Yummy!
Vacaciones con los amigos. Una fiesta con mucha gente. Un par de chicos horny, y una universitaria steamy!
Hacía al rededor de 4 meses que había terminado con mi novio. Fue una relación relativamente larga: de 2 años, y un poco más. La razón: encontró una mejor compañera en la cama. La historia que relato ocurrió un verano, mientras pasábamos unas semanas en uno de los más exclusivos balnearios de Chile: Maitencillo.
Nos fuimos un grupo de 8 amigos y amigas. Eramos 5 mujeres, Maria, Camila, Valentina, Consuelo y yo, Francisca; nos acompañaban 2 amigos, Jorge y Andrés, y el novio de Camila, Juan. Todos, salvo Juan, somos estudiantes de medicina en una de las mejores escuelas del país. Luego del largo año de estudio, nos habíamos organizado, ahorrado, y habíamos rentado por 3 semanas una gran casa frente a la playa.
Un día, como todas las noches, estábamos de "carrete", como se llama aquí a la rumba. Generalmente nos poníamos a beber y bailar en casa un rato, y luego salíamos a algún lugar a bailar. Pero ese día nos habíamos quedado en la casa, y la fiesta se había armado ahí. Llegaron muchas personas, varios conocidos que estaban pasando el verano en Maitencillo, y otros que habíamos conocido recientemente ahí mismo. Entre ellos, un grupo de adolescentes escolares, a lo más, recién graduados de secundaria, que estaban felices de ir a fiestas con universitarios.
Entrada la madrugada, la fiesta seguía en el primer piso y en el jardín. Pero yo me sentía cansada. Quizás algo ebria también. Así que subí a la habitación que nos había tocado compartir a Valentina y a mi. Ella estaba muy entusiasmada bailando con un chico, así que no me molesté en avisar. En el segundo nivel de la casa estaban las habitaciones, que eran 4 en total. Entré a mi habitación y, aunque la luz estaba apagada, pude ver que había alguien el la cama. Era uno de los chicos de escuela, haciéndolo con otra chica, más o menos de su edad, en mi cama.
Al principio no se dieron cuenta que yo había entrado. Pronto la chica se dio cuenta y le dijo al chico. Me dijeron algo que no recuerdo. Sólo pensaba que habían visto demasiadas películas adolescentes americanas, en las que cualquiera se toma la habitación de la casa y se pone a tirar con su novia. Mi primera intención fue sacarlos de ahí. Pero la calentura me ganó, y se desencadenó más al ver el pene erecto del chico. No era muy grande, pero hacía varios meses que no veía uno. Entonces, se me ocurrió la idea, y sin pensarlo mucho les dije:
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O me dejan participar, o se largan los dos.
El chico no lo podía creer. Quizás soñó alguna vez un trío. Ella estaba reacia. Pero la convencimos. Me desnudé sin mucho glamour, y me acerqué al chico. No pregunté su nombre, no quería saber. Sólo lo besé, mientras bajaba mi mano hacia su pene. Sentí algún tipo de espasmo al tocárselo. El estaba tan caliente como yo. Luego, me dirigí a la chica. También la besé. No era la primera vez que besaba a una chica, pero para ella sí lo era. Metí mi lengua agresivamente, y acaricié su trasero. El chico comenzó a tocarnos, y acariciarnos. Ahora, ordené, que se besaran. Así lo hicieron. Yo admiraba el cuerpo que tenía ese pendejo. Era muy delgado, para nada musculoso. Sin embargo se le marcaban los abdominales. Probablemente era menor de lo que me imaginaba. Ella estaba acomodándose de a poco. Les dije que continuaran besándose, y los tumbé en la cama. Ella arriba, él abajo. Como pude, encontré el pene del muchacho, y me lo llevé a la boca sin avisarle. Sentí un gemido de placer. La chica no era lenta. Había quitado sus labios de los de él, y estaba bajando lentamente. Pasó por su cuello, se detuvo un rato en su pecho, en esos pectorales de niño, lampiños. El muchacho había puesto sus manos sobre su cabeza, levantando los brazos y dejando ver un poco de vello axilar. La base de su pene tampoco era muy peluda. Nuevamente pensé que era menor de lo que había creído antes. La chica llegó con su boca a mi lado. Yo me saqué ese pollón de la boca y la besé. Había mezcla de fluidos preseminales en mi boca, y en la de ella su saliva y la del chico. "Tu turno " le dije a la muchacha, quien de inmediato comenzó a comerse la verga. "También es tu turno" dije al chico, poniendo mi vagina sobre su cabeza, y abriendo las piernas. Me dijo que no sabía, que nunca lo había hecho. Le respondí que siempre había una primera vez. Torpemente metió su nariz entre mis labios. Su boca entró en contacto con mis vellos. Sacó su lengua con timidez, a la vez que emitía unos suaves gemidos, ella no dejaba de chupársela. De a poco empezó a tomar confianza. Usó su lengua atrevidamente, y luego encontró mi clítoris. Al fin. Jugó con el con la lengua y lo succionó un poco. No alcanzó a más, y se corrió en la boca de la chica. Emitió unos gemidos de placer incontrolables. En ese momento lo besé. Quedó un rato turbado. Mientras se recuperaba, pensé en recompensar a la muchacha. Bajé a su entrepierna y le hice sexo oral. Al parecer nunca había recibido una buena lamida, porque su cuerpo se contorneó de placer. Eso hizo al chico empalmarse nuevamente. Saqué mi lengua de la conchita de la muchacha, para darle la instrucción al chico. Le dije que se pusiera un preservativo y me penetrara analmente. Así lo hizo. Y mientras yo lamía la concha de la muchacha, el intentaba introducir su falo en mi orificio. La chica no daba más. Podría estar segura que llegó a un par de orgasmos con mi boca haciendo de las suyas. Pero eso no era motivo para privarla de un buen pene. Así se lo dije al chico; éste sacó su pene de mala gana de mi hoyito. Parece que le gustó. Lo metió entonces en la vagina de la chica. La empezó a montar. Llevé mi zorra a la altura de la cabeza de la muchacha, y entendió perfectamente. Me comenzó a lamer como una loca.
Pronto quedaron exhaustos. Yo no llegué ni a un orgasmo. Pero mientras ellos cayeron dormidos, abrazados, yo me masturbaba. La sola idea de lo que acababa de ocurrir me ponía a mil. Decidí que era hora de buscar un pene de verdad. Alguno de mis amigos debía sacrificarse...
Entré ala habitación de Jorge y Andrés, quienes estaban ya durmiendo. Ahí conseguí lo que quería. Pero eso es otra historia.