Ysabel, esposa caliente
Ysabel, mujer casada que durante un periodo de trabajo en casa de unos Ingleses vive un romance con uno de los empleados.
Hola, me llamo Ysabel, soy casada con tres hijos tengo 33 años, soy una mujer normal criada a la antigua, pero desde que conocí a mi esposo Ricardo, aprendí muchas cosas de la vida. Durante un tiempo trabajé en una casa como encargada, los dueños eran Ingleses, yo hacía limpieza me encargaba de los pagos, ordenaba los documentos del dueño de la casa etc. Yo era la que habitaba prácticamente la casa durante todo el día, yo controlaba a los trabajadores que hacían reparaciones y cualquier trabajo en la casa.
Me gustaba mi trabajo, para esto siempre me ponía ropa cómoda para la hora de hacer limpieza, una blusa ligera una falda y pantuflas, motivo por el cual los trabajadores me miraban siempre con una cara de morbosos.
Nunca di pie para que nadie me faltara el respeto, pero había un trabajador que me gustaba y era el mas educado siempre que conversaba conmigo se ponía nervioso lo cual yo entendía como un síntoma de que yo le gustaba, era el que arreglaba los aparatos electrónicos y otras cosas.
Después de cierto tiempo de conversar y conocernos y coincidir en muchas cosas la rutina etc, el se atrevió a darme un beso en la boca, lo cual me dejó sorprendida, pero en mi interior me gustó lo que hizo al entender mi silencio se atrevió nuevamente a besarme, y yo respondí dejándome.
En ese momento sentí un calor entre mis piernas, seguimos besándonos desesperadamente me cargó y me llevó al sofá, yo entendí que se venía algo serio y deseado, sentí que me mojaba entre mis piernas, llegamos al sofá de la sala nos tumbamos y empezó a besarme raudamente en la boca, el cuello, levantó mi blusa y se prendió de mis tetas como un niño. Me encantó tremendamente la mamada de tetas que me dio me hizo botar lechita de mis pezones, bajó hasta mi cintura y me hizo gemir de placer al pasarme su lengua por mi ombligo, luego levanto mi falda y me bajó el calzón, su nariz jugó con mis rizos y luego su lengua tocó mi clítoris, entonces dejé escapar un gemido largo y profundo, el sabía lo que hacia, le acaricié la cabeza estimulándolo a que siga con su labor el entendió mi mensaje y metió su lengua mas adentro lo cual provocó que me mojara cada vez mas.
Nos pusimos de pié y uno al otro nos quitamos la ropa cuando le bajé el pantalón pude advertir que no traía calzoncillos lo cual facilitó la salida de su pene, blanco grueso de normal longitud y de cabeza roja, el cual toqué desesperadamente con movimientos rápidos nos seguimos besando parados y desnudos pero yo deseaba mas así que bajé hasta quedar de rodillas no pude resistirme a poner su grueso pene en mi boca, sentí su aroma y me lo puse en la boca primero la cabeza que era mas gruesa que el resto, la besé la saborié y la succioné como si fuera un dispensador de agua en un desierto, sentí un placer indescriptible en mis pensamientos, al estar con otro hombre que no sea mi esposo.
De mi vagina brotaban líquidos a borbotones, estaba caliente, nerviosa, y decidida a seguir con lo que estaba haciendo.
Después de saborear aquella verga, durante un largo rato Luis me cargó, me sentó en el sofá levantó mi piernas quedando mis talones en sus hombros, yo temblaba de excitación, el apunto a mi vagina su grueso pene y empujó sin pensarlo y sentí placenteramente como mi coño se abrió repentinamente, su pene se ponía mas grueso sentí que no quedaba espacio para nada mas su pene encajaba con exactitud y aún luchaba por expandir mas mi cavidad vaginal, yo solo quería que la metiera mas adentro sentí en el fondo el roce de su cabeza como si fuera un taladro que intenta abrirse camino.
Entonces empezó a moverse de adentro hacia afuera tan rápido que me hacía gritar de placer, ya que no había nadie en casa, me sentía dueña del espacio y no me importó si alguien me escuchaba en esos instantes., a la vez besaba las plantas de mis pies, mordía mis talones lo que provocaba en mi algo indescriptible, estaba a merced de sus embestidas, mis piernas no oponían resistencia, es mas nunca pensé que mi cuerpo se podía doblar hasta tal punto que su lengua estaba metida en mi boca, mis piernas rodeaban su cuello y lo aprisionaban a mi.
El estaba sin control en sus movimientos yo gritaba y un perro de la casa vecina ladraba, estuvo dándome por un largo rato hasta que me vine, me oriné de placer mojé el sofá lo moje a él, seguidamente el saco su verga de mi enrojecida vagina, me la puso en la boca y descargó su semen el cual yo degusté con mucho placer, su sabor riquísimo.
Nos quedamos dormidos en el sofá no se por cuanto tiempo, pero que rico fue sentir el calorcito de la persona cuando te despiertas, nos duchamos nos vestimos, el se fue dándome un amoroso beso, yo terminé mis labores y regrese a casa a estar con mi esposito.