaba el coño y el culo inflamados y chorreantes, quería todo lo que aquellos hombres me estaban dando. Pensaba que no, pero sí, realmente en mi interior habitaba una zorra sedienta de sexo.

Mi clítoris aullaba con cada embestida y yo jadeaba como la perra que era.

-Me voy, me voy y llenaré tu culo de semen puta… AGGGGRRRRRRRRR

Noté el lechazo llenando mi ano y pedí más, más, mucho más.

Daniel colocó mis piernas sobre mis hombros para que las penetraciones fueran más profundas. Gritaba, jadeaba y suplicaba que no se detuviera con la otra polla enterrada en mi culo.

-Javier, ¿estás listo? –preguntó Daniel.

-Sí.

-Abre la boca puta.

Separé los labios.

-A la de tres, una, dos y tres….

Los chorros de semen impactaron contra mi cara, lengua párpados, nariz y útero.

Sentirme llena de leche hizo que me corriera otra vez, dando las gracias sin poder evitarlo.

Cuando terminé de correrme caí desmadejada sobre los cuerpos.

No sé si ocurrió algo más porque no lo recuerdo, solo sé que cuando desperté desnuda a la mañana siguiente el cuerpo me dolía y olía a sexo.

A oscuras caminé, tratando de encontrar el baño, tenía muchas ganas de hacer pis y me dolían los pechos.

Di al interruptor de la puerta que quedaba a la derecha y cuando vi mi imagen en el espejo solté un grito aterrador.

La parte de arriba del espejo estaba decorada con fotografías de lo que ocurrió anoche, en ellas se apreciaba un gordo obeso follándome la boca, y un tipo lleno de tatuajes trabajando sobre mi vientre.

Busqué mi reflejo y otro alarido escapó de mi garganta. Tenía dos aros enormes perforando mis pezones y un tatuaje sobre mi vientre donde rezaba: Soy la putita de mi amo.

¡¿Qué había hecho?! ¡Dios! ¡¿Qué había hecho?!

continuará

espero vuestros comentarios.

MIAU