Zoe
Tras contactar por Internet decidimos conocernos y dar rienda suelta a nuestras fantasias.
Llamé al timbre de la puerta, finalmente había accedido a la invitación que Zoe me había hecho la noche anterior en la que se comprometía a hacerme una cena aprovechando que ese día estaba sola en casa.
Comprobé de forma rápida mi indumentaria, zapatos oscuros, vaqueros, camisa blanca y americana negra mientras escuchaba el sonido de unos pasos acercándose al otro lado de la puerta seguido del de los engranajes que componían la cerradura. Ante mi apareció Zoe, estuvimos unos segundos observándonos antes de darnos dos besos. Llevaba un pantalón de lino ajustado y una blusa con varios botones desabrochados Pasa, o piensas quedarte en la puerta toda la noche?- me dijo cogiéndome del brazo impulsándome hacia el interior.
De la bolsa que traía saqué una botella de vino rosado Será mejor que metas esto en el congelador, hay que beberlo frío-. Zoe tomó la botella y se dirigió a la cocina, mientras, abrí la puerta que quedaba a mi derecha y entré en el salón, en el centro había una mesa de madera con un mantel perfectamente colocado, sobre él, platos de porcelana y vasos de cristal fino, sin duda Zoe había cuidado hasta el mas mínimo detalle, una velas completaban la escena. Me despojé de la americana y me aproxime a la microcadena de música, saqué el CD de Cris Isaac que había preparado previamente y lo introduje en la bandeja, durante unos segundo estudié la forma de reproducirlo recorriendo los botones con mis dedos hasta que finalmente encontré la combinación adecuada. Los acordes de Wicked gamed inundaron la sala, el ecualizador gráfico de la cadena palpitaba al ritmo de la percusión de la batería. Me senté en el sofá de cuero negro y cerré los ojos disfrutando de la magia de la música. El olor a comida en preparación me hizo reaccionar, me incorporé y atravesé la puerta del salón deteniéndome a la entrada de la cocina.
Zoe estaba de espaldas a mí, picaba con cierta habilidad ensalada en una plancha de madera, llevaba el pelo recogido dejando al descubierto su delgado cuello, bajo el pantalón ajustado pude adivinar el dibujo de un tanga, los glúteos se le agitaban conforme troceaba la verdura. Me acerqué lentamente y me situé a su espalda, mis manos se deslizaron por sus brazos desnudos y se mezclaron con sus manos húmedas y resbaladizas por el zumo del tomate. Zoe se quedó inmóvil, como paralizada, apoyé mi mejilla junto a la suya, la besé en el pómulo frotando luego nuestras calidas mejillas, mi sexo jugaba entre sus nalgas tratando de hacerse sitio En ese momento se dio la vuelta abrazándome con cuidado de no tocarme con las manos, nos besamos suavemente, mordiendo nuestros labios con ternura, nuestras lenguas se encontraron, introduje una pierna entre las suyas de forma que mi muslo acariciaba su sexo, su pecho se agitaba contra el mío, pude notar la forma de sus aureolas sobre la blusa, introduje varios dedos en su boca, ella jugaba con ellos saboreándolos. La tomé por las muñecas y me separé, nos quedamos mirándonos jadeando, conscientes de no poder controlar nuestros impulsos Ahora vengo a por ti- le dije mientras me alejaba mirándole a los ojos.
Las paredes del cuarto de baño estaban cubiertas de azulejos con tonos claros, en una de las paredes había un gran espejo sobre el lavabo. Me incliné sobre la bañera poniendo un tapón en el sumidero, abrí el grifo regulando la temperatura aplicando el chorro de agua sobre mi mano. Poco a poco la bañera se iba llenando, el sonido del agua iba cambiando su tono a medida que había más volumen de líquido. Comencé a desnudarme desabrochándome la camisa, dejando mi torso al descubierto, luego me quite los zapatos y me despojé de los pantalones. Contemplé mi figura en el espejo, los calzoncillos apenas podían ocular mi sexo semierecto.
Cerré los grifos, cogí una toalla y me la puse en torno a la cintura. Atravesé todas las habitaciones hasta llegar nuevamente a la cocina, me acerqué a Zoe y la besé con suavidad en el cuello, abrazándola con firmeza bajo los pechos Ven le dije cogiéndola de la mano camino del cuarto de baño. Una vez allí, la desabroché la blusa lentamente mientras no dejábamos de besarnos, su pecho apareció ante mí, no llevaba sujetador, Zoe tenía cerca de cien en pecho, sus pezones rosados apuntaban hacia el exterior. Me incliné sobre ellos besándolos, amasándolos con las manos, noté como crecían y endurecían respondiendo a mis estímulos, descendí besando su vientre. Le desabroché el botón del pantalón y comencé a bajárselo acompañando el descenso con mis manos hasta los tobillos, en esa posición su tanga estaba frente a mí, besé su sexo sobre él y noté la humedad sobre mis labios, se lo bajé a continuación, se iba enrollando sobre si mismo al tiempo que lo bajaba. Me incorporé, Zoe estaba completamente desnuda ante mí, mi erección era ya completamente evidente.
Me deshice de la toalla y a continuación de los calzoncillos. Mi pene se presentaba desafiante frente a Zoe. La invité a sentarse en la taza, su cabeza estaba a la altura de mi sexo, aproxime el glande a sus labios y Zoe lo besó con timidez mirándome a los ojos, luego se lo introdujo suavemente en la boca jugando con su lengua, comenzó a masturbarme al tiempo que succionaba con sus labios, me temblaban las piernas de puro placer y apoyé un brazo en la pared, a continuación detuvo la acción de sus labios para recorrer mi sexo con la lengua desde la base al glande mientras me presionaba con suavidad los testículos.
Mi sexo tenía vida propia, palpitaba entre las manos y los labios de Zoe, iba a estallar de placer de un momento a otro, arqueaba la espalda y mis jadeos cada vez eran más intensos. Volvió a introducirse mi sexo en la boca, esta vez profundamente, yo acompañaba el movimiento balanceante de su cabeza con un movimiento pélvico, el cosquilleo era ya insoportable, una descarga eléctrica recorrió mi columna vertebrar en el momento de eyacular en un orgasmo interminable, Zoe continúo estimulándome varios minutos después del orgasmo mientras contemplaba mi rostro desfigurado por el placer La besé en el pelo acariciando su mejilla.
Después de recuperarme me acerqué a una repisa y cogí una brocha y crema de afeitar, Zoe no tenía un sexo demasiado poblado de vello, pero deseaba contemplarlo completamente despejado. La abrí completamente las piernas y pude percibir la intensidad del olor cargado de feromonas que desprendía.
Comencé a aplicarle espuma con la brocha por la pelvis y las ingles con un pequeño masaje, pude observar sus pechos erectos y sus pezones duros mientras actuaba sobre su sexo, a continuación cogí la maquinilla y con cuidado comencé a rasurar las pequeñas matas de pelo, deslizaba la cuchilla con cuidado y habilidad por todo el contorno de su sexo hasta dejarlo completamente rasurado, lo limpié con un paño húmedo y lo besé varias veces, recorriendo su contorno, las ingles, la vulva, introduje la lengua en su interior recorriendo los pequeños pliegues, con ayuda de los dedos separe sus labios abriéndome paso hasta su clítoris, lo atrapé con los labios y comencé a succionarlo, introduje algunos dedos en su interior penetrándola lentamente. Zoe gemía y suspiraba con una respiración entrecortada.
La cogí de la mano invitándole a entrar en la bañera. Yo me sumergí tras ella, mi espalda hacia de respaldo. Zoe acomodó su cabeza sobre mi hombro juntando nuestras mejillas. Comencé a jabonarla con la esponja lentamente los brazos, la espalda, el vientre Copos de espuma cubrían su piel suave, temblaba y se estremecía cada vez que entrábamos en contacto, todo su cuerpo era una zona erógena.
Dejé a un lado la esponja, bese con suavidad su cuello, el lóbulo de su oreja, mis manos recorrían sus brazos al encuentro de sus manos, enlacé los dedos con los suyos y la abracé bajo sus pechos, Zoe estaba en un estado preorgasmico, su sexo se contraía, latía Me entretuve jugando con sus pechos mientras cubría de besos su cuello, su mejilla calida y sonrosada, suspiraba, jadeaba, susurraba mi nombre, la elevé ligeramente tomándola por las axilas y cogiendo mi sexo se lo introdujo con ansiedad en su interior, con su propio peso la penetré profundamente, Zoe no pudo reprimir un pequeño grito, comenzó a botar sobre mi, sus gritos y jadeos se intensificaban, yo acompañaba su movimiento masajeando el clítoris, mi sexo era fuego en su interior, sentía perfectamente su vulva contraerse contra mi sexo, ella arqueaba la espalda con una mueca en la cara, sus pechos subían y bajaban a un ritmo vertiginoso, el glande era el centro del universo, todo mi cuerpo giraba en torno suyo, una contracción en el escroto provocó el éxtasis durante varios segundos, Zoe lo sintió en su interior y se corrió al mismo tiempo gimiendo de placer, con la espalda tensa, convulsionándose como si recibiera pequeñas descargas hasta que se quedo inmóvil apoyando su espalda en mi pecho, nos quedamos quietos algunos minutos, completamente relajados y preparados para comenzar la cena después del postre.