Youseph y josé (3)

Al fin Youf desvirga a José, que se entrega al carnicero sin condiciones con el fin de que sea su hombre

Gracias a mis comentaristas: Zoele, Albany, Alejandro y también a ti Boti (me llegó tu comentario cuando ya había enviado el relato). Por cierto lo he publicado dos veces porque pensaba que el primero lo había enviado mal y no se publicaría. Siento el despiste.

YOUSEPH Y JOSÉ

(3)

José vio al carnicero de espaldas despiezando una pierna de ternera. Era un hombre alto, de espaldas poderosas, cuello hercúleo, cabeza rasurada, y brazos que se adivinaban de gran fuerza. Los golpes del machete cortando la carne y el hueso, le produjo un escalofrío de pavor, y con tono tímido se dirigió al carnicero: "Vengo por el pedido de Doña Pilar"

El hombre dio el último golpe a la pieza que estaba desmembrando dejando el machete clavado en el tronco y se dio la vuelta.

José se quedó inmóvil mirando al hombre más atractivo que había visto en su vida. No era guapo, pero se quedó paralizado de la impresión que le había causado. Alto (no demasiado, de unos 185cm.) Fuerte, con un pecho que no desmerecía de la anchura de su espalda, el cuello de la camisa blanca, adornada con manchas de sangre, se abría para dejar a la vista el vello del pecho, y las mangas ocultaban unos tatuajes que bajaban hasta los antebrazos. Cabeza rapada, nariz prominente, ojos caramelo, labios finos y una sonrisa para morir petrificado.

Cuando Youseph se dio la vuelta para ver quien le hablaba, vio a un chaval rubio, de ojos claros, de cuerpo menudo y con una expresión de sorpresa. No supo en aquel momento porqué, pero hubo una fuerza, una atracción, un deseo, que su miembro le saludó con una contracción que le hizo pensar quién era aquel ángel que había entrado en su local.

Realmente aquel chico no valía nada, era mono, pero su físico no debería atraerle, ya que los hombres con los que había tenido relaciones siempre habían sido parecidos a él, altos, fuertes, velludos, viriles; y aquella criatura era un angelito casi etéreo.

Se miraron a los ojos unos instantes y fue ese instante una declaración de principios, una declaración de amor, un flechazo instantáneo.

  • Un encargo de quién?

  • De Doña Pilar

Youf, sonrió a José con esa sonrisa que desarmaba a cualquiera, le guiñó un ojo, fue a la trastienda y regresó con el pedido y una tetera. Sirvió dos vasos y le ofreció uno al chico.

  • Gracias, pero el te no me gusta

  • Este sí

Ante la contundente respuesta, José dio un sorbo de la infusión, no le pareció desagradable, porque era dulzón y con un sabor a menta que le agradó. El calor de la bebida le fue calentando el estómago y le bajó hasta el vientre haciendo un efecto muy agradable que se trasladó hasta los genitales y luego fue subiendo por el tronco de su polla que se puso morcillona. El hombre se bebió el vaso de un trago y le sonrió. - Vamos chico, bébetelo de un trago, es como hace mejor reacción-. Sin pensarlo, el chaval se lo bebió de un trago y el efecto fue devastador porque el pene se le puso tan empinado que le dolía. Miró al hombre con los ojos enturbiados, se volvió a fijar en el triángulo de vello que se asomaba por la camisa y en la maravillosa sonrisa que ahora el hombre se relamía. Con la visión de la lengua, José creyó marearse.

Youf salió del mostrador y fue hacia la puerta. El chico se fijó en cómo el pantalón se ajustaba a los glúteos del hombre mientras andaba. Puso el cartel de "cerrado" en la puerta y volvió hacia el mostrador. El delantal se ajustaba a su cintura y sus caderas haciendo patente un gran bulto en su entrepierna y el José no pudo apartar la vista de semejante espectáculo.

Al pasar a su lado, le cogió de la mano y se dirigió a la trastienda. El joven se dejó llevar sin poner resistencia. Una vez en el almacén, el hombre la hizo sentar sobre unas cajas y se acercó a él hasta que su cara quedó a unos centímetros. Le acarició los rizos rubios y luego, poniendo sus manos sobre a cada lado de la cara, se acercó hasta que sus labios se rozaron. José notó una descarga que le recorrió el cuerpo y se dejó hacer.

El poder de aquel hombre le anulaba la mente y sólo le agudizaba los sentidos. El olor que emanaba de su cuerpo le hizo vibrar y cuando los labios entraron en contacto, la mente se la vació hasta sólo desear que lo poseyera. La lengua del hombre le rozó y él abrió la boca para recibirla, era fuerte, algo áspera y entró en su interior para lamer la punta de su lengua virginal. Con ese roce, comenzó a desatarse una pasión desconocida para el chico.

El cuerpo de Youf entró en contacto con el del chico dándole un calor bochornoso, acercó la entrepierna hasta que se acariciaron y después le mordió levemente el lóbulo y la oreja y le susurró: - Vas a ser mío, voy a ser tu hombre.

El estado de José era tal que no entendió bien las palabras, sólo quería que aquel hombre le abrazara y le poseyera.

Youf, metió sus manos por debajo de la camiseta del chico y acarició la espalda hasta llegar al cinturón y el pecho y el vientre hasta la hebilla. Luego fue deslizando la ropa hacia arriba hasta quitársela mientras se fijaba en el cuerpo joven y lampiño, en los rosados pezones que acarició con los pulgares, en el escaso y fino vello rubio de las axilas, le sacó la camiseta por la cabeza y luego le acarició los rizos dorados. El cuerpo y los labios del niño estaban ardiendo. Le volvió a besar con pasión mientras le desabrochaba el pantalón y lo dejaba caer al suelo, metió la mano por la tela hasta llegar al culo y sobarlo, luego hizo lo mismo por delante hasta acariciar el miembro erecto. Le bajó los calzoncillos dejándolos caer y se arrodilló para poder observar de cerca la joven polla coronada por un fino vello rubio al igual que el que le envolvía los huevos, acarició la suave piel con una mano mientras que con la otra acariciaba el pálido tallo que había dejado al aire un rosado capullo en estado de gracia. Acercó su boca para besarlo, luego para lamer el frenillo y el agujerito por el que una gota de líquido transparente había hecho aparición y se había quedado como una gota de rocío que el lamió. El chico se estremeció haciendo que su cuerpo se inclinara hacia atrás. Youf fue metiendo ese joven miembro en su boca y lo mamó durante unos minutos, luego se incorporó.

El chico miraba con los ojos entrecerrados como aquel macho se iba quitando el delantal y luego se desabrochaba la camisa lentamente dejando al aire un poderoso pecho cubierto de vello del que surgían los dos botones de los pezones. Se quitó la camisa y la dejó caer. - El resto me lo quitas tu- le dijo en un susurro. El chico le miró a los ojos y se inclinó hasta que sus labios llegaron a los de su amante y mientras se besaban con pasión, fue deshaciendo la lazada del pantalón que cayó al suelo, metió la mano en la entrepierna y se asustó el tamaño del instrumento que había sujetado por encima del calzoncillo. Desabrocho los dos botones que sujetaban la prenda y los dejó caer, pero se quedaron sujetos a la verga que miraba al cielo con descaro. Metió la mano para quitárselos y acarició los testículos velludos de su hombre, no pudo reprimir el impulso de agarrárselos, e incluso apretarlos, luego subió su mano por la poderosa verga que se le antojó más suave de lo que el pensaba hasta llegar al glande descubierto. Lo acarició con curiosidad pues nunca había tocado una polla, pero menos una circuncidada.

El calor de los cuerpos iba en aumento y comenzaron a sudar. Youf levantó un brazo llevó la cara de José al sobaco sudado, el chico no dudó en olerlo y en lamerlo. Metió el hocico en el bosque oscuro y rebozó su cara y sus labios en el vello húmedo de su amado, luego buscó acarició el pecho viril hasta encontrar el pezón que había visto y fue directo a él para besarlo, lamerlo y morderlo hasta que se endureció, mientras que la otra mano pellizcaba el otro pezón hasta que también se endureció como un grano de trigo. Los suspiros y los gemidos del hombre le excitaron aún más pensando en el placer que le estaba proporcionando.

Se levantó de las cajas y fue bajando por el cuerpo de su hombre mientras se lo lamía y se lo acariciaba. Lamió el reguero que humedecía el vello del esternón y fue bajando por el cordón oscuro que recorría el abdomen, se ampliaba en el estómago y luego bajaba hasta llegar a la zona pubital donde crecía y se espesaba. Apartó el gran manubrio escuro para poder rebozar su cara y poder oler aquel arbusto. Metió su morro y olió y rebozó su cara por aquel vello, luego bajó hasta los cojones de piel oscura y le extrañó la suavidad del escroto porque estaban depilados, lo que le incitó a pellizcarlos y dar algún pequeño mordisco en aquella suave piel.

Al final se animó y subió su boca por la tranca oscura adornada por una gruesa vena que subía en paralelo hasta llegar al perfecto glande, también de oscuro. Lo miró con curiosidad, lamió con la punta de la lengua el lugar donde debía haber estado el frenillo y llegó hasta la punta de la que surgía un reguero que también lamió. Se sorprendió del sabor porque no le pareció desagradable lo que le animó a besarlo y luego metérselo en la boca y comenzar a mamarlo. Aquella verga tenía un buen tamaño y no tenía experiencia por lo que le costó trabajo el introducirla en su boca.

  • Chico, ten cuidado. No quiero que te ahogues ahí abajo-. Le incorporó y le volvió a sentar en las cajas. - Ahora te voy a encular. ¿Estás preparado?.

José le miró con duda. Youf le miró fijamente. -Te voy a hacer mío y lo voy a hacer con cuidado. Tienes que estar tranquilo y relajado. Tienes que intentar disfrutar. Será extraño y algo doloroso al principio, pero luego disfrutarás y querrás más. Te lo digo por experiencia. Te gustará-. Se acercó al chico y le beso en la boca mientras inclinaba su cuerpo hacia atrás y apoyaba su espalda en un saco, levantó sus piernas hasta llevarlas a sus brazos. Acercó el frasco con el ungüento milagroso (receta de Hassán), se humedeció los dedos y comenzó el proceso.

Le aplicó la pomada en el centro del rosado y cerrado ano del chaval y empezó a masajear la zona. El que se lo hubieran aplicado a él durante tiempo y el que lo hubiera aplicado el durante mucho tiempo también, le daba tanta experiencia que la puso en práctica en el chico. No quería hacerle daño, quería que disfrutara porque no quería perderle, no quería que después de la experiencia no volviera a verle, quería , ante todo, que aquel ángel rubio fuera suyo. El masaje provocaba tal excitación en el joven que se revolvía de gusto y abría las piernas para sentir más placer según se dilataba el agujero y sentía como un dedo pringoso iba entrando.Mientras el hombre le dilataba, el vello del pecho y del vientre le abrigaban los suyos, la boca se la entregaba con ansia, le hacía un leve daño cuando le mordía el cuello, el hombro o las orejas y mientras... los dedos pringosos iban jugando con su esfínter dilantándole cada vez más. Abría las piernas instintivamente para dejar que las manos del aquel maravilloso macho le abriera las cachas a su antojo y dejar libre el espacio para que introdujera uno, dos o tres dedos. El éxtasis que estaba padeciendo era total y abandonó su cuerpo a la lujuria que le inundaba y a los deseos del carnicero.

Youf se enfundó un condón, se pringo bien su manubrio con el ungüento, puso la punta de su capullo en la entrada del ojal virgen del muchacho y allí lo dejó con sólo un poco de presión para que no se moviera. Levantó los brazos del chico y acarició el vello rubio que el sudor había empapado formando pequeñas hebras doradas, luego se los olió y los lamió. El chico reaccionó a la excitación abriendo el culo y dejando que el glande del hombre fuera entrando poco a poco. Luego, el hombre comenzó a acariciar los pezones con los pulgares hasta que se endurecieron, su pusieran de punta y pudiera proporcionar un masaje que sabía le iba a volver loco. Así fue y el culo del chaval respondió abriéndose más y dejando entrar un poco más del miembro que se mantenía firme en su entrada.

José estaba experimentando tal placer en lo que le hacía su macho que lo único que quería era ser penetrado, deseado, acariciado, besado... y todo lo que aquel inmenso y hermoso hombre quisiera hacer con él. Abría el culo para que entrara el oscuro cipote que ya amaba. Le dolía, pero no lo demasiado para dejar que fuera entrando poco a poco. Youf era un auténtico maestro en el arte de la penetración, no sin embargo le habían penetrado a él desde la infancia.

José sudaba de deseo. Acarició la nuca de su hombre y le pidió que le mordiera mientras le follaba. Así lo hizo: primero fueron los pezones, luego le mordió los hombros hasta hacerle daño, luego el cuello hasta marcar sus dientes en la blanca piel del chico y luego los labios. Cada vez que le mordía, una corriente le llegaba hasta la boca del culo y se abría para dejar sitio a la penetración, y cada vez que entraba una porción de polla, los labios anales le proporcionaban tal placer que gemía hasta gritar y dejaba el cuerpo libre para su amado.

Youf no había disfrutado tanto de una penetración en su vida. No recordaba que un hombre se hubiera dado a él de esa manera. Aquel chico era recipiente de deseo, de placer, de lujuria, de una excitación tal que en algún momento pensó que iba a desmayarse.

Entró. Entró todo el rabo hasta el fondo y el joven gritó de un dolor tan placentero que se le saltaron las lágrimas. El hombre pensó que le había desgarrado y paró. Se quedó inmóvil unos instantes, pero al ver el gesto de placer de su niño comenzó a mover las caderas para notar como aquella pequeña boca anal le apretaba la piel proporcionando un placer nunca soñado.

El chico, se abrazó a él quedando sentado sobre su ariete. Ahora fue él quién mordió el cuello al hombre, le mordió el hombro, le mordió los labios... y mientras subía y bajaba para notar aquel pollón entrar y salir de su ojete. Así estuvieron unos minutos, follándose, mordiéndose, besándose hasta que llegaron los orgasmos. José notó como su cuerpo se contraía, como se quedaba paralizado y como su polla se abría para dejar salir trallazos de lefa que mojaron ambos vientres. Youf no pudo resistir las contracciones del ano del chico y le abrazó hasta hacerle daño, le volvió a morder el hombro hasta que se vació en su interior.

Se quedaron abrazados e inmóviles.

Al cabo de unos instantes, comenzaron a besarse lentamente, con dulzura, con placer, pero el miembro del hombre seguía dentro del joven. Se acariciaron, se miraron a los ojos, se sonrieron, se volvieron a besar los labios a comerse las lenguas y el miembro del hombre seguía duro y firme en el interior del chico. Youf comenzó a moverse de nuevo y el culo dilatado del chaval se volvió a abrir para darle placer. Así estuvieron un rato deleitándose por el placer hasta que el mayor le susurró al menor: - Ahora ha llegado la hora de la comunión. Has de probar mi leche. Entonces seré tu hombre para siempre.

El carnicero fue sacando la polla poco a poco mientras el chico gemía del placer que recibía al notar el masaje que le daba la salida de aquel miembro de su interior. Se puso de rodillas ante su hombre. Youf se quitó el condón, se pajeó ante la boca de José hasta que notó que se corría, entonces puso su capullo en la boca de su chico y se corrió en ella. José notó como la lefa de su macho entraba en su boca, pasaba por su lengua y entraba en su interior. No le desagradó el sabor ni el hecho de recibir la leche, al contrario, lo admitió como algo necesario para sentirse parte del macho a quien desde ese momento pertenecía. Tragó , se levantó, besó la boca a su amado y dijo: -Ahora eres mi hombre... y yo el tuyo.

No se si tendrá continuación...