Zachary VS El lavabo
Un encuentro fortuito en el lavabo que trae más que dolor de cabeza...
Me sumí en un sueño profundo del que me costó despertar. Escuché la alarma del móvil sonar con insistencia aquella mañana, lo aferré en mi mano y deslice mi pulgar deteniéndolo. Solté un suspiro antes de levantarme de la cama, me había quedado dormido sin poder disfrutar de mi momento de onanismo nocturno así que ahora se mantenía erecta y con rabia, permaneciendo encerrada en mis calzoncillos holgados. Me la coloqué hacia un lado y pensé en la foto que me había mandado ayer Carlos, desbloquee el móvil y abrí su chat. Allí estaba, su miembro descapullado y venoso que ocupaba entero toda la pantalla. Me acaricié por encima por encima del pantalon con suavidad soltando un leve suspiro; me asaltaron las imágenes que mantenía guardadas en la memoria de nosotros, aquellos benditos treinta minutos de cada lunes.
Y entonces el móvil vibró y me sobresalto de mala manera, bajándome la erección de golpe por el susto. Era un numero desconocido que me sonaba.
????:Buenos días chaval
Rezaba el mensaje, el cual, por su manera la manera de expresión, caí en cuenta que era Juan. No pude evitar dibujar una sonrisa en mis labios.
Z: Buenos días viejoven
J: Jajajaja no seas cabrón.
Z: “Emoticono de cara inocente”
J: ¿Que tal has dormido?
Z: Bien, bien, no me puedo quejar ¿Y tú?
J: Pues después de lo del gimnasio me tuve que desahogar, luego de eso ya me quedé frito jajaja
Me quedé un momento mirando la pantalla del móvil, leer que se había estado masturbando tras nuestro encuentro hizo que me se secara la garganta y de nuevo se hinchara mi falo. Lo tuve que colocar hacia un lado antes de contestarle.
Z: Normal, si llevas tanto a dos velas...
J: Pues ya ves, chaval. Pero para algo tenemos las manos.
J: Oye, que solo te saludaba para dejarte agregado, ya hablamos más tarde que sino no llego a clase
Z: Ok, hablamos más tarde!
J: Y tu también espabila, que todavía me vas a llegar tarde a mi clase y es a segunda hora jajaja. Un abrazo.
Z: Tahora!
Seguro que si me hubiera mirando en ese instante en un espejo, me habría dando cuenta de la cara de bobo sonriente que tenía. Juan era un gran amigo y apoyo en ese momento, él no tenía ni idea de lo mucho que apreciaba poder hablar con él de todo eso.
Carlos, ese hombre que me estaba volviendo loco poco a poco y que me llevaba por el camino de la lujuria y el sexo sin que yo pudiera evitarlo.
Estos días fueron de lo más extraños para mi por la creciente confianza que había tomado con ambos profesores. Cuando me cruzaba por los pasillos con Juan, el me sonreía con complicidad y me guiñaba un ojo. Mientras que Carlos, cuando no miraba nadie, me daba un cachete en la nalga y me sonreía con lujuria. Yo les correspondía con la misma sonrisa, aunque Carlos empezaba a incomodarme, no podía dejar de pensar en su pobre e inocente chica.
Así fue como decidí que durante esa semana intentaría evitar que ambos coincidiéramos en los pasillos, aunque esto de manera indirecta afectaría al tiempo que pasaría con Juan. Pero era un daño colateral que debía estar dispuesto a correr.
Fue entonces cuando el miércoles Juan me avisó que el jueves tenía examen de matemáticas con él, y que aunque sabía que yo era un mal estudiante, que por favor estudiara de ahora en adelante. No supe que contestarle, sabía que tenía razón y él no tenía porque insistir, él ya tenía su carrera acabada. Al que le tocaba labrar su futuro era a mí. Así que le dije que lo intentaría, que esperaba no defraudarle. Y abrí por primera vez el libro de matemáticas en casa...
Ese jueves antes del examen, tras estar evitando a Carlos, me lo encontré de sorpresa en uno de los pasillos. Se le dibujo una sonrisa en los labios y se acercó a mi a toda prisa. Yo intenté disimular, como si no lo hubiera visto y aligeré el paso, pero entonces fue cuando noté una mano que se aferraba a mi brazo y me giraba de manera brusca. Nuestras caras quedaron a escasos centímetros la una de la otra, notaba su respiración agitada y su cara ruborizada. Sentí el corazón desbocado, el pánico apoderándose de mi y a la vez no quería estar en ninguna otra parte. Justo a nuestro lado, como si el hubiera planeado ese encuentro, había un hueco que llevaba a uno de los lavabos de la planta que no se usaba. Me llevó de espaldas allí, paso a paso, quitándome y lanzando la mochila al suelo,sin despegarse de mi, como si estuviéramos bailando.
Noté mi espalda chocar con suavidad contra la pared, abrí los ojos como platos y lo miré, el cogió mis nalgas con sus manos y se acercó hacia mi. Sentí el dulce olor del suavizante que desprendía su jersey verde oliva oscuro de cuello alto, así como su ligero olor corporal al que estaba acostumbrado mezclado con unos toques de su colonia.
- No voy a poder aguantar hasta el lunes, Zacky... - Dijo soltando un bufido de calentura a la vez que pegaba su frente a la mía.
- Ca-Carlos... - Le dije poniendo mis manos entre nosotros para que dejar más espacio, aunque en vano.
- Me tienes muy cachondo, mira, mira como estoy – Me cogió una de mis manos y la llevo hasta su paquete, noté por encima del pantalón el calor que su miembro desprendía, estaba duro muy duro. Trague saliva y apreté con suavidad obteniendo como respuesta un suspiro de placer por su parte.
- Vamos, lo estas deseando tanto como yo, Zacky – Y me sonrió con picaresca, lo tenía tan cerca que podía sentir el olor de su aliento mentolado.
Asentí despacio mirando a sus ojos y sin apartar mi mano de su pantalón, haciendo movimientos suaves que recorrían la largura de aquel trozo de carne palpitante. Él en respuesta apretó mis glúteos y soltó un mugido de placer que ahogó al apretar con fuerza sus labios.
- Estás volviendo mi mundo al revés, niño... Te juro que... -Y resopló sin terminar la frase la cual volvió a repetir – Te juro que... -Y sin dejarme decir nada más cerró los ojos y me arrancó un beso apasionado, un beso contenido que hizo unir nuestros labios con el más fuerte de los pegamentos, sentía su lengua queriendo invadir mi boca y jugando con la mía. Con mi mano libre desabroché el botón de su pantalón y bajé la cremallera sin dejar de besar sus labios. Él introdujo sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando cada rincón de mi torso y pellizcando con travesura mis pezones. Nos separamos del beso, ocasión que aprovechó para morder y estirar mi labio inferior con lujuria.
Nuestros ojos se abrieron despacio y nos miramos, nuestras bocas estaban rojas de la fricción pero delineaban unas sonrisas incapaces de ser borradas en ese momento. Con un gesto me sorprendió desabrochando el pantalón y me lo bajó, junto a mis calzoncillos, hasta medio muslo. Mi miembro saltó erecto y lleno de liquido preseminal que empezó a bajar por el tronco del mismo. Su mirada se clavo en él y luego me miró a mi con esa media sonrisa traviesa.
- Como estas mojando... - Y soltando un suspiro de calentura dijo- Yo estoy igual – Desvié mi mirada hacia sus boxers negros en los que se podía notar como en la punta de su tienda de campaña había un rodal oscuro y húmedo. Se los bajé por instinto y lo rodeé con mi mano, su falo que permanecía con el glande cubierto por su capa de suave piel. La punta se vislumbraba brillante y al rozarla con mi pulgar la note húmeda. Mientras tanto Carlos atenazaba mis nalgas con sus manos y rozando con sus dedos como sin querer mi gatera. Me estremecí y mojé mis labios esbozando una sonrisa pícara. Pasé mi mano por debajo de su jersey hasta su pecho y acaricié su mata de vello corporal que tanto me gustaba. Después lo besé con ternura sin dejar de masturbar su miembro que se mantenía como una piedra candente. Él correspondió mi beso y al terminar siguió hacia mi cuello, acariciándolo con sus labios. Mi piel se erizó y lo apreté contra mi con fuerza, él me miró desafiante y me dio la vuelta, pegando mi pecho contra la pared y su pecho en mi espalda. Sentí su respiración agitada cerca de mi clavícula, sus manos rodeando mi cadera y su miembro húmedo restregándose entre mis lampiñas nalgas. Me sentía en el paraíso.
- Zacky... - Soltó en un hilo de voz a la par que agarraba una de mis manos y la apoyaba en la pared sin dejar de mover sus caderas a ritmo de vaivén. - Quiero hacerte mio. - Dijo a mi oído en un susurro posesivo y con la mano que conservaba en mis caderas, haciendo un poco de presión, consiguió que expusiera más mis nalgas facilitando el roce. Ahora sentía como, al pasar su miembro entre mis glúteos, acariciaba y mojaba de su liquido preseminal mi orificio virgen que notaba palpitar de la excitación.
- C-Carlos... - Me encontraba expuesto, sentía como si todo mi cuerpo estuviera en ebullición, me apreté contra él curvando mi espalda y lleve mi mano libre a una de sus algo peludas nalgas.- No sé si estoy preparado- Carlos en respuesta me besó el cuello y subió hasta mi oreja, la cual mordió con suavidad y me dijo.
- Relajate -Soltó alargando la vocal tónica con suavidad y tras una breve pausa continuó- Ya sabes que no vamos a hacer nada que tu no quieras, mi niñ o-
Me quedé mudo al escuchar a él pronunciando esas palabras “Mi niño” ¿Cómo que “MI niño”?. Se que estuve un rato de silencio mientras procesaba lo que había salido de sus labios, no lograba entender que clase de juego mental estaba usando conmigo, lo que si pude llegar a saber y a notar es que mi corazón se aceleró más si podía al escucharle y mi cuerpo se apretó contra él suyo.
Finalmente asentí en respuesta y girando mi cabeza le di un largo beso.
Fue el timbre lo que nos sacó, al menos a mi, de todo esa atmósfera de lujuria que estábamos creando. Tenía el examen de matemáticas ahora y debía ir, no podía faltar, no cuando le había prometido a Juan que no lo defraudaría. Carlos mientras tanto había escupido en la palma de su mano y la llevaba hasta mi agujero para lubricarlo. Al notar su mano mojada cerca me aparté.
- Juan... digo ¡Carlos! - Dije equivocándome sin querer, él me miraba extrañando con su miembro palpitando en el aire. El cual empezó a acariciarse con suavidad.
- ¿Qué pasa, Zac? - Me di la vuelta y me volví a poner los calzoncillos y el tejano en su sitio.
- Tengo que ir a clase... - Cuando me escucho decir eso se acercó a mi con el ceño fruncido y me agarró mi muñeca con fuerza.
- ¿Cómo que tienes que ir a clase? Pero si tu pasas de todo... Espera, te has asustado ¿verdad? - Resopló cerrando los ojos unos instantes y dibujó media sonrisa escéptico. Como si no creyera en su mala suerte.
- No es eso Carlos, tengo que hacer este examen -Y tras una pausa le dije- Es... Es importante. -El impotente se encogió de hombros y alzo los brazos para dejarlos caer junto a sus hombros.
- Bueno, pues nada – Dijo con cierto retintín y se miró su miembro todavía erecto- En fin... -Se giró hacia los lavamanos y apoyo las manos en uno de ellos para mirarse en el espejo que ocupaba toda esa la pared.
- Lo siento... - Le conseguí decir y miré mi propio reflejo en el cristal, me vi sonrojado todavía por el momento que estábamos teniendo hace nada. Carlos se miraba y se rascaba la barba pensativo, hasta que le vi como me vigilaba desde el espejo.
- No es culpa tuya, Zacky... - Manifestó con un tono de menos hastío y guardó su miembro que ya estaba morcillón. - Va, ve a hacer el examen y suerte con el - Terminó de decir mientras soltaba un largo suspiro y se frotaba la frente.
- Gracias,va-vale, si, voy... ¡Nos vemos luego! – Le dije algo nervioso y cogiendo mi mochila, salí corriendo hasta la clase donde me tocaba hacer el examen.
Piqué a la puerta y entré. Allí estaba Juan, que como siempre llevaba el pelo engominado y en punta, esta vez con su camiseta de manga corta negra estampada con el escudo de casa Stark plateado. Me miró y abrió los ojos sorprendidos, dibujando una sonrisa que mostraba sus blancos y delineados dientes mientras jugaba con un bolígrafo bic entre sus dedos.
- Anda pasa, que como siempre llegas el primero – Dijo con sorna. Y se acercó a la mesa libre con la hoja del examen. Yo lo miré pidiéndole disculpas con una mirada y me senté en silencio. Los demás ya habían empezado a hacer cálculos y a escribir en el papel; yo me quise detener un momento para reflexionar y hilar todo lo que había pasado antes, me tome ese pequeño descanso para concienciarme de que ahora tocaba hacer el examen, la oportunidad de demostrar a Juan que había estudiando, aunque iba a tener que soportar un intenso dolor de testículos por no haber culminado. Me moví en mi asiento con un gesto de dolor y, al alzar la mirada, coincidió con la del profesor que me guiño un ojo y con sus labios pronunció, sin fonética, la palabra “Suerte”. Sería por la calentura que llevaba encima que hizo que mis mejillas se sonrojaran y notara una erección en mis ya mojados calzoncillos. Solté un suspiro, saqué la calculadora y me centré en el examen de una vez. Yo mismo me sorprendí cuando entendía con facilidad el enunciado de cada pregunta, cuando sabía que formula tocaba aplicar en cada ejercicio.
Pasó más o menos un cuarto de hora cuando escuché como alguien picaba a la puerta, me desvíe por completo del examen y miré a la puerta, como la gran mayoría.
- Adelante – Dijo Juan mirando expectante la entrada.
- Hey, Juan, vaya están en pleno examen – Soltó al entrar la persona que menos esperaba en ese momento, era Carlos. Lo miré y se me heló la sangre, mi corazón se puso a mil y empecé a respirar agitado con disimulo. Me cubrí la cara con la mano y me puse a mirar el examen aunque notaba la mirada de ambos clavada en mi.
- Sí, hoy les tocaba – Le contestó Juan cordial- ¿Que pasa?
- No, nada, tengo que hablar con uno de los de segundo de bachillerato – Dijo Carlos mientras miraba alrededor buscando a alguien con la mirada. Solté un suspiro tranquilo pensando que no era a mi pero entonces...
- Abbado Zachary – Pronunció fingiendo que lo leía de un papel mi nombre - Le toca contigo ¿No? -
- Sí, claro, está aquí – Le respondió el profesor de matemáticas haciendo un ademan con la mano para señalar donde estaba sentado. - P ero estamos en pleno examen... - Continuó él con cierto tono de fastidio.
- Ostras, que putada, pues... ¿Te importa si me lo llevo? Es importante, le vigilaré yo mismo mientras hace el examen. - Cometí el error de desviar mi mirada hacia Carlos y vi como me estaba observando con esa sonrisa descarada.
- Bueno, no sé... - Empezó a decir Juan dirigiendo lentamente una mirada de preocupación hacia mi y después se encogió de hombros- Esta bien, pero estate avizor con este eh, que es un peligro – Y soltó una leve carcajada. Carlos le respondió la risa y me indicó con la cabeza la salida. Yo me levanté con las piernas temblorosas, todavía notaba la parte interna de mis nalgas mojada de sus fluidos.
- ¿Qué haces, tío? - Le arrojé a bocajarro nada más salir de la clase examen en mano. El soltó una risa al escucharme y me dijo.
- ¿Tu que crees? Terminar lo que hemos empezado, no sabes el dolor de huevos que tengo - Y se palpó por encima del pantalón su ahora abultado paquete.
- ¿Y que piensas que a mi no me duele? También tengo huevos ¿Sabes? - Le repliqué empezando a estar molesto. Vi como apretaba los dientes, conteniéndose para no responder lo que había dicho y abrió una de las aulas vaciás.
- Pasa anda... - Cuando pasé delante, aprovechó para darme un cachetazo cariñoso en una de mis nalgas.
- Oye... Carlos, en serio, este examen es importante – Le dije a la par que el se empezaba a abalanzar sobre mi y me rodeaba por la cadera con sus brazos.
- Ya lo sé, Zacky – Me respondió con un tono suave y calmado aprovechando la situación para restregar su paquete con mi vientre, ya que por la diferencia de alturas, quedaba un poco más arriba que el mio.
- Dime que no lo estás deseando tanto como yo - Volvió a pegar su frente a la mía y soltó un suspiro de placer.- Vamos, dímelo – Dijo desafiante y bajó una de sus manos a mi glúteo, apretándolo con fuerza. Por me estremecí y por inercia coloque mis manos entre los dos.
- Claro que quiero, Carlos... - Musité desviando la mirada, él me cogió la barbilla y me alzó la cara para que lo mirara.
- Entonces no tengas miedo, Zacky -
- Pero... - Y me calló con un beso tierno y calmado, disfrutando del roce de nuestros labios, después se apartó y se sentó en una de las mesas.
- Te voy a ayudar con el examen para que termines antes y así tendremos tiempo para... -Dijo acariciando por encima del pantalón su miembro.
- No, Carlos, no quiero que me ayudes - Le respondí mientras me sentaba en la mesa de al lado.
- No lo entiendo ¿Por qué es tan importante este examen para ti? Ni si quiera son los finales -
- Porque... - Me quedé callado sin saber que responder.
- ¿Por qué que? - Insistió.
- N-no quiero defraudar a.. Juan, le quiero demostrar que he estudiado - El se cruzo de brazos y soltó un bufido.
- Ya, claro, pues deja que te ayude y así lo verá igual. -
- Quiero hacerlo yo mismo, si te pido ayuda lo estaré engañando - Le miré con los ojos brillantes, apunto de llorar de la impotencia por no saber si quiera porque era tan importante para mi no engañar a Juan. Me sentía incapaz de contar la estrecha relación que tenia con Juan, se que Carlos no lo entendería, además nunca le interesado más allá del sexo y eso era algo que siempre me había demostrado, incluso ahora.
- ¿Y desde cuando te importa engañar a un profesor? ¿Eh? -
- Oye, no insistas, por favor -Le dije bajando la mirada con un hilo de voz. Se bajó de la mesa y se acerco a mi cogiéndome del hombro para girarme hacia él.
- Mírame, Zac – Soltó con una sonrisa y abrió los brazos- Yo te acabé aprobando aquel examen gracias a la mamada ¿Por qué no se la chupas también a Juan? Que seguro que desde lo de su mujer no se la chupado nadie. - Dijo mofándose de ambos.
Me empezaron a arder las entrañas, sentía tanta rabia que no pude contener que mis lagrimas cayeran por mis mejillas, me levanté y le di un empujón que le hizo dar unos pasos hacia atrás.
- ¡Nunca pedí que me aprobaras! - Le grite sin dejar de llorar. - ¡No lo hice por eso! - Y le agarré del jersey con fuerza. - Eres... Eres un gilipollas -
Carlos puso su semblante serio y me abrazó contra él con fuerza, rodeándome con sus brazos por la espalda. Me pidió silencio con un siseo y acarició mis omóplatos con suavidad. Yo apoyé mi cabeza en su pecho sin poder dejar de gimotear. Al rato rompió esa paz momentánea.
- Me voy a ir y te voy a dejar hacer el examen tranquilo. - Terminó por decir en un tono conciliador; alcé la mirada buscando la suya y me di cuenta que él estaba mirando hacia la nada. Deshizo el abrazo y se marcho sin que ninguno de los dos aportáramos nada más a la conversación.
Lo vi marchar con un nudo en el estomago, tenia todos esos sentimientos enfrentados en mi, me sentí la persona más absurda del mundo. Dirigí mi mirada hacia la hoja del examen y medité por unos instantes, queriendo dejar de lado lo que había pasado. Me senté medio mareado y sacudiendo la cabeza volví a concentrarme en la hoja.
Terminé por fin el examen y miré la hoja orgulloso, sabía que algunos ejercicios estaban bien, otros no tanto, pero estaba contento de haberlo hecho por mi cuenta. Sonó el timbre y miré hacia la puerta esperando que entrara Carlos de nuevo, pero no apareció nadie. Fue cuando estaba cerca de la puerta que se abrió.
- ¡C-Carlos..! - Arrojé el examen por el susto. Él se limitó a sonreír. Tenía la cara colorada, el pelo mojado y algunas perlas de sudor por la frente, seguramente se había ido al lavabo a desahogarse, ya que se le notaba más tranquilo. Se agacho a la vez que yo para recoger la hoja y nuestras manos coincidieron. Le miré y me correspondió con una mirada divertida.
- ¿Que tal te ha ido? -Me preguntó sin apartar la mano de encima de la mía. Yo me sonrojé, a diferencia de él, yo todavía no me había podido aliviar.
- Bien... Sí - Dicho esto cogió el examen y se levantó para echar un ojo. Alzo las cejas sorprendido y me lo tendió.
- ¿Tan mal esta... ? - Le dije temeroso.
- No, está muy bien, Zacky – Y me revolvió el pelo cariñoso. - Vamos a buscar a Juan, va -.
Yo asentí y lo seguí enmudecido por los pasillos.