Zapatillas ardientes 2

Volvi a lo de Luvna para una nueva sesion

ZAPATILLAS ARDIENTES 2

Hacia ya tres meses que había visitado a Luvna y probado sus habilidades; el recordar los momentos pasados me producía una fuerte erección. Termine contratando una nueva sesión.

Me recibió Luvna, la rubia nórdica y su asistente la morena dominicana Zintia, ambas vestidas con diminutas bikinis de cuero y calzando sus clásicas zapatillas de danzas, recordare que eran del tipo de media punta, con suela entera, muy flexibles, gastadas y realizadas en suave cuero, blancas las de Luvna y negras las de Zintia.

He venido para que castiguen mi pene con todo crueldad, aplicando los métodos que crean más convenientes, no importa el grado de dolor, este tormento durara hasta que yo pida clemencia. Mientras decía esto me desnude completamente; Luvna con una sonrisa dijo que siempre le gustaba tener una pija circuncisa para castigar pues aguantan mejor la tortura.

Me ordenaron que me tendiera sobre un potro de tortura que se encontraba en el centro de la sala; Zintia aseguro mis extremidades a la esquinas del potro y frotando con sus zapatillas termino de conseguir una buena erección. Luvna me dijo: Zintia empalara tu pene en una forma suave a fin de instalar dentro de el un elemento firme. Tu carne se abrazara a la madera y entonces nuestros golpes surtirán mas efecto. La morena se encaramo al potro, se ubico entre mis piernas abiertas y escogió dos varillas de madera, engrosadas en parte por ásperos nudos. Zintia lubrico la primera y trato de hacerla entrar en el pene; penetro un poco pero muy ajustada; la desecho e hizo lo mismo con la segunda; esta se fue deslizando lentamente hacia abajo, produciéndome una sensación indescriptible; Zintia golpeteaba con su zapatilla el cuerpo del pene y el extremo de la madera haciéndola avanzar. cuando faltaban ingresar unos cinco centímetros de varilla, el ultimo nudo se trabo al pasar el glande. Zintia comprobó que la varilla había quedado firmemente insertada en el pene y sonrió complacida. Coloco un par de anillas ajustables de goma, una en la base del pene y otra en el escroto.

Luego trajo un gran tablero de madera, adecuado al tamaño del potro y con patas en sus extremos, en el centro tenia un agujero, lo coloco sobre mí, pasando mi pene y escroto por la abertura, luego pude advertir que esta se ajustaba y dejaba perfectamente expuesto mi erecto pene y la bolsa testicular. Luvna me coloco una almohada bajo la cabeza a fin de que tuviera una perfecta visión para disfrutar el espectáculo.

Ambas se descalzaron un pie, colocaron la zapatilla sobre mi boca y nariz y con gran agilidad subieron al tablero, yo estaba absorto con la visión de esos pies de arcos perfectos, finos dedos y uñas pintadas, les pedí que se acercaran para poder besarlos así como las zapatillas. Mientras yo experimentaba la tibieza del cuero de las zapatillas, ellas comenzaron a caminar  sobre mis partes. Luvna  aplastaba mi pene; con el pie descalzo sostenía firmemente el extremo de la varilla contra el tablero, mientras su zapatilla apretaba todo el cuerpo del pene en un movimiento de amasado de un rodillo contra la madera, a veces cargaba su peso sobre el pie y me miraba a los ojos para ver mi reacción. Yo sentía los nudos de la madera dentro de mi pene, al ejecutar presión, los nudos se incrustaban en la uretra y me causaban un gran dolor; Luvna lo sabia y sonreía complacida al oír mis ayees de dolor. Repitió este movimiento de amasado sobre el glande, pude sentir el último nudo de la varilla en mi interior.

Zintia se entretenía con mis huevos; arañando el escroto con las uñas de su pie descalzo o apretando fuertemente su zapatilla sobre los testículos y graduando la intensidad y duración del pisotón. La visión que yo tenia era deliciosa; esos pies perfectos y zapatillas a pocos centímetros de mis ojos torturando mis partes, era realmente un verdadero placer.

Luego de un rato bajaron del tablero, Zintia anudo un cordel que pendía del techo al extremo de la varilla de mi pene y lo tenso de forma que quedara bien vertical; esto explico Luvna era para evitar movimientos del pene cuando recibiera su próximo castigo.

Ahora te azotaremos con las zapatillas, dijo Luvna y se coloco a un costado, haciendo lo propio Zintia en el otro. Luvna hizo restallar con fuerza su zapatilla sobre el cuerpo de mi miembro, al sonoro chasquido respondí con un grito de dolor; sonrieron, Zintia descargo un fuerte golpe de lleno, luego rítmicamente, pausados pero muy severos me dieron unos treinta azotes cada una; en la mitad del castigo, viendo cuando la suela estampaba mi carne y el dolor resonaba en mi cerebro, me corrí, solamente unas pocas gotas de semen asomaron por el extremo de la varilla. Luego se intercambiaron los lugares y volvieron a sucederse los chasquidos, restallando siempre la punta de la zapatilla Luvna sobre el pene y pegando de lleno Zintia sobre los testículos; cuando golpearon treinta veces cada una se detuvieron. Luvna evaluó el resultado, el pene estaba inflamado, la piel tirante brillaba, varios moretones lo adornaban, los testículos parecían a punto de reventar, con varios hematomas.

Luvna me anuncio: Ahora romperemos la piel a golpes de sandalia, veremos saltar tu sangre; Zintia tomo un par de sandalias de cuero de suelas delgadísimas, entrego una a Luvna y ambas tomaron posición al costado del potro. Luvna descargo su brazo con fuerza con un ruidoso chasquido que resonó en la habitación; el grito que salió de mi garganta se ahogo al golpear la sandalia de Zintia sobre la bolsa del escroto. Los golpes y aullidos de dolor se sucedieron rítmicamente, con fuerza demencial, bastaron menos de una docena de golpes, para que las suelas de cuero quebraran la piel del pene y aparecieran unas rojas gotas de sangre, la visión era incomparable, las suelas proseguían chasqueando, algunas gotas de sangre me salpicaron;  yo sentí un temblor en mi cuerpo y luego eyacule, solamente unas pocas gotas debido a la varilla dentro de mi. Las jóvenes se rieron sin cesar el castigo y completaron treinta golpes cada una.

Luvna observo: Debemos castigar más duramente la cabeza del pene; ordeno a Zintia que terminara de hundir la varilla en el pene y amarrara el cordel al glande, así dispondrían de la parte superior para castigar. Esta alegremente cumplió la orden con presteza; desato el cordel de la varilla, me dijo que observara atentamente, golpeteo varias veces con la punta de la zapatilla sobre el extremo de la varilla, pero no obtuvo resultado alguno. Azoto con fuerza tres veces el cuerpo del pene y después la varilla; al tercer golpe fuerte la madera desapareció dentro del pene, yo sentí una descarga eléctrica en mi cerebro.

Amarro la base del glande con el cordel y lo tenso; verdaderamente el glande no había recibido tanto castigo como el resto del pene; su piel intacta invitaba a azotarla. Las jóvenes tomaron sus posiciones, blandieron sus zapatillas y golpearon con ferocidad solamente el glande, aplicaron veinte golpes fuertes cada una; la cabeza del pene estaba completamente hinchada por efecto de la lazada y de los golpes de zapatilla, su color era rojizo morado y pequeños hematomas se veían bajo la piel. Ahora usaremos las sandalias dijo Luvna; con la eficiencia acostumbrada golpearon con las suelas quince veces cada una. Vi rasgarse la piel y brotar la sangre, las sandalias continuaban chasqueando y algunas gotas me salpicaban, sentí en mis labios el sabor amargo de mi sangre.

Tienes una resistencia importante al castigo, a fin de que pidas clemencia deberemos emplear los látigos sobre tu pene y testículos; debo advertirte que sino solicitas clemencia los reduciremos a un despojo desechable.

Zintia trajo los instrumentos: para ella una fusta de montar de unos 70 cm de largo, de cuero trenzado con alma de acero, terminada en dos trencitas una de 10 cm y la otra de 7 cm rematadas por unas pequeñas estrellitas de acero con afiladas puntas, con esta fusta se ocuparía de mis testículos. El otro era el látigo de Luvna; una flexible trenza de cuero negro de 1,50 metros de largo, con un grosor del dedo pulgar en su parte anterior y terminada en una afilada azotera de 60 cm. Ambos látigos eran de temer en las manos de estas expertas.

Me los acercaron a la cara para que los observara, sentí una fea sensación en el culo, bastarían unos pocos golpes de estos látigos para destrozarme los genitales, pero era un gran desafío ver cuanto aguantaba, disfrutar viendo de cerca y sintiendo como esos cueros laceraban y despellejaban mis partes. La voz de Luvna me saco de mis cavilaciones; todavía estas a tiempo de parar tu tormento; quieres que te arranquemos la carne en trocitos, que dices? Sea conteste yo, azótenme sin piedad, oblíguenme a pedir clemencia.

Zintia se ubico del lado de los pies del potro a fin de golpear con su fusta mis testículos; Luvna se ubico a un costado tomando la distancia necesaria para blandir su látigo, lo echo para atrás desenrollándolo sobre el piso, y lo impulso violentamente hacia adelante, con gran elegancia; yo escuche el silbido y vi el cuero enroscándose en mi pene, sentí un dolor indescriptible, el látigo reabrió las heridas de la sandalia. Luego Zintia alzo la fusta y la bajo con un seco movimiento, las puntas de acero arrancaron pedacitos de piel y carne del escroto. De mi garganta no salían sonidos, el látigo volvió a silbar, Luvna corrigió la distancia y con la máxima crueldad hizo que la punta de la azotera restallara sobre el glande, arrancando un trozo de piel al retirarse. La fusta golpeo nuevamente, la sangre saltaba en gruesos goterones, yo me retorcía en mis ligaduras, ahora brotaban aullidos de dolor.

El látigo volvió a castigar, la fina lengua de cuero se enrosco sobre el cuerpo del pene, y se retiro con un trozo de piel, gotas de sangre me salpicaron. La fusta estaba convirtiendo el escroto en un despojo sangriento, cada fustazo arrancaba piel y carne, la sangre brotaba en abundancia. Cuando ambas jóvenes habían descargado diez azotes cada una pararon. El cuadro era dantesco, la parte central del tablero era un charco de sangre, y coágulos con vestigios de piel; el resto del tablero tenía salpicaduras de gotas de sangre. El pene estaba erecto por efecto de su empaladura y del cordel anudado al glande, se podían ver las marcas del látigo en toda su extensión; el escroto era una masa sanguinolenta en donde se advertían las mordeduras de los fustazos.

Luvna me dijo: Realmente eres un masoca fuera de serie, todavía no entiendo que no hayas pedido gracia; no he utilizado todos mis métodos, el fuego y las agujas candentes; también puedo ordenar a Zintia que empale tu pene en la forma mas severa, es una tarea que le demanda entre dos y tres horas de labor y produce efectos irreversibles; he visto hombres fuertes pedir la muerte mientras Zintia les aplicaba este suplicio. Podría cambiar la azotera de mi látigo por una tachonada con pequeñas piezas de metal, seria interesante ver los efectos sobre tu pene; finalmente podría utilizar la fusta de Zintia, treinta azotes bastarían para descarnar perfectamente tu miembro; tu decides.

Mis fuerzas estaban al límite, pero la tentación de probar la fusta sobre mi pene era superior a todo, presenciar en primera fila los efectos de esa fusta sobre mi carne me hicieron contestar si quiero que me azotes con la fusta hasta el final.

Perfecto dijo Luvna con una sonrisa, Zintia excita ese pene, me gusta castigar vergas erectas; esta utilizando sus zapatillas, acaricio mi pene y dándole pequeños golpecitos, el suave cuero consiguió endurecerlo.

Luvna blandía la fusta, me dijo: Llevaras la cuenta y luego dirás azótame, recién entonces yo te castigare nuevamente; si te desmayas se termina el castigo. Va el primero, me aviso; yo no alcance a oír el silbido de la fusta, sentí la mordedura en la mitad del pene, vi que las trencitas se habían enroscado en el; permanecieron unos dos segundos y violentamente la fusta retrocedió, las estrellitas metálicas arrancaron piel y carne. Mi cuerpo se arqueo y se convulsiono, mi voz temblorosa dijo – uno azótame – la fusta se alzó y descendió con un seco golpe; vi chasquear las puntas sobre mi glande, la sangre brotaba, de mi boca salió un aullido animal de dolor y dije – dos azótame – El tercer golpe fue en la base del pene, en forma de chasquido, la sangre salto y me salpico, yo dije – tres azótame – Nuevamente las trencillas se enroscaron en el pene y al retroceder con violencia arrancaron piel y carne, yo me convulsionaba en mis ligaduras, cada azote me producía una explosión de dolor en mi cerebro, mi voz dijo – cuatro azótame – Luvna cambio de lado y revoleo su brazo; la mordedura fue en el glande, una gota de sangre me salpico en la boca, oí mi voz decir – cinco azótame – Esta vez la mordedura coincidió con otra herida anterior, alcance a ver el cuero rodeando el cuerpo del pene y sentí cuando retrocedió con rapidez arrancando su botín, automáticamente dije – seis azótame – Las trencitas chasquearon fuertemente sobre el glande, sobre la carne abierta en anteriores viajes, pude ver como cobraban su objetivo de piel y carne y se retiraban dejando que la sangre brotara libremente; yo dije con firmeza – siete basta cesa el castigo -.

Realmente estoy muy satisfecha con tu desempeño me dijo Luvna, ordeno a Zintia que retirara el tablero de madera y limpiara mis partes, después desato el cordel y retiro las anillas de la base del pene y del escroto; excito mi miembro con sus zapatillas, introdujo el glande y lo acaricio con la suave plantilla hasta lograr una erección, entonces el extremo de la varilla empezó a asomarse por la punta del pene; Zintia extrajo varios centímetros y luego volvió a hundir la madera dentro de mi; repitió la operación varias veces hasta que la retiro totalmente, esto produjo una gran eyaculación, saliendo borbotones de esperma con algunos vestigios de sangre.

Luvna se despidió diciendo: Ese pene y bolas tardaran unos meses en reponerse, vuelve cuando quieras, tenemos muchos entretenimientos para masocas como vos.-

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