Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.
Sólo un recordatorio.
ZANAHORIAS DE HAITÍ.
Puerto Príncipe- El terremoto que devastó Haití justo ahora se cumplen nueve meses- hace tiempo que ha dejado de ser noticia.
Tras describir la hecatombe y el desguace de un país asolado por el seísmo, los periodistas, con un magro botín de crónicas plagadas de tragedias humanas, fueron los primeros en marcharse. Que me perdonen los colegas, pero los únicos que se dieron más prisa en salir pitando de la zona de guerra, tras prometer el oro y el moro en forma de dádiva internacional, fueron los políticos.
Les siguieron los cooperantes de vacaciones solidarias, la mayoría de ellos convocados a través de las redes sociales que pueblan el espacio cibernético. Es muy solidario, queda muy "guay" y está de moda ayudar a estos destripaterrones morenitos pero sin abusar, porque hay que seguir pagando la hipoteca, y no están los tiempos como para que a uno le pongan de patitas en la calle por excederse con los días de permiso.
Y poquito a poco, sin armar ruido, el despliegue militar internacional, tan aparatoso los primeros días, se está volatilizando con pasmosa rapidez. Si no fuera por los camiones y los helicópteros, que siguen haciendo falta para abastecer a las zonas incomunicadas, nadie los echará de menos. En opinión de la mayoría de los haitianos, no hacen falta quince mil milicos para meter en cintura a unos cuantos saqueadores.
¿Queda alguien?
Aparte de los habituales: la Cruz Roja y las ONG´s que siempre dan la cara con riego de que se la partan y/o les retiren las subvenciones en sus países de origen-, pocos más. Ahora mismo, el grueso del personal voluntario lo forman haitianos y dominicanos, que se temen lo peor, en vista del descenso del volumen de ayuda humanitaria.
Entre tanto, el hacendoso haitiano de Puerto Príncipe aprovecha cualquier solar despejado de escombros para convertirlo en huerto. La zanahoria se está convirtiendo en la unidad monetaria de uso corriente, desplazando al gourde la moneda oficial- en las transacciones de trueque.
Ayer mismo, sin ir más lejos, una alcahueta me ofreció los servicios de una impresionante mulata por quince kilos de zanahorias. Decliné tan tentadora oferta, pero, a cambio de un par de dólares, accedieron a que las entrevistara. La anciana treinta y cinco años- terminó confesando que la chica dudo que alcanzase la mayoría de edad- era su hija. La chica opinaba que siempre es preferible un educado periodista a un marine borracho. Ante mi indignación, la buena señora rebajó el precio a diez kilos de zanahorias.
Me temo que Haití está escalando vertiginosamente posiciones como destino del turismo sexual y reclamo de pedófilos.