Youseph y josé (2)
Youf desvirga a su mentor Hassan y más tarde, en España, conoce a Omar que le introduce en el ambiente gay.
Dedicado a Albany, Luis Arismendi, Alejandro y, por supueso a Machi, por ser los únicos cuatro de dos mil y pico de lectores que me han dado la alegría de comentar mi relato.
A los demás, un abrazo muy fuerte y espero que os guste la continuación.
Youseph y José
(2)
La lengua y la saliva que entraban en su boca, el calor de los labios que abrasaban los suyos, el dolor de los mordiscos que le producía aquella dentadura, las caricias de aquellas manazas en su cuerpo y la cercanía de su cuerpo con el de su alumno hizo que Hassan se dejara llevar por un vértigo que le dejó sin fuerzas, sino para dejar que aquel joven alto y fuerte hiciera de él lo que se le antojara.
Youf sacó del petate el termo con la infusión maravillosa, bebió un trago y luego se lo dio a beber a su maestro mezclado con su saliva, luego otro y luego otro. Hassan comenzó a experimentar como su cuerpo se excitaba, como el calor de su estómago recorría todo su cuerpo produciéndole una sensación febril y como su polla crecía y se endurecía. Luego, el chico se untó de pomada los dedos y comenzó a masajear la entrada prohibida. El hombre sintió un escalofrío que le llegó hasta la nuca y su boca soltó un sonido agudo de placer. Dejó caer su cabeza hacia atrás en un claro signo de sumisión y el chico aprovechó el gesto para morderle el cuello, cosa que le llevó al éxtasis.
Youf extendió la fina alfombra roja sobre el suelo, se tendió en ella llevando a su amado con el y lo sentó a horcajadas en su vientre. El mayor se dejó hacer, entornó los ojos para poder mirarle y vio como el joven le sonreía con picardía. Notó como el pollón del chico resbalaba por la raja de su culo y como le daba masaje en su ya excitado ojal. El estado de frenesí en el que se encontraba le obligaba a emitir pequeños sonidos agudos guturales ya que su excitación no le permitía emitir palabra alguna.
Notó como el capullo de su alumno le humedecía la entrada y no pudo más que abrir el culo para dar cobijo a semejante manjar. Se abrió de piernas y dejó que fuera entrando la maravillosa y joven tranca en su interior. La sensación fue tan extraña que no sabría explicar la sensación que sintió, pero lo que si supo era que quería que le penetrara aunque le doliera, le daba igual, quería a aquel ser dentro de el, ser suyo. Irguió su cuerpo, abrió el culo y dejó que aquella tranca entrara y, poco a poco, fue entrando. Al principio le molestó, pero aquel ungüento debía ser milagroso porque dolor, realmente no sintió. Fue entrando poco a poco mientras gemía de placer.
Youf, no había sentido nada igual en su vida, el masaje que le proporcionaba aquella boca anal y el calor que iba sintiendo en su miembro según lo introducía, le causaba una excitación bestial. Al fin se la introdujo del todo y entonces se incorporó y abrazó a aquel hombre que le estaba proporcionando tanto placer, de manera que al sentarlo sobre su tranca, está entró hasta el fondo y un gemido placentero le hizo abrir los ojos y mirar lo ojos cerrados de su penetrado. Volvió a sonreír, volvió a morderle el cuello y comenzó a subir y bajar a su amante como si fuera una criatura. Le folló y folló en esa postura hasta que los músculos le dolieron, hasta que los labios de su amado sangraron, hasta que el culo penetrado se había dilatado tanto que entraba y salía sin esfuerzo, hasta que un alarido de placer le avisó de que su hombre se corría en su vientre. Le abrazó con fuerza hasta hacerle daño y entonces se corrió en el interior del hombre que le había iniciado en el sexo.
De ahora en adelante seré tu hombre, Dijo Youf.
Serás mi hombre para toda la vida, Dijo Hassan.
La relación entre los dos hombre continuó hasta que Youf cumplió los 18 años. Ese día su padre le anunció que en dos meses se casaría con Fatima, como estaba previsto, y que se irían a la capital de España donde habían abierto una mezquita y a su alrededor unos edificios con viviendas y locales donde abriría su carnicería. No había más que hablar. Todo estaba decidido. Le comunicó la noticia a Hassan que aceptó como algo inevitable.
El día que Youf se fué, Hassan fue a su lugar de encuentros, extendió la alfombra roja, se asomó al vacío y se dejó caer. Nunca encontraron su cuerpo.
Mientras, el chico con su familia atravesaban el estrecho en un día soleado y de brisa agradable. Comenzaba una nueva vida.
La llegada a la nueva ciudad fue complicada por poner en marcha la carnicería, amueblar la casa, conocer a los vecinos del barrio etc, etc.
Pasó el tiempo Fatima, su mujer le comunicó que estaba embarazada y el júbilo se desató en la casa familiar. El negocio funcionaba bien, los vecinos se hicieron amigos, fue padre por primera vez, y así continuó la vida de Youseph, pero no sus apetencias sexuales que cada vez le turbaban más porque necesitaba hombre a gritos.
Buscó por Internet y localizó locales y zonas donde se practicaba el sexo rápido. Una lugar de cruising era un aparcamiento cerca de su casa por lo que se decidió comenzar allí, porque le era fácil el acceso y el tiempo que necesitaría. Lo frecuentó a menudo y tuvo éxito por su físico y su miembro, pero un día se encontró con Omar, un vecino suyo casado y con tres hijos. Al principio se esquivaron, pero luego se miraron, reconocieron sus deseos, se saludaron y se acercaron.
Sus cuerpos y sus caras no se tocaban por milímetros, pero la tensión sexual manaba como electricidad entre los dos. Ya he descrito el físico de Youf, pero el de Omar no le iba a la zaga, era de su estatura, fuerte, moreno, de pelo rizado, cejas espesas, ojos negros, labios oscuros, por lo que adivinaba a través del cuello de su camisa, vello corporal no le faltaba.
Se quedaron a milímetros de distancia. Y la respiración de Omar habló frente a sus labios: "No, no podemos hacerlo Youf"
-No, no podemos.
Pero sus cuerpos decían lo contrario. La distancia disminuyó y los labios se encontraron y los cuerpos se dieron calor.
Esto no puede suceder.
No, no puede suceder- Pero sus cuerpos se juntaron y notaron la erección de sus penes.
Esto no puede pasar.
No, no puede pasar-. Y entonces Youf puso su mano en la entrepierna de Omar y la masajeó a la vez que sujetó la nuca del moreno y acercó sus bocas para unirse en un beso ardiente.
Se escondieron detrás de unos arbustos y consumaron sus mamadas ansiadas. Esta comunión de lefas les unió en amistad y compañerismo. Omar, que llevaba más tiempo en la ciudad, le enseñó las zonas, locales y lugares donde se realizaban los contactos homos. A veces, lo practicaban entre los dos, a veces cada uno con lo suyo y a veces en trío o cuarteto. La vida sexual de la ciudad era todo un descubrimiento para un chico nacido y Marruecos.
Durante este tiempo, Youf fue padre dos veces. Dos chicos maravillosos nacieron del matrimonio con Fatima y para alegría de la familia.
Las miradas que se dedicaban Omar y Youf en aquellas celebraciones no tienen palabras para calificarlas, lo más suave sería resignación.
Y entonces apareció aquel angel en la carnicería.
(Todo esto me lo contó Youf al cabo del tiempo de conocerle, por lo que es información de primera mano).
Continuará