Zaida. El nacimiento de una sumisa (1)

Aumenta el conflicto, se incrementa la lucha entre naturaleza y vocación... ¿sera capaz de liberarse...?

"Recomiendo la lectura de los anteriores capítulos de esta serie para una mejor comprensión. Disfrutad de la lectura"

"-……No eres la clase de hombre que creía…. Pensaba que tu actitud sería muy distinta- y quitándose los restos de semen que bordeaban sus todavía hinchados pechos con la más absoluta de las indiferencias, se levanto, se dio la vuelta y se dirigió hasta la cama con la misma expresión de quien se queda sin pan porque la señora de delante se ha llevado la última barra. Y yo allí, con cara de estúpido, si explicarme que había pasado, con mi polla tan perpleja como yo colgándome de la manera más ridícula posible esforzándome por ser capaz de juntar dos pensamientos coherentes seguidos……"

Tan solo acertaba a mirarla como se iba hacia la cama sin mover un solo musculo, tan solo alguna leve sacudida de mi recién maniatado miembro. La observaba mientras se tiraba en la cama y, antes aun de tocar el colchón, ya tenía su mano derecha hundida entre sus piernas. Comenzó a acariciarse su rajita de modo mucho más pausado que hacía unos instantes, prestándole atención a toda su entrepierna: Yo estaba embobado mientras la veía acariciarse la parte interna de los muslos, primero en grandes círculos hasta la rodilla, luego acortándolos y deteniéndose peligrosamente sobre su vulva. Pasaba la yema de los dedos por sus hinchados labios vaginales, tenuemente, proporcionándole leves caricias que le hacían arquear la espalda a la vez que se pasaba el dedo índice de la otra mano a través de sus otros labios. Poco a poco las caricias se fueron intensificando, aumentando la presión, lo que hacía que se les abrieran los guardianes de tan divino tesoro para dejar a la vista un encharcado coñito, húmedo y palpitante esperando ansioso de ser atendido. En ese momento, como por arte de magia, una chispa de conciencia recorrió mi cerebro, recriminándome duramente: "¿Pero qué haces pánfilo? Ella aun no se ha corrido y por lo menos estará tan cachonda como tu hace un rato, así que más te vale acercarte a ella y echarle una mano" En aquel momento y tras tan rotundo argumento se me olvidaron todos los desconcertantes hechos ocurridos hasta ahora, deje de pensar como el novio agraviado para pasar a ser el macho que complace a su hembra, así que me recompuse como buenamente pude y me acerqué hasta ella echándome en la cama.

Zaida ya había comenzado a atender a su inquieto conejito, introduciéndose levemente la punta del dedo corazón en su húmeda vagina: Metía tan solo un poquito de su yema, trazaba unos pequeños círculos para esparcir los generosos jugos que manaban de su agujero por la totalidad de su sexo, los sacaba lentamente para volver a repetir la acción, mientras que con la otra mano seguía proporcionando a su jadeante boca un miembro que chupar. Estando ya junto a ella, comencé a acariciarle el vientre despacio (no diré que es el típico vientre plano y duro ya que perfectamente se puede agarrar algo de chicha, pero que os voy a decir, eso es precisamente lo que me encanta) recreándome en él y en sus costados para, unos minutos más adelante, proseguir con mis caricias en sus pechos para que acompañaran el ritmo marcado por su mano en la entrepierna. Pero no pensaréis que resultaría tan fácil, verdad? En el preciso instante en que mis dedos tocaron su carne cesó todo movimiento de ese cuerpo hasta ahora abandonado al placer, y echándome una mirada que podría haberme tirado de la cama me dijo:

-¿Pero qué cojones te piensas que estás haciendo? Ya tuviste tu oportunidad y te comportaste como un perfecto marica, así que ahora lo mejor que puedes hacer es irte a tomar por culo y dejarme tranquila.

-¿Pero se puede saber qué coño te pasa?- Grité yo otra vez desconcertado y fuera de mis casillas - tan solo quería devolverte el favor, y tú me hablas como si fuera una mierda. No sé qué pasa contigo tía

-¿Que quieres hacer qué? Hace un momento no has sido capaz de comportarte y ahora me vienes con tonterías? Anda pringao, déjame un ratito sola, que es la única manera de que pueda disfrutar algo.

  • Pero tú te estás oyendo? Se puede saber que coj….

-¡ QUE TE PIRES YA TÍO, YA ME HAS DEMOSTRADO QUE NO VALES PARA NADA ASI QUE VETE DE AQUÍ!!!!!!!

-Pero….

-¡QUE TE PIREEEEEEEEEEESSSSSS!!!!!

Y ahí estoy de nuevo, alucinado, acojonado y mas perdido que un topo en el IKEA, contemplando a la mujer de la que hasta ahora creía estar enamorado y que ahora reconocía como una desconocida. Y esa mirada otra vez…. La más absoluta de las determinaciones se asomaba a sus ojos y te retaban a seguir ahí, un poco más tan solo, y toda esa ira saltaría y simplemente te haría desaparecer. Pero también había un punto de condescendencia, de frustración como cuando los hijos traen solo cincos en las notas y sabes que han dado el 100% y que no se puede aspirar a más. La conozco bien (bueno, más bien creía conocerla bien) como para saber que algo se la mete entre ceja y ceja es mejor apartarse prudentemente de su camino si no vas en la misma dirección. Así que las preguntas y las explicaciones tendrían que esperar muy a mi pesar. Me levante de la cama y apelando al poquísimo orgullo que me quedaba me dirigí al baño para darme una ducha y salir de aquel epicentro de emociones. Pero parece que incluso la providencia jugaba en mi contra: Ya solo podía pensar en darme una relajante ducha, hacer el vacío en mi cabeza y tener unos breves instantes de calma en mi mente, pero todo ello se perdió cuando al cerrar la puerta vi a Zaida a través de un espejo situado enfrente de la cama. Estaba reanudando los movimientos mecánicamente allí donde los había dejado, dándole a nuestra "conversación" la misma preocupación que le habría dado a una mosca posada en su cabeza. Como es normal a la naturaleza de los hombres, nada hay que pueda hacernos dejar de mirar a una hembra masturbándose, así que me quede allí, bajo el quicio de la puerta del baño, mirando por una rendija como se daba placer. Aunque debo decir que, por algún tipo de mecanismo de defensa, mi polla estaba a menos 100 y no veía posible que mejorara ( Como cuando uno sabe que ha hecho algo mal y prefiere no tocar nada para no empeorarlo, algo parecido me sucedía. No estaba bien espiarla después de lo que había pasado, así que mejor no empeorarlo arriesgándome a que me pillara con el miembro en la mano) Eso sí, puse todos mis sentidos en no perder detalle de la escena porque pensaba recurrir a ella en futuras pajas. Quien no se consuela

Allí veía esa magnífica imagen reflejada en el espejo, tumbada boca arriba sus manos habían recuperado la posición que mantenían hace un rato, la diestra explorando los contornos de su sexo mientras que la siniestra se la pasaba sensualmente por su boca. Las yemas de sus dedos volvían a pasearse por todo el contorno de su húmeda vagina para instantes después abrirse los labios con los dedos índice y anular mientras el corazón se frotaba con la húmeda y rosada entrada de su cueva. Aumentaba cada vez más la intensidad de sus caricias acompañadas de suaves gemidos, mientras que la otra mano había desplazado su atención de la boca para dirigirse hacia unos empitonados pezones, que recibieron sus mimos con una gran muestra de placer en su rostro. Poco a poco, los movimientos circulares ofrecidos a su vagina empezaron a resultarles escasos, por lo que subió sus mojados dedos hacia el clítoris que nuevamente se mostraba orgulloso y desafiante. Comenzó la exploración de este nuevo lugar con unos suaves movimientos circulares cubriendo tanto la zona expuesta como la que aun permanecía tímida y escondida, para luego centrarse en su delicado botoncito. A medida que aumentaba la intensidad del roce, su otra mano también aumentaba, dejando de un lado las tenues caricias para pasar ya a un magreo en toda regla, agarrando todo su pecho, apretándolo o dándose pellizcos a sus inhiestos pezones, o bien llevándolos a la boca para proporcionarles unos suculentos lametones. La sinfonía ya era todo un repertorio de jadeos y suspiros, pero su lascivo cuerpo aun pedía más, así que decidió ayudar a su mano derecha en la búsqueda del orgasmo y bajo hasta introducir de un solo movimiento dos de sus dedos en su hambriento coño. Mientras los metía y sacaba, con la otra repartía cada vez de forma más frenética y menos delicada restregones al hinchado clítoris, lo que produjo que ya empezará a gritar como una perra en celo. Seguía sacando brillo a esa perlita colorada mientras que sus dedos dejaron de salir de su coño, sino que los flexionaba en su interior buscando su punto G y dándole unas merecidas caricias. Sé por experiencia hasta que punto hacen efecto en ella estimular de forma conjunta el clítoris y el punto G, ya que son con diferencia sus zonas más erógenas, y suelo realizarlo cuando noto que su orgasmo esta próximo para que tenga una corrida brutal. Pero, después de un par de minutos en esta pose, debió parecerle insuficiente para la calentura que llevaba encima.

Nunca la había visto así, tan desatada, tan necesitada de sexo duro y fuerte, y lo que es peor, manteniéndome a mí al margen, pero vi como se movía, quedando de costado ofreciéndome una privilegiada vista de su grandioso culo en el reflejo del espejo y, levantando levemente la pierna derecha, introdujo tres dedos de su mano izquierda en el chorreante coño, mientras que con la otra comenzaba a acariciarse la entrada de su culo. Nosotros tenemos en alguna ocasión sexo anal, pero nunca lo hacía en sus masturbaciones. O a lo mejor sí y yo lo desconocía por completo. El caso es que decidió introducir un nuevo foco de placer debido al estado en el que se encontraba y, después de humedecerse los dedos con saliva, introdujo dos de ellos en su prieto culito mientras que la otra mano entraba y salía de su coño como si quisiera traspasarlo. Gritaba, jadeaba y sudaba, con mechones de pelo pegado en su congestionado rostro, llamando a gritos a tan ansiado clímax, implorando la llegada del cosquilleo previo a las convulsiones que la transportarían a un brutal orgasmo. Y para tal viaje, decidió dar un paso más, sacó los dedos que habían estado dilatándole el culo y cogió del neceser situado en la mesita de noche un cepillo. Lo sopeso, pareciéndole correcto el grosor de su mango (algo así como tres dedos) y después de humedecerlo metiéndoselo en la boca se lo insertó en el ano de un solo envite. Un gran grito llenó la habitación al sentirse llena y tiro de su mano izquierda hacía arriba como queriendo agrandar la entrada de su sexo. Aquí, empezó un brutal movimiento, metiendo y sacando el cepillo que su culo había acogido con gusto a la vez que le daba un buen repaso al interior de su coño. Evidentemente los resultados no se hicieron esperar y, tras unos segundos de silencio, comenzó a sentir como millones de pequeñas descargas nacían de su culo y de su coño para recorrer su espalda, arqueándola hacia atrás en un brutal espasmo, y por sus pechos, haciendo que sus pezones dieran otro paso al frente, todo esto acompañado de unos gritos que a la fuerza tenían que haberlos oídos en la recepción del hotel. Tuvo que ser muy intenso el orgasmo, porque estuvo unos dos minutos sacudida por pequeños espasmos que hacían que el cepillo se le introdujera una vez mas, que su mano diera un último coleteo a su encharcado sexo, remitiendo lentamente. Una vez se quedo satisfecha, saco el cepillo de su culo, dejándolo allí donde cayó, saco sus dedos de su rajita y posó su mano sobre ella como queriendo protegerla, y en esta postura se quedo dormida como una bendita.

Y mientras tanto yo, os preguntareis. Pues allí, espiando como un niño cualquiera que ansía ver a su primera mujer en ropa interior en los probadores de una tienda, sin ser capaz de asimilar lo que estaba ocurriendo en el breve tiempo que llevábamos allí. Así que decidir darle una tregua mi mente, me di una ducha y poniéndome unos calzoncillos (no quería tentar a acostarme desnudo porque si Zaida se despertaba y me veía de tal guisa no se que podría pasar) me tumbé en la cama para intentar dormir un poco. Eso sí, en el extremo de la cama, no fuera a ser que la despertara


Tras mirar el reloj, vi que había dormido unas dos horas. Eran ya las 9 de la noche y me despertó el sonido del secador de pelo (estos que tienen los hoteles a modo de reliquia y que sonaba como una turbina industrial) así que me levante y fui hacia el baño. Al verme Zaida por el espejo, apago el secador y dijo

- Vístete

-Hola, buenas tardes, que tal has dormido, siento lo de antes pero tengo trastorno de personalidad, estoy como una perra en celo y necesito sexo continuamente, soy un alienígena que he tomado la forma de tu novia para poder estudiarte…… Cualquiera de esas frases me habría dado más consuelo que un parco y autoritario "vístete", así que lo intenté:

-¿Por qué? Estoy muy a gusto aquí, he pensado que podíamos….

-No te he dicho que pienses, solo te he dicho que te vistas; Nos vamos a cenar por ahí y luego de fiesta, a ver si me puedo dar una alegría esta noche. Y no te creas que tengo algún problema en irme sola

-Ehhhh, Ummm esto . Si señor, muy elocuente, pero decirme, después de lo que me acababa de pasar, ¿Qué habríais dicho vosotros? Mis dos únicas opciones eran quedarme en el hotel y ver como se iba o callarme e ir con ella, a ver si la noche arrojaba algo de luz a mi cegada cabeza. Pensareis que puedo ser un calzonazos, pero no la conocéis: Es una mujer de grandes acciones y reacciones; De buenas, es un regalo del cielo que vive única y exclusivamente para hacerme feliz, pero de malas la única defensa es agazaparse, capear el temporal y esperar a que recapacite y, que cuando se dé cuenta de que ha hecho algo malo (si lo ha hecho claro, si la culpa es mía, lo es y punto) venga a darme mimos y atenciones, que es la forma que permite su orgullo de pedir perdón.

Así que me vestí de la forma que a ella más le gusta esperando ablandarla solo un poquito, fuimos a un restaurante y cenamos. Hasta que llegamos a la discoteca, la velada fue similar a cuando montas en una montaña rusa, esa gran subida lenta y tranquila que te lleva a la cima (conversaciones intrascendentes y planas, frases de rigor como si fuéramos dos personas que se acababan de conocer), pero sabéis que pasa cuando llegas arriba: Comienza el movimiento, la velocidad, subidas y bajadas que te mueven el estomago en todas direcciones….

Ya en la entrada de la discoteca, Zaida le echo una mirada al portero (un chico mulato que en vez un hombre parecía un armario empotrao) que si no hubiera estado con ella la habría llevado a un reservado dejando la entrada libre para todo el que quisiera (tanto a la discoteca como a Zaida). Entramos, se hizo notar a todos los hombres de la sala moviendo el culo al compás de sus pasos y la lengua por su labio inferior y llegamos a la barra, donde pedimos un par de copas. Al traerlas, le dio un trago que dejo el vaso tiritando y me dijo con el método CCC (clara, concisa y cabrona):

-Me voy a echar unos bailes. Sé que a ti no te gusta bailar, así que no te preocupes que ya me buscare compañía. Ves pidiéndome otra copa porque seguro que vuelvo acalorada.

Y se dio la vuelta para dirigirse a la pista de baile, mientras yo buscaba por el suelo la mandíbula, que acababa de caérseme. De camino apuró la copa y se la dio a un chico de un grupo de tres que la estaban mirando mientras que se les acercaba. Al darle la copa, le hizo una carantoña en la cara, guiño de ojo y siguió su camino al centro de la discoteca, sabiendo que sus posaderas eran en ese momento el "programa" de más audiencia. Y ahí comenzó la parte movida de la montaña rusa: Zaida se erigió como el centro geométrico y de atención de la pista de baile, moviendo el cuerpo de una forma extremadamente sensual. Pronto empezó a transpirar, lo que hizo que el vestido de gasa que llevaba (falda a medio muslo y tirantes, lo normal en la playa en el mes de agosto) se le empezara a pegar en la piel haciendo imposible intuir nada, ya que sus encantos quedaban perfectamente delimitados: la copa del vestido se pegaba a sus pechos mostrando toda su redondez, rota tan solo por los pezones duros y desafiantes, mientras que por detrás estaba adherido a sus nalgas confirmando que, o bien no llevaba ropa interior o llevaba un tanga minúsculo. Como depredadores que acuden hacia una presa, una gran cantidad de hombres (y alguna que otra mujer) se empezaban a desplazar hacia donde estaba Zaida, como si fueran gotas de agua que se dirigen al desagüe situado en medio de un patio. Viendo el panorama, cerró los ojos centrándose en sus sensaciones y fue dejando que la excitación creciera a su alrededor. Movía las caderas al ritmo latino, las manos recorrían sus piernas desde la rodilla hasta la cintura arrastrando con ellas el vestido hasta los límites de lo decoroso, o bien se las pasaba por el cuello y los costados a la vez que echaba el cuerpo hacia atrás dejando caer el pelo por su espalda. Las caderas martilleaban uno y otro lado o bien ejecutaban un frenético vaivén en el que su culo oscilaba libremente para deleite de los observadores.

Y así, sentado en la barra del bar miraba estupefacto como una cada vez mas sudorosa y excitada Zaida era rodeada por un mar de lujuria en forma de cuerpos que la sobaban, primero de forma casual, un roce con la pierna, un contacto de nalgas, luego, ante la condescendencia de la misma, de forma descarada y lasciva. Ciertamente se dejaba hacer. Que digo yo se dejaba!!! Incitaba a que los machos (las pocas mujeres que había en esa vorágine de deseo se limitaban a mirar) la magrearan con total impunidad mientras ella seguía el ritmo de la música con los ojos todavía cerrados. Sentía manos en su culo, sus piernas, sus caderas e incluso alguna mas osada se atrevía a sortear el vestido para posarse en su carne desnuda. En esos momentos daba un giro perfectamente acompasado con la música librándose del contacto directo, pero volvía dando a entender "Podéis tocar pequeños, pero solo hasta donde yo diga". Aquello ya parecía un camping de la cantidad de tiendas de campaña que había alrededor de Zaida, la cual debía estar tremendamente excitada ya que, en uno de sus contoneos, pude ver el comienzo de sus nalgas para descubrir que la cara interna de sus muslos brillaba de forma tenue. ¡Estaba mojada la muy cabrona! Y qué decir a todos esos tíos que estaban alucinando con la loba que tenían ante ellos. No entendía nada, ese comportamiento descarado, claramente con objeto de provocarme, lo que quedo contrastado cuando, abriendo los ojos, me miro dentro de ese mar de perversión. Esa mirada parecía decir "Estoy perrísima, me han puesto cachondísima todas estas pollas duras que tengo alrededor, y tu mientras mirando desde la barras sujetando el techo con tu cornamenta. Estoy a punto de ordeñarlas una a una……"

Esa fue la gota que colmo el vaso: deje la copa en la barra y me dirigí a la salida sin mirar atrás. Llegué hasta el coche, me introduje en el interior y cuando estaba a punto de arrancar, sentí como abrían la puerta de atrás. Era Zaida, que se acababa entrar. Aun estaba sudorosa del baile, y su pecho subía y bajaba jadeando, ya no sé si de la carrera que se había dado para alcanzarme o de la calentura que llevaba encima. Pero ya había tenido bastantes sobresaltos por hoy, así que sin decir nada, arranque y nos dirigimos al hotel. Durante el trayecto nadie dijo nada, pero no pude dejar de observar como tenía una mano metida bajo la falda y que, ante la ausencia de movimiento notable, deduje que se estaba acariciando de forma sutil. ¿Para qué me voy a molestar ya en sorprenderme? Solamente pienso en llegar a la habitación y exigir una explicación del comportamiento de todo el día ¿A cuento de que venía calentar a todo el personal de la discoteca, esa provocación a mi persona? ¿Y la forma de actuar, de hablarme desde que llegamos? Estaba claro, o me daba una explicación o se podría pasar el resto de las vacaciones puteando libremente porque yo me iba esa misma noche. Pero una vez mas subestimé el poder que esta mujer tiene sobre mí, cuando al entrar en la habitación dije:

-Ya está bien Zaida. Creo que merezco algo mas que una explicación por todo lo que ha pasado desde que hemos llegado.

-Tu a lo único que tienes derecho es a poner la polla para que me folle y poder quitarme el calentón que tengo- Tras lo cual, me desabrocho los pantalones dejándome en pelotas con una mano, y se quito su vestido con la otra, todo en un mismo movimiento.

-Esta vez no, creo que me merezco una expli….. ZAS!!!!!!! De la hostia que me metió casi me junta las dos orejas. Se quedo un par de segundos mirándome, desafiante a que hiciera algo.

-Tu no te mereces nada, y como me vuelvas a interrumpir te juro que lo próximo es un bocao en el capullo, está claro? Evidentemente, tras esto se agacho y se metió mi fláccida polla en la boca haciéndome una mamada como si estuviera poseída por 1000 demonios. Como os he dicho antes, esta mujer tiene algo que me desarma por completo, y al verla arrodillada a mis pies dándome esas atenciones, se me olvido de todo lo que había pasado, aunque ella se encargó de recordármelo cuando solté mi primer suspiro

-No te creas que hago esto para que disfrutes, tan solo quiero ponértela dura para que me la pueda meter.

Y a fe que cumplía sus palabras. La forma de chupármela no me resultaba nada placentera ya que no tenía ningún tacto en sus movimientos, pero cada vez que intentaba decir algo o bien me daba un apretón o bien me mordía el glande causándome un intenso dolor. Cuando creyó que el tamaño era el adecuado, me cogió por los huevos y me tumbo en la cama. Ya sabéis, nuestras queridísimas pollas van por libre…..

-Ahora vas a hacer lo único para lo que sirves, y no me vengas con gilipolleces- y se metió mi estaca de un golpe hasta los huevos, cosa nada complicada ya que su coño parecía una fuente de la cantidad de líquidos que expulsaba. Y así comenzó una frenética cabalgada, haciendo restallar su culo contra mis huevos buscando los límites de mi longitud, arañándome el pecho o bien pellizcándose los pezones como si se los quisiera quitar, todo ello aderezado con un sinfín de lindezas

  • Vamos cabrón, AHHHH!!! Dale polla a esta puta, SIIIIIIII JODEEEERRR reviéntame las entrañas, quiero que me destroces el coño MMMMMM SIIIII!!!!! ¿Solo puedes hacer esto, nenaza de mierda? Ni siquiera vales para follar, y eso que yo estoy haciendo todo el trabajo, AHHHH AHHHH!! Cualquiera de los tíos de la disco me hubiera follado mejor que tu, seguro que si fueras un cornudo pondrías un poco mas de interés en tu novia…… Todo ello jadeando como una perra. Subía y bajaba alocadamente mientras se restregaba el clítoris con una mano, impidiéndome ver como mi polla perforaba ese agujero una y otra vez, una y otra vez

Es evidente que llevaba toda la noche caliente y cachonda, ya que en unos pocos minutos su cuerpo estallo en un enloquecido orgasmo: Gritaba y gritaba mientras se seguía clavando mi polla, movía la cabeza adelante y atrás arqueando la espalda y sus uñas se clavaban posadas en mi pecho, intentando cerrar sus dedos como si quisiera arrancarme un pedazo de carme, sacando fuerzas de las oleadas de placer que le recorrían el cuerpo. Notaba como un líquido me encharcaba la base de la polla mientras la vagina se le contraía al compás de las descargas que sufría. No fue un orgasmo largo, pero si el mas intenso que la recuerdo, (nunca había expulsado tal cantidad de jugos) así que cuando termino simplemente se dejó caer hacia un lado y quedo de aquella forma. Como había durado tan poco, yo aun no me había corrido, (lo siento pero la polla no tiene oídos y no pudo ser consciente de las delicadezas que me estaba dedicando) remolonee un poco hacia ella a ver si terminaba el trabajo. No hizo falta mas que una leve tentativa, se giro y me dijo

-Creo que te las puedes apañar solito, yo ya he tenido suficiente. Así que ya sabes lo que tienes que hacer, porque mas te vale que no se te ocurra obligarme…. Y volvió a aparecer, esa mirada, determinada y autoritaria pero….. ¿Sería posible? ¿Estaba viendo en ella una provocación, ganas de que me revelara y la obligara a hacerlo, una provocación a que liberara mis mas bajos instintos? No puede ser, estoy cansado de esto, y ocurrió lo que tenía que haber ocurrido hacía muchas horas: Estallé:

-MIRA TÍA, ME TIENES HASTA LAS NARICES!!! Llevas todo el día rarísima, tratándome como una mierda y hablándome mal, me utilizas como si fuera un simple consolador. Joder, si solo te ha faltado retorcerme los huevos y meterme una pila por el culo para ver si me ponía a vibrar!!! Me dejas a medias y vas a tu puta bola

-Ángel yo..

-CALLATE JODER!!!!Todo el puto día has dicho lo que te ha salido del coño, pero ahora me vas a escuchar – Nunca la había hablado así, pero el cumulo de situaciones me había acabado por desbordar y ya no pensaba lo que decía, simplemente las palabras salían de mi boca –Y encima para colmo la escenita de la disco comportándote como una vulgar buscona. Y lo que es peor, haciéndolo deliberadamente para que yo te viera. Tía, no se que pasa contigo, pero o me das ahora mismo una explicación o te van a dar por el culo.

  • Yo…. No sé qué decirte……. No pensaba que te ibas a poner así, creía que reaccionarias de otra forma ..

  • Pero que otra forma voy a tener de reaccionar, joder!!!!!!!!!!!!! A ti te parece normal?? Mira, está claro que no me vas a decir nada y no pienso ser tu muñeco mientras me jodes, así que si quieres decir algo tienes el minuto que tardo en vestirme.

Y asi fue, tarde un minuto en ponerme los pantalones, la camiseta y unas chanclas. Durante ese tiempo, ella se limito a mirarme. Se notaba la duda en su mirada, esa mirada otra vez, por un lado determinación y por otro culpabilidad, pero ahora flaqueando y debatiéndose entre decir algo o no. Decididamente algo pasaba, algo me ocultaba, pero la vergüenza, o la culpa, o vete tú a saber que la impedía articular palabra. Allí, en la cama, sudorosa y con la cara enrojecida por la tensión recientemente liberada luchaba por ser fiel a su naturaleza agresiva y orgullosa, o bien agachar las orejas e intentar tender la pipa de la paz. Creía (y aun quiero creerlo) conocerla, y me di cuenta de todas esas cosas mientras, de pié frente a ella, la daba una última oportunidad. Pero una vez más el orgullo ganó, solamente dijo:

-No te vayas…..

-Entiende que tengo sentimientos, y no puedo tolerar lo que me has hecho. Tenías dos opciones: Hablar o callar, y has elegido. Ahora yo elegiré la mía. Y salí de la habitación, no sin antes ver como una lagrima caía por su mejilla suplicando comprensión, pero yo no podía dársela cuando no entendía que era lo que tenía que comprender. Tome el ascensor y decidí bajar al bar (hay en el complejo hotelero una discoteca que cierra de madrugada) a tomar una cerveza e intentar poner un poco en orden mis ideas. Y así de paso daba tiempo a que se durmiera para poder recoger mis cosas por si decidía irme