Zeks (14)

Curso didáctico para el buen uso de la cinta aislante.

Zeks 14

Curso practico para el buen uso de la cinta aislante

Terminé diciendo en el anterior relato que parecía un colegial de la alegría y como buen colegial (je je) en unos pocos segundos urdí un plan para pasarlo muy bien.

Ahora vengo, voy al baño, no te muevas, ¿eh?

No, no. – Respondió Santi – Pero date prisa.

Salí cerrando la puerta tras de mí, esperaba que en el estado de excitación en el que estaba él no se extrañara de cerrar la puerta.

Bueno, desesperado busqué una cuerda o algo con lo que sujetar las muñecas de Santi y algo a donde sujetarlo.

Pensé en l a cama, pero no. El balcón ya lo teníamos visto. En el salón no podía sujetarlo a nada. La cocina o el baño.

Encontré cinta aislante, que aunque no es cuerda serviría igual.

Entré con una sonrisa en la cara de las que los ángeles sentirían celos, o eso dijo Santi.

¿Efebo, qué tramas?

¿¿Yo?? – Respondí indignado – ¿Eso crees, no? Siempre que me acerco a ti amistoso me dices algo así.

Me di la vuelta y caminé rápidamente hacía la cocina.

¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

Santí entró confiado en la cocina y me vio apoyado en una columna que hay de adorno en la cocina, para separar la sala y la cocina.

¿Qué te pasa? – Dijo un desconcertado Santi – Creía que todo estaba arreglado – apoyó la espalda en la columna.

Yo en un rápido movimiento me lancé a besar su boca, mientras mis manos apresaban sus muñecas. No sé cómo no se dio cuenta o cómo se dejó atar por mí en la columna. Solo sé que cuando me separé de él unos pasos, mi plan estaba en funcionamiento.

¿No te encuentras un poco atado?

¡Johnny, suéltame ahora mismo!

¿Porqué? Tú me ataste a la barandilla del balcón. Da gracias de que no te halla atado a una farola en la calle.

¿Y ahora qué vas a hacer?

Esa era una buena pregunta, no había pensado nada concreto. Le miré a la cara, que mono estaba completamente a mi merced. Disfruté viendo cómo suplicaba que le soltara.

Vaya no lo he pensado aun, me voy a dar una vuelta mientras lo pienso.

No se te ocurra dejarme aquí, no me dejes aquí. – Yo me puse mi camiseta, una chaqueta y el abrigo y abrí la puerta para irme - ¡ JOHNNY!

Eso fue lo ultimo que escuché. Por suerte me cogí las llaves antes de cerrar.

Bajé por el ascensor pensando en qué hacerle. Cuando al abrirse las puertas me encontré con mi amigo del sexto.

Alex ¿Qué tal estas?

Él me saludó alegremente.

Iba a dar una vuelta, ¿Me acompañas?

Sí, claro.

Caminamos un rato con toda tranquilidad, mientras yo seguía en mis cosas.

¿Qué te pasa?

¿Qué... ?

Estas como ausente.

Ah, eso. Es que he atado a Santi y ahora no sé que hacer con él. – Lo dije así, como si nada, como si fuera algo de lo mas normal – Sé que quiero follar con él, pero no sé que hacer para hacerlo más...

¿Qué le has qué?

Atado...

Me miró con los ojos muy abiertos. Nos callamos y sin aun quererlo nos acompañamos hasta la puerta de casa de Santi.

Si esta atado... – Yo le miré interesado, Alex sonrió tímidamente – ¿Yo podría mirar?

¿¡Mirar!? – Él asintió con la cabeza – Hombre... Me da vergüenza... Y además no nos conocemos tanto como para...

Por favor, no se lo diré a nadie.

Más te vale. Pero si a Santi no le va la idea...

Me voy y listo.

Me lo pensé un rato y luego acepté.

Entré sonriente y directamente a la cocina. Allí estaba Santi sentado en el suelo, con las manos atadas hacía atrás a la columna.

¿Te has aburrido mucho?

Oh, no, me he dado una vuelta y he tenido tiempo para contar las baldosas del suelo. – Gruñó socarrón.

Me alegró. – Respondí dándole un beso sonoro en la frente.

Este es Alex, tu vecino de abajo.

¿El mirón de lo del Balcón?

Sí ese. – Alex carraspeó nervioso – Tiene una duda – Santi me miró – Yo le dije que eras un semental y no me cree.

¿Y para eso tienes que atarme?

No, eso es un premio por lo del balcón.

Me quité el abrigo y la chaqueta, lo deje todo en una silla. Alex se sentó en otra, después de ponerse cómodo.

Yo me acerqué hasta Santi, que seguía en el suelo, me puse enfrente de él.

Mi vientre estaba a la altura de su frente, por lo que yo tuve que mirar hacía abajo para ver en sus ojos una mezcla entre miedo y deseo. Hasta ahora él había llevado la voz cantante, pero por primera vez notaba como alguien lo dominaba. La verdad es que aunque la sensación de dominar a alguien me atraía profundamente y me excitaba, para que negarlo, no conseguía la seguridad que yo creía que debía tener. Me seguía gustando más cuando Santi me "dominaba".

Pero iba a seguir adelante, o sí.

¿No querrás hacerlo delante de él?

¿No te atreves?

No es eso... es solo que... Bueno...

Tranquilo, si no te atreves no pasa nada, no es malo tener miedo a quedar mal.

No tengo miedo. No lo tengo. Desatame y veras.

Si te desato me follarás en una forma vestial – no sé si pregunté o afirmé. Santi sonrió.

No. Creo que no te desataré. Me gusta tenerte bajo control. Me gusta verte sufrir así.

Me alejé un poco y dije que me iba al baño un momento.

No sabía que iba a hacer con él, pero sabía que habría sexo. Pensé en Alex, un chiquillo al fin y al cabo, que iba a ver su primer acto sexual en vivo. Sonreí.

Me lavé las manos y me dirigí a la cocina donde Alex sonreía ampliamante, en sus manos tenía el rollo de cinta aislante que había utilizado yo antes.

Me acerqué a Santi y se levantó del suelo. Me acerqué para besarle. Él me miraba y sonreía de forma conspiradora. Miró a Alex.

Me dio mala espina y me eché hacía atrás mirandoles a los dos. Alex se acercó a paso lento por un lado y Santi por el otro.

Estabas atado. – Dije asustado.

Estaba. He hecho un trato con nuestro mirón. – Se rió – Le prometí darte un buena follada si me soltaba.

¡Alex!

Santi me agarro de las muñecas, forcejeé con él y estuve a punto de soltarme, pero Alex vino en su ayuda y antre los dos me llevaron a la mesa de la cocina.

Observé asustado como el vecino ponía nuestra ropa en la mesa formando una especie de colchoncito. Santi me tiró hacia allí y me tumbó boca abajo encima de la mesa.

Me iba a levantar cuando Alex, en menos que canta un gallo, me ató las muñecas con cinta aislante a los lados de la mesa. Santi me echó un poco hacia atrás y me acomodó. Puso mi cintura al borde de la mesa, yo apoyé mis pies en el suelo, sin escapatoria y cazado en mi propia trampa.

Alex caminaba tocandose de forma descadara, mientras Santi rozaba con su verga dura mi rajita.

¿Quién esta ahora atadito? ¿Quién va a ser follado delante de alguien? ¿Quién está bajo mi control? – Apoyé la cabeza resignado. Noté un azote en el culo, me escoció - ¿Quién? ¡Contesta!

Yo. Yo estoy atado.

¿Quién te follara? ¿Quién tiene el control? ¿Quién es el amo?

Tú. Tú eres el amo.

Sí.. lo soy.

Una mano acarició mi nalga enrojecida por sus azotes. Respiré hondo, sabía que esta vez dolería.

Noté como la cabeza quería entrar, como ano se resentía, como empujaba Santi.

Un grito de angustioso dolor surgió de mí cuando noté que la verga entraba en mí sin lubricación alguna. Un par de lagrimas recorrieron mi rostro. El dolor no cesó, solo me acostumbré a él despues de que Santi se quedara quieto con la polla totalmente dentro de mí.

Repiré hondo con las lagrimas a flor de piel. Suspiré tembloroso y miré a alex que observaba boquiabierto la escena.

Efebo, ¿Estas bien? ¿Sigo?

Cabrón... – Susurré.

Eso me lo tomaré como un sí.

Cerré los ojos e intenté relajarme.

La sacó suabemente y muy despacio para volver a meterla del mismo modo. En ese momento noté como mi respiración se agitaba, como mi verga se endurecía fuertemente y como un suspiro placentero aterrizaba en mis labios.

Santi fue acelerando cuando vió que disfrutaba. Alli en una mesa, delante de un alex que se masturbaba como nunca en su vida, supliqué que me la metiera más fuerte, me sentí muy puto, quería sexo y no me importaba quien estuviera delante.

Santi jadeaba y me decía cosas que no entendia, pero que me excitaban aun así. Los dos sentíamos un placer indescriptible. Me follaba sin contemplaciones, esta vez no había suavidad, era puro sexo, pura pasión desenfrenada, una pasión en el que él me poseía como un animal.

Escuché un gemido cerca de mí. Alex se había corrido abundantemente y cansado se había sentado en una silla.

Santi me la metió con tal fuerza que me empujó hacia delante. Acelero los movimientos, los jadeos se hicieron mas profundos , como sus envestidas dentro de mí. Yo gemía con fuerza, me movía y apretaba mis nalgas cuando Santi tenía la verga dentró para poder notarla.

Una envestida me hizo gritar con fuerza de placer y mi grito se confundió con el grito de Santi. Noté el calido liquido dentro de mí. Santi cayó a una silla cercana agotado. Mioentras que yo, atado solo pude apollarme en la mesa, con las piernas abiertas y de ellas callendo hilillos de semen.

Me quitaron la cinta aisante y yo me arrastré hasta otra silla.

Alex me miró con una mueca de disgusto.

Has dejado mi abrigo lleno de semen, capullo.

No pude evitar reirme.

¬_¬,

SIENTO NO HABER ESCRITO ANTES, POR FAVOR PERDONAR MI TARDANZA. GRACIAS.