Zapatos de Mujer

En zapatos de tacos altos me hice mujer

Me gustan los zapatos de taco alto, desde siempre me gustaron y formaron parte importante de mis mayores fantasías. Es que pienso que poco supera el poder de seducción de una mujer que sabe lucir sus bien contorneadas piernas y, en especial, si calza zapatos de tacón alto…es casi un fetichismo… casi?… no, incluso es más que eso… es como ya dije, parte importante de mi mayor fantasía, porque pienso que la mujer es mucho más sexual y disfruta mucho más en el sexo que el hombre… y desde siempre quise sentir eso… el poder sentirme muy femenina… mujer… me entienden? en fin, qué le voy a hacer, así soy yo! Y volviendo al tema central, les diré que me gustan aquellos zapatos que los gringos adecuadamente llaman “fuck me pumps”, de corte clásico, delicados en sus formas, con los talones y costados bien curvos, la punta terminada en triángulo cerrado y el empeine rebajado como para mostrar el comienzo de la comisura de los dedos… zapatos clásicos, como aquellos que usaba regularmente Sofía Loren o Victoria Paris, jajaja, me siguen?

En fin, como mi pie es algo más grande que los típicos pies femeninos, no podía comprar aquellos que se pueden encontrar en el comercio habitual y no me quedó otra alternativa que mandar a hacerlos en forma especial, a mano. Me dirigí a un sector de mi ciudad en que se agrupan muchos artesanos del calzado y recorriendo las vidrieras me topé con un bolichito pequeño que exhibía precisamente el tipo y modelo de zapatos con los que yo había soñado por años. Entré algo nervioso al pequeño y estrecho local de ventas, que se encontraba en semipenumbras y cuyas paredes se encontraban abarrotadas de zapatos, dejando poco espacio para un mesón de atención detrás del cual había un solo dependiente, vestido con pechera y atuendos que me indicaban claramente que él era además el artesano mismo. Con mucho nerviosismo, como tragando saliva, le pedí hacer un par de zapatos como aquellos que estaban en la vitrina (indicándole con el dedo el modelo) y que lo quería en cuero negro brillante y de tamaño 43! El zapatero me miró largamente a los ojos sin decir nada y luego, esgrimiendo una sonrisa algo sórdida (eso me pareció en ese momento), respondió que él estaría encantado de hacerlos, pero que para poder hacerlos bien debía tener la plantilla del pie de la dama que iba a usarlo! Diablos, no había pensado en ello! Me quedé unos segundos pensando en silencio cómo salir del paso, cuando él me interrumpió con la siguiente pregunta: -“Disculpe mi atrevimiento, no lo tome a mal, pero como no sería la primera vez que me piden zapatos de ese tamaño, me preguntaba si acaso no serían, y disculpe nuevamente… no serán por casualidad para Usted mismo?”

El corazón me dio un salto y quise salir corriendo de ahí, más me contuve al sentir su mirada serena y calmada, como si todo fuera de lo más normal para él… mierda, cómo lo supo?... qué hago?... y qué diablos, al fin y al cabo este tipo no me conoce, quizá no lo vea nunca más en la vida y en cambio, los zapatos que por tanto tiempo anhelaba poder vestir estaban allí mismo, a una simple palabra o confesión de distancia.. … ok, adelante, hagámoslo… y desviando la mirada hacia fuera del local como para no dar la cara, tragándome una vergüenza que había ocultado en forma culposa casi toda mi vida, con la voz entrecortada y muy baja, respondí que sí, que eran para mí! Mmm..., me lo imaginaba- me dijo sin quitarme esa mirada fija y calmadamente, como si acá no hubiera pasado nada, como si la primera vez en toda mi vida que confieso a alguien que me gusta vestirme de mujer no tuviera ninguna importancia… Bueno, siguió, entonces sáquese el zapato del pie derecho y ponga su pie sobre esta plantilla. Se arrodilló en el suelo, tomó mi pie descalzo y lo apoyó sobre una plataforma curva con el contorno de un zapato de tacón, dibujó el contorno de mi pie sobre una placa, tomó otras medidas del empeine y de otras partes del pie y luego de anotarlo todo en su libreta, se irguió, fue detrás del mostrador y pasándome una tarjeta del local me dijo que estarían listos más o menos en una semana más, que llamara antes eso sí para estar seguros… y ah, que a él le interesaba mucho que el cliente quede absolutamente satisfecho con el servicio por lo que me sugería, basado en anteriores experiencias con clientes similares, ver y probar los zapatos en la forma en que luego serían usados, por ejemplo, que si pensaba usarlos con medias debía traerlas, para así ver bien detalles finales como el calce o el tono de color, o que si quería ver cómo me quedaban puestos o se veían al caminar también sería útil traer alguna falda o vestido, esas cosas…que sólo de esa manera saldría de allí con un producto a entera satisfacción mía… uf, de verdad no podía creer lo que me decía, si sólo eran zapatos pensaba yo, pero quien sabe, quizás podía tener razón… en fin, luego de pagar el 50% del importe por adelantado, y de discutir algunos detalles estéticos de los zapatos mismos, salí de ahí rápidamente y sin mirar atrás, como escapando de la vergüenza de haber sido descubierto en mi gran secreto… pero al mismo tiempo contento por el hecho de que , al fin, al fin, iba a poder calzar y lucir unos bonitos y sensuales zapatos de taco alto… zapatos de mujer!

Pasó una semana entera, durante la cual disfruté comprándome medias con ligas y algo de lencería ad hoc a mis nuevos zapatos. El jueves llamé por teléfono con lo que confirmé la cita para el viernes por la tarde; eso sí, agregó, dada la naturaleza de mis pruebas sería mejor hacerlo a local cerrado, por lo que sugería llegar a eso de las 18hrs. Estuve de acuerdo con ese detalle e incluso le agradecí su discreción. Llegó el día, mi corazón ya explotaba de emoción, lo único que siempre me había faltado para vestir como la mujer que siempre había querido ser estaba a punto, a minutos de hacerse realidad, ustedes me entienden no?...

Los días viernes toda la oficina sale más temprano que de costumbre, por lo que aproveché para quedarme solo(a) y encerrarme en el baño para quitarme la ropa interior de hombre y ponerme unas sexies pantaletas de encaje negro que me quedaban regio junto a unas medias negras, todo ello para efectuar las pruebas de los zapatos como me lo había sugerido el maestro zapatero, además de que, para qué negarlo, me encantaba vestir así, obvio no? Me puse encima los pantalones habituales, me subí al auto y me sonrojé de placer al sentir, incluso bajo la tela de los pantalones, el roce del nylon de mis medias, ese roce, ese sonido, esa sensación siempre me produjeron un enorme placer, un placer que formaba parte de la maravilla sensual y sexual que son las piernas de una mujer

Llegué al local nerviosa y excitada de emoción, dejé en el suelo el bolso en el que traía algunas cosas adicionales y luego de saludar al artesano, le exigí cual colegiala hiperventilada poder ver mis nuevos zapatos. El se limitó a sonreír diciendo que comprendía perfectamente mi entusiasmo, por lo que cerraría el local para asegurar mayor discreción. Una vez ya solos, sacó de una bolsa el más hermoso par de zapatos de tacos altos que jamás había visto, y eran míos… se imaginan? Y ahí me quedé admirando las sensuales formas de sus contornos, los que acentuarían las curvas de mis pies y piernas, revestidos en un brillante cuero negro… eran los zapatos que mi alma de hembra siempre deseó tener y lucir… Al cabo de unos instantes, el artesano me distrajo de mis ensoñaciones invitándome a probarlos, con toda confianza, por lo que me quité los zapatones de hombre para introducir mis pies ya enfundados en nylon en esas esculturas… dieron un calce perfecto, lo que se esperaría de un producto hecho a medida, por lo que me quedé extasiada mirándome los pies… Entonces el maestro me sugirió verme en un buen espejo, por lo que pasó a la trastienda a buscar uno, pero como el espacio era bastante angosto no hubo forma de evitar que en su pasada por detrás de mí tuviéramos que restregar nuestros cuerpos, quizás más de la cuenta, y en un cambio de pisada incluso quedó pegado con su pelvis a mis formas traseras por algo más de un segundo incluso, lo que unido a la posición en que yo me encontraba, con las piernas estiradas sobre mis tacones, me produjeron una ligera , cómo diríamos?, una ligera comezón… Al mismo tiempo, desde la trastienda el maestro sugirió que, ya que traía puestas las medias, quizás me gustaría ver cómo se me veían las piernas completas con los nuevos zapatos, y que si quería, con toda confianza, podía quitarme esos pantalones, me decía todo ello mientras arrastraba un enorme espejo de cuerpo completo y lo dejaba apoyado contra la pared… no lo pensé dos veces, me quité los pantalones y me quedé sólo con mis medias, mis pantaletas y la camisa blanca de oficina a modo de vestido mini… y con mis zapatos por supuesto… a esas alturas ya nada más me importaba pues todo lo que veía en el espejo era la silueta que siempre había querido ver, y estaba como extasiada mirando las curvas de mis muslos, de mis pantorrillas, del empeine, me agachaba girando y doblando las piernas juntas como en un baile sensual, estiraba una pierna sensualmente hacia el lado con el pie volteado, en fin, estaba admirándome y sintiéndome de lo más femenina y sexy, cuando el maestro decidió volver a pasar por detrás de mí, sólo que esta vez no se demoró uno o dos segundos en pasar por detrás sino que se quedó descaradamente pegado a mi trasero… y haciéndome sentir además su ya manifiesta virilidad a través de las telas… no puedo describirles lo que sentí en ese momento… ahí estaba yo, sintiéndome muy femenina enfundada en medias y tacos altos, mientras un hombre me apuntalaba su duro miembro justo ahí donde más sensibles somos… “Uuyy, nos quedamos pegados” - me susurró al oído en un tono medio sarcástico, -“quizás si te mueves un poco podríamos salir de esto”… pero a esas alturas de las cosas mi alma de hembra caliente ya dominaba mi ser por completo, incluso mi voluntad, por lo que decidí con gusto seguir el jueguito, moviéndome como él me había pedido, pero no hacia el lado para salir del atasco sino todo lo contrario, restregando mi trasero contra su protuberancia, como buscando el mejor y más placentero acomodo de ese objeto de deseo contra mi rajita… “Ufff....” le dije coquetamente volteando mi cara hacia atrás: -“es que hay una enorme tranca ahí abajo que no me deja pasar… parece que nos quedamos pegados…” “y que tal si sacamos esa tranca? Te gustaría?” me respondió mientras rodeaba con su brazo izquierdo mi cintura apretándome aún más contra él al tiempo que, sin esperar una respuesta de mi parte, sentía cómo se abría el cinturón y se bajaba los pantalones para luego tomar mi mano derecha y dirigirla hacia la tan mentada tranca, una verga calientita y dura, que quemaba la piel de mis manos y mis sentidos, verga que acaricié con gusto mientras la sobaba, la apretaba, la masturbaba, la deseaba… y la deseaba tanto que quise agacharme para besarla, más sólo alcancé a hacer el ademán de inclinarme pues él me tenía muy tomada con su fuerte brazo y no me permitía más movimientos… “tranquila mijita, adónde va” me ordenó en forma perentoria-“no se me ponga chúcara puéh, que me la voy a culear aquí mismo, así paradita” mientras volvía a colocar su cosa en mi mano mientras me manoseaba e intentaba toscamente bajarme los calzones, lo que finalmente consiguió a punta de tirones, dejando mi culito desnudo y a entera disposición de su pichula parada, la que encajó con enorme gusto de mi parte justo ahí a la entrada, que lo recibía con placer moviéndose sensualmente en pequeños círculos y haciendo el ademán de empujarle como para que entrara donde ambos queríamos tenerla… Sentí cómo me hurgaba el ano con sus dedos, humedeciéndolo con saliva, sentí luego cómo colocaba su verga a la entrada, cómo presionaba para metérmelo mientras yo me abría las nalgas para ayudarle, y cómo, en un postrero empujón más fuerte que los demás, como en un plop, se me abrió la cuevita y su cabezón ya estaba adentro... casi no sentí dolor, al contrario, la sensación de sentir esa cosa dura y calientita desflorando mis encantos, de sentir que me estaban metiendo el pico, me hacía entregarme más y más, me restregaba contra él mientras me la forzaba más adentro, -“te gusta? Te gusta cómo te meto el pico perrita?” me susurraba al oído…-“sí, sí” contestaba yo jadeando y ansiosa por recibir esa embestida final gloriosa que haría volar en mil pedazos mi naturaleza y me transformaría en hembra para siempre... sentí mis carnes desgarrarse ante la presencia rugosa del cuerpo tieso de esa pichula que me violaba, que me hacía suya, que me hacía aquello que tantas veces había soñado y que ahora estaba siendo realidad… al fin un hombre me estaba haciendo mujer, mujer... y continuamos en un agitado mete y saca consumando ese rito maravilloso de la unión íntima entre macho y hembra, hembra síiiii, así me sentía, mientras observaba en el espejo la silueta en penumbras de mis tacos, de mis piernas entreabiertas terminadas en un "vestidito" que apenas tapaba partes que en ese momento ya no quería ver, no mientras un hombre desconocido me culeaba abrazándome desde atrás y me besaba apasionado por el cuello y me susurraba cochinadas que no hacían más que calentarme aún más mientras sentía el aliento de su boca buscando la mía para sellar nuestra unión con besos... que maravilloso momento, que maravilloso es ser o sentirse mujer para entregarse a un hombre caliente, para ser poseída... y en eso, mi macho aceleró sus embestidas, tanto que tuve que afirmarme en el espejo para no caer hacia adelante, y junto a un último envión, el más profundo y violento de todos, sentí cómo me regalaba en mi interior con la esencia misma de su hombría, su semen... Y ahí nos quedamos un rato, sin movernos, tratando de recuperar el aliento, su pichula aún dentro mío, nuestros labios buscándose con ansias... "que rica cacha guachita... te gustó? no era eso acaso lo que en el fondo querías ah? no era para eso que te gusta vestirte de mina? pa' que te planten unas buenas cachas no?" me dijo casi despectivamente luego saliendo ya de mi, y yo, aún flotando en el cielo, sólo respondía sumisamente que sí, que me gustaba sentirme mujer y que me fascinaba estar allí sintiéndome mujer entera, total qué importaba? si en el fondo era la mayor verdad que había dicho en mucho tiempo, ajajá.

Luego de eso, ya más calmadas las pasiones, nos vestimos rápidamente cada uno por su lado… más yo no quise quitarme mis zapatos de tacón alto, aquellos con los que me habían hecho tan mujer… simplemente salí de allí con ellos puestos...