Zeks (19 - Final)

Tan rapido vino y tan rapido se fué.

Zeks 19

Yo no te abandonaré

La luz del sol me daba en pleno rostro. Ya debía ser bien tarde. Bostecé, me estiré y me arrastré fuera de la cama. Escuché voces discutiendo, una la reconocí como Santi y la otra como... ¿Dani?

Me puse una camiseta de Santi(no encontré mi ropa) y salí a saludar. Cuando entré los dos callaron y me miraron. La hostil mirada de Dani me hizo temblar y querer volverme a la cama.

Santi bajó la vista; mi hermano clavó su mirada en él:

Piensa en lo te he dicho.

¿Qué le has dicho? – Preguntó un invecil curioseando(yo).

Nada que te importe. – Y Dani me miró de forma matadora.

Santi me miró pensativo.

Lo pensaré – Susurró.

Se fue como un temporal que arrastra todo a su paso. Yo no sabía qué decir y Santi estaba muy pensativo.

Se sentó en el sofá todo callado. Yo desayuné y luego me senté junto a él.

Como acordándose de mi existencia, se volvió hacia mí con una tímida sonrisa.

Ve a buscar vaselina. – Me dijo ruborizándose.

No la necesito, no me haces daño.

Me miró como quien mira a un ser infinitamente más tonto.

Vale, ya voy.

Me levanté fui al baño, lo cogí. Y cuando volví al cuarto de estar no había ni rastro de Santi.

Aquí.

Entré y me encontré con un hombre desnudo. Un sublime Adonis de líneas perfectas tumbado en la cama completamente desnudo.

Avancé hacia él como un perrito al acercarse a su amo. Olisqueé su cálida piel y me tumbé encima de él.

Rodamos hacia un lado y él quedó encima. Alcé los brazos, me quitó su camisa. Rodamos otra vez mientras nuestro abrazo unía dos bocas que se deseaban fervientemente. Las lenguas jugaban a rozarse al igual que nuestros vigorosos cuerpos. Rodamos una vez más y quedé de bajo, de nuevo.

Quiero que lo hagas.

¿Qué haga qué? – Pregunté lamiendo su oreja.

Quiero que me penetres.

Le abracé con más fuerza. Y pregunté si estaba seguro.

Lo deseo con toda mi alma cariño.

Me acomodé boca arriba.

¿Así? – Preguntó.

Le explique que era el mejor método que conocía para que no doliera.

No duele tanto como parece. – Le dije viendo su indecisión.

Voy a hacerlo, quiero unirme a ti por completo.

Pajeé mi nabo un poco y Santi le puso una buena(casi exagerada) cantidad de vaselina. Yo lamí su agujerito para relajarlo (y lo conseguí). Unté su culito con vaselina y él se colocó encima de mi falo.

Es grande.

El tuyo más – Comenté.

Puso cara de circunstancia la primera vez que notó mi pene empujar hacia dentro.

Prométeme que no dolerá.

Lo prometo.

Lo intentó muchas veces, finalmente la cabecita se abrió paso, Santi hizo una mueca de dolor, yo le besé y le dije lo mucho que lo amaba.

Siguió bajando. Subía un poco y bajaba de nuevo.

Ahhh. – Suspiró cuando estuvo empalado totalmente por mí.

Yo sentí una fuerza oculta, me gustaba esto, pero me seguía sintiendo pasivo, no me sentía el poderoso hombre que penetra sino el amante que ama de una manera nueva. No sé si me comprendéis.

Santi cabalgó encima de mí cada vez más deprisa, me sentía volar. Totalmente unido, ahora sabía que Santi era mi verdadero amor.

Santi descargó un enorme chorro de semen a mi pecho, yo inundé su hasta ahora virgen culito. Nos abrazamos, jadeantes, Contentos unidos.

Nunca te olvidaré, Efebo. Te quiero.

Ya era muy tarde cuando se removió y me izó lentamente. Me vestí como pude y adormilado me dejé llevar hasta el coche.

Santi condijo totalmente en silencio. Pensativo, extraño. Estaba tan feliz que no me di cuenta de lo que me venía.

Me bajé y esperé a que me diera un beso de buenas noches, pero nunca llegó ese beso.

Johnny – Empezó, algo se altero dentro de mí gritando "no ha dicho Efebo" – Te quiero mucho.

Aguanté la respiración.

Pero – Dije.

Pero no podemos seguir juntos. No me llames no me busques. – Sus ojos se llenaron de lagrimas – Te amo. – Me dijo.

Y se fue. Se fue como había llegado, de repente.

Y allí quieto, con la boca abierta y demasiado estupefacto como para pensar estaba yo.

Miré la carretera sin entender nada. Estuve un rato allí, vete a saber cuanto, hasta que recogí los cachitos rotos de mi corazón y cabizbajo me subí a casa.

Me eché en la cama nada más llegar y lloré hasta secar todo mi cuerpo. Creí morir, deseé morir. Sentí que todo mi cuerpo se resquebrajaba.

Mi hermano abrió la puerta.

¿Qué pasa?

Se sentó a mi lado. Acarició tiernamente mi mejilla y me besó en la frente.

Yo apoyé mi cara en su pecho y lloré hasta quedar exhausto. Él me abrazó y me dio un beso en los labios.

Yo no te abandonaré nunca.

Alcé la vista de ojos enrojecidos.

¿Quién te ah dicho que me han dejado?

Se puso nervioso.

Bueno, es obvio, eso se nota...

Puede que siga, puede que no, todo depende del destino, Santi, mi amor, te necesito, vuelve.

Tu efebo, ¬_¬,