Yolanda

Me acerco a su boca, muy lentamente, rozo sus labios con los míos y suspiro profundamente mientras voy cerrando los ojos... Déjame...

Estoy muy nerviosa. Por fin se ha decidido y me había invitado a cenar, eso sí, una cena tranquila y en su casa. Era la primera vez que quedábamos después de tanto tiempo y era mi oportunidad para lograr derribar todas aquellas barreras que percibimos ese primer día.


Parece que fue ayer cuando le conocí por primera vez... Yo acostumbraba a ir al mismo pub de siempre, con las amigas de siempre, tomando la misma copa de siempre. Era nuestro territorio y sabíamos perfectamente cómo actuar. La rutina había logrado que me sintiese cómoda, era mi sitio.

A mis 16 años, tenía un cuerpo realmente bonito: Curvas bien definidas, pelo liso hasta los hombros, un culito respingón y unas piernas tersas y suaves... Y una de mis cualidades era que sabía potenciar mis atributos por lo que no pude hacer otra cosa aquel día que llamar su atención.

Estaba posicionado en frente mía, al otro lado del local. Pelo corto, castaño, vaqueros y camisa azul, muy informal... Yo le echaba unos veintitantos. Era atractivo.

No dejaba de mirarme disimuladamente... Y yo, coqueta como siempre, no dejaba de posicionarme para que pudiese disfrutar de las mejores vistas con el fin de acabar seduciéndole.

Tras un intercambio de miradas furtivas, no tuvo más remedio que acercarse a mi grupo.

  • Eres preciosa... No he podido evitar fijarme en ti... - dijo él en un intento de cortar el hielo.

Sonreí levemente. Sonrojada, sin poder evitar bajar la mirada, lentamente y con disimulo, le dije:

  • Solo lo dices para intentar seducirme... - le dije yo.
  • ¿En serio? No sé yo quien intenta seducir a quien...

Me acerqué a él, dejando a un lado a mis amigas y, mientras le sujetaba ligeramente la espalda, le susurré al oído:

  • Me has pillado... Aunque... si intentara seducirte... tal vez usaría otro tipo de vestuario...

Pude notar su excitación al darse cuenta de cómo me mordía levemente el labio inferior de la forma más sensual posible...

  • ¿Qué tipo de vestuario? Seguro que lo reservas únicamente para los elegidos... - me dijo él.
  • Claro que no... De hecho, llevo varias fotos en el móvil... En ellas es fácil ver lo seductora que puedo llegar a ser... ¿Las quieres ver?

Se puso nervioso, se le notaba. Ya era mío, y eso me excitaba... Podía notar como mi entrepierna se humedecía... Las pequeñas braguitas blancas que llevaba ese día estaban empezando a empaparse...

  • Con este cuerpo que tienes... Estoy seguro que las fotos salieron geniales, ¿no? - dijo él mientras con una mano me rodeaba la cintura, muy próxima a mi provocativo culito.

Estaba excitada y se palpaba en el ambiente... Acerqué mi cara con mucha lentitud a la suya... Aproximándome a sus labios, mirándole fijamente... Notando su nerviosismo... Me gustaba...

Justo antes del momento en el que nuestros labios se iban a juntar... aparté la mirada, giré la cabeza y le susurré:

  • Acabarías bastante sorprendido, te lo puedo asegurar...

Él notó que yo era bastante joven. El vestido de aquel día era revelador... semitransparente, piernas firmes, jóvenes, espalda y cintura sin un gramo de grasa... Eso le hizo preguntarme por la edad.

  • ¿Qué edad tienes, por cierto?
  • 16 años... - le dije, intentando no darle demasiada importancia.

Pareció sobresaltado, la diferencia de edad era evidente, pero la excitación de la situación y la atracción palpable en el ambiente era superior a cualquier tipo de barrera social.

  • ¡Madre mía! No aparentas 16... Yo tengo 28... - de repente, se le notaba bastante más incómodo.

No podía consentir perderle... Así que decidí pasar a la acción. Me arrimé a él. Los dos cuerpos estaban extremadamente juntos. Tanto era así que podía notar el bulto de su entrepierna junto a la mía... la respiración entrecortada, y una pequeña sensación de nerviosismo tanto para él como para mí...

Me acerqué a su cuello... Él se dejó hacer... Levemente mordisqueaba y besaba cada parte de él... seduciéndole, provocándole... Subí un poco más, y sin pensármelo dos veces mordisqueé el lóbulo de su oreja... Un gemido de placer se escapó de su boca... Ya era mío...

  • No te preocupes por la edad... No tiene por qué pasar nada si no quieres... Y yo sé perfectamente lo que quiero. - le susurré al oído.

Él apartó la oreja y me miró fijamente a la vez que iba acercándose más y más...

Sin ningún tipo de pudor, llevó una de sus manos a mi culo… lo masajeó… lo sobó… Me acercó más a su cuerpo… tanto que podía sentir su miembro presionándome dulcemente… No pude evitar soltar un leve gemido...

Podía notar como sus labios iban a fusionarse con los míos de un momento a otro... Estaba muy excitada.

  • Yoly, ¡nos tenemos que ir! Es tarde. - dijo una de mis amigas mientras me sujetaba el hombro.

“¡Maldita sea!”, pensé en aquel momento. Aquel chico misterioso se apartó, dejando espacio suficiente entre los dos como para que aquel ambiente de excitación y placer se disipara.

  • Laura... ¿Podrías... darme un par de minutos? - le dije intentando terminar aquello que había empezado.

Muy a mi pesar, el chico misterioso se acercó a nosotras y, sujetando una tarjeta en su mano, me dijo:

  • Yoly... Aquí tienes mi número, llámame cuando quieras y hablamos. Yo también... tengo que irme.

Agarré aquel trozo de papel, desconcertada, sin poder mediar palabra ante la sucesión de acontecimientos que habían desembocado en una noche más sin placer, sin deseo, sin nadie a mi lado que me abrazase... Lo agarré, y lo leí detenidamente:

Tenemos pendiente las fotos. Cuando quieras, llámame: Jesús.”

Apunté rápidamente el número de teléfono y dejé, resignada, que la noche siguiera su curso...


Tras muchas conversaciones telefónicas, risas relajadas, sin tensiones y charlas amenas por fin hemos vuelto a quedar... Ya era hora... Llevo toda la tarde probándome mil modelitos distintos y cientos de peinados diferentes. Al final me he decidido por un vestido rosa palo, palabra de honor, muy entallado y que resalta mis pequeños pechos; el pelo totalmente lacio cayendo sobre mis hombros y mi flequillo perfectamente peinado; tacones súper altos y unos pendientes grandes. Como no podía faltar en mi look, maquillaje felino con ojos perfectamente difuminados.

El corazón me late a mil, estoy frente a su puerta y siento como lentamente se va abriendo el pestillo y de repente… aparece.

Está guapísimo con esa camisa azul pálido con dos botones desabrochados, sus pantalones finos, sus zapatos de vestir y esa media sonrisa en sus labios, que tanto me gusta. Es realmente sexy…

Paso por su lado y durante unos segundos cierro los ojos y aspiro su aroma, suspiro levemente y me adentro en su casa.

Todo está minuciosamente ordenado. En el centro de su enorme comedor se encuentra una mesa decorada con muy buen gusto.

Coloca nuestra cena perfectamente y se sienta frente a mí. Una sonrisa brota de nuestros respectivos rostros y el ambiente se relaja.

La cena transcurre entre sonrisas, miradas furtivas y charlas banales y sin importancia… Pero una cosa lleva a la otra, y al final acabamos hablando de aquellas fotos…

  • ¿Ahí tienes las famosas fotos? - me dice intentando sacar el tema sin ningún tipo de tapujo.

Señala mi móvil con un leve movimiento de cabeza, mientras se le escapa una leve sonrisa.

  • Por supuesto, en este móvil están las fotos de las que te hablé. ¿Quieres verlas? - le dije.
  • No, no creo que sea necesario, gracias. - dijo él intentando evitar caer en la tentación.
  • De acuerdo, pero recuerda… si quieres verlas… solo tienes que pedírmelo…

Era evidente que la diferencia de edad había supuesto un problema para él. Más aún cuando se había dado cuenta que si la situación se le iba de las manos, era capaz de saltarse cualquier límite que su moral le impusiese.

Hasta ese momento no habíamos mantenido contacto físico quitando ese primer día. El hecho de estar cada uno por su lado hacía que se relajase más, que se dejase llevar más con mayor frecuencia. Ahora se planteaba un problema mucho más grave... Si se dejaba llevar esta vez, estaríamos los dos en la misma habitación. Nuestras mentes son conscientes de la situación, nuestros cuerpos no...


Habíamos cimentado una relación en base a llamadas telefónicas, mensajes de texto y correos electrónicos. La tensión sexual vivida ese primer día sólo se había vuelto a repetir en contadas ocasiones y siempre separándonos kilómetros de distancia a través de un teléfono...

Es por ello por lo que necesitábamos vernos en persona, que la sensualidad del ambiente le hiciesen cometer errores que desembocasen en una noche de placer.

Recuerdo la primera vez que desviamos una apacible conversación nocturna en un cúmulo de sensaciones y sentimientos bajo las sábanas. Cada uno en su casa, sufriendo su constante soledad regidas por unas limitaciones sociales a las que él se aferraba en la mayoría de las ocasiones...

Lo más importante era que, una vez que ese límite era sobrepasado, conseguíamos disfrutar del sexo de una forma limpia, consentida, transparente y conjunta. Aquel día, estábamos cada uno en su casa, acostados entre las sábanas y la conversación había derivado a un tono más íntimo y sensual dejando atrás todo tipo de límite posible.

Yo llevaba un pequeño pantalón, muy cortito con unas braguitas negras, pequeñas, muy sexys y una camiseta de tirantes, finita, sin sujetador.

Él, en su casa, decía que estaba vestido con una camiseta y los calzoncillos, nada más... La imagen que se me venía a la cabeza era suficiente como para excitarme y notar un pequeño cosquilleo entre mis piernas...

  • Jesús... Me encantaría poder estar contigo ahora... sentirte cerca... junto a mí...
  • A mí también... Tengo muchas ganas de poder follarte, de tenerte junto a mí... Imagínate mi polla abriéndose camino... Haciendo que te relajes... notando poco a poco como entra...
  • Uff... Para...
  • Notando como mi polla te folla, entrando... lentamente, muy lentamente, y tú mientras vayas disfrutando de ese momento.... gimiendo... besándote...
  • Shhh... Para por favor...

El oponer resistencia era algo que me excitaba todavía más, que generaba en mí mucho más placer que si dejaba las cosas sumamente fáciles...

  • No dejaría de besarte mientras mi polla te va follando poco a poco... va entrando cada vez más... - me decía logrando sin duda que mis manos quisiesen acariciar mi entrepierna hasta correrme.
  • Umm... Jesús... No sigas...
  • Gemirías, e incluso darías algún pequeño gritillo... Pero poco a poco pedirías más... Poco a poco tú misma me dirías que más adentro... Que la quieres sentir totalmente dentro de ti...
  • Cállate, por favor...
  • Puedes masturbarte hasta correrte pensando en como te follaría... nadie te lo impide...

Había dejado deslizarse mis pantalones entre mis piernas hasta mis tobillos y notaba mis braguitas totalmente empapadas... Sentía un irresistible deseo de acariciarme... Pero a su vez, oponer resistencia era algo sumamente excitante...

  • Me gusta aguantarme... - le dije.
  • Mete la mano entre las braguitas y acariciate... Nota cómo está... ¿Húmedo? ¿Seco? - me decía, obviando lo que acababa de decirle.
  • Uff... Solo eso, ¿vale?...

Bajé mi mano a mi entrepierna... Notaba las braguitas completamente húmedas pero quería que mis dedos sintiesen la humedad de mi húmedo coñito. Al introducir los dedos no pude contener un gemido totalmente ahogado en el silencio de la noche...

  • Estoy muy humeda... me he mojado los dos dedos que he pasado... - le dije casi sin poder hablar.
  • Bien..., Estás excitada entonces, no?
  • Si... - le dije casi sin poder contener tocarme de nuevo.
  • ¿Muy excitada?

Parecía que estaba recreándose en mi excitación... Pero yo no podía evitar responderle de forma afirmativa...

  • Muy excitada...
  • Y es por mí, ¿verdad?... - dijo él.
  • Verdad...
  • Te pongo cachonda, ¿verdad?
  • Si...
  • Ahora vas a meter de nuevo dos dedos..... pero solo para humedecerlos con tus flujos.... y los vas a sacar y a lamer.... lentamente... como si me estuvieses insinuando...
  • ¿Me prometes que será solo eso?
  • Meter dos dedos... rozarte... humedecerlos y sacarlos para luego chuparlos....

Nunca había hecho aquello pero sentía curiosidad por saber a qué sabía... Volví a meter mis manos... no pude evitar acariciarme con los dos dedos... Esa resistencia tan opaca que mostraba al principio poco a poco se iba desmoronando... Y me gustaba...

Con tan solo un par de segundos conseguí empapar mis dedos por completo... Los saqué, los acerqué a mis labios y los chupé...

  • Me gusta... sabe dulce...
  • ¿No tienes ganas de tocarte? ¿De acariciarte entre las piernas?...
  • Ufff, no...
  • Muchas ganas, ¿verdad? De correrte otra vez.... pensando en mí y en ti, en como follaríamos...en como haríamos cada cosa..... Masturbándote más que lo que has hecho con nadie más antes....
  • Joder Jesús, cállate por favor, no puedo más...
  • Estás muy cachonda, ¿verdad?

No podía contenerme... Era inevitable y no sé como había conseguido hacerme llegar a ese estado de excitación... Nunca había estado tan dominante, tan seguro de si mismo, tan controlador...

  • ¡Si! - le dije.
  • Dilo tú... Di como estás...
  • Estoy muy cachonda, super caliente.... uffff – no pude evitarlo... estaba cada vez más en sus manos...
  • Desearías tener mi polla ahí, verdad?
  • Mmmmm, si...
  • Dilo... di lo que deseas... - insistía en que fuese yo quien me dejase llevar.
  • Quiero tenerte aquí, ahora mismo, que quites mis pantalones con tus dientes, que me muerdas las piernas, los muslos, suave...

Estaba a su merced... Mi cuerpo era completamente suyo, a través de un teléfono había conseguido entregarme por completo a él... Tras largas horas conversando, me había hecho suya... Ya no podía resistirme, él había dejado ya muy atrás cualquier tipo de limitación por la diferencia de edad.

  • Baja una de tus manos... y acariciate por encima del pantalón... muy lentamente... - me dijo
  • Ufffff, joder Jesús, no puedo evitarlo...
  • Acariciate... dime que sientes...

Esta vez tuve que quitarme las braguitas, ayudándome con mis manos conseguí dejarlas a la altura de los tobillos, junto al pantalón. La sensación de no poder abrir las piernas al completo era algo que me excitaba y me gustaba... Estaban completamente empapadas...

Dejé mis manos entre mis piernas y me acaricié... El hecho de no haberme tocado prácticamente nada durante este tiempo, ahora que lograba acariciarme, provocaba en mí una sensación de extremo placer...

  • Mucho placer, estoy casi gimiendo
  • Pero casi no te estás tocando, ¿verdad?
  • Verdad... - le dije.

Eso era cierto... Casi no había rozado mis dedos entre mis piernas. Pero una conversación tan subida de tono y el hecho de ver en él esa nueva faceta, totalmente dominadora, sensual, controladora y segura de si misma, como si ningún tipo de obstáculo se pudiese oponer contra nosotros, hacía que realmente estuviese húmeda con solo escucharle.

Él no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerme completamente a su merced.

  • Quiero que no dejes de acariciarte... muy lentamente... por encima del pantalón... casi sin notarlo, pero sintiendo la necesidad de querer más...
  • No puedo... Me voy a correr como lo haga...
  • Quiero que aguantes un poco más... Que resistas hasta el punto que me tengas que pedir tocarte para poder terminar con esto... Para poder sentir el orgasmo y descansar... Y someterte al placer...

Por fin era suya... Era algo que siempre había temido al iniciar una relación. El hecho de dejarme llevar por miedo a que me hagan daño, por miedo a exponerme demasiado, a enamorarme... Y ahora no me importaba, estaba a punto de pedirle lo que nunca había pedido a nadie... Quería correrme, lo necesitaba como nunca lo había necesitado antes...

  • Por favor, tócame, quiero correrme, necesito correrme...
  • Dime que me deseas.... Que deseas que esté ahí para poder darte el placer que necesitas...
  • Te deseo, te deseo aquí, entre mis piernas, quiero que me des placer por favor...
  • Mírate.... Ahora mismo harías lo que te dijese... Si te dijese que te corras, te correrías al instante, ¿verdad?
  • Sí ...

Me desnudé por completo, ya no atendía a razones. Me quité la camiseta, dejando mis pequeños pechos al aire y tiré las braguitas y el pantalón. Ahora ya solo estaba mi cuerpo desnudo entre mis sábanas... Notaba el frío tacto del colchón bajo mis húmedas piernas.

  • Bien... Vas a abrir levemente las piernas. Y te vas a acariciar y a masturbar hasta que te corras con una de las manos, y con la otra te acariciarás los pechos. Quiero que te corras como nunca te has corrido... Que disfrutes de este momento como nunca.

A partir de ese momento, dejé de hablar, hice exactamente lo que me dijo. Toda la tensión sexual que sentía en mi interior se iba a saciar.

Bajé mis manos, nerviosa, excitada y empecé a masturbarme desesperadamente. Nunca en la vida había tenido esa necesidad. A través del teléfono se podía oír cada uno de mis gemidos. Se podía escuchar hasta el acelerado latir de mi corazón. Y no me importaba... No me importaba dejarme llevar de esta forma...

Con mi otra mano acariciaba mis pechos, tersos, pequeños, firmes... Los pezones estaban completamente duros, deseosos de ti...

Continué masturbándome con mucha fuerza. Mi boca estaba completamente seca y mis muslos estaban chorreando... Como nunca lo habían hecho... Al cabo de un instante, tensé cada uno de mis músculos, estiré las piernas y con un grito ahogado, me corrí...

  • ¿Qué me has hecho Jesús? Estoy temblando, no tengo saliva en la boca, mis jugos han chorreado por mis piernas...

  • Lo has disfrutado, ¿no?

  • Muchísimo… Gracias...

Esa noche fue especial, sin lugar a dudas. Y era otro hito más que hacía que cada vez estuviese más unida a él... Le necesitaba... Con él estaba experimentando sensaciones que nunca había sentido... Y esto no había hecho más que empezar...


Enciendo la pantalla de mi móvil y lo deslizo por la mesa hasta que llega a sus manos. Lo para, mira la pantalla desde lejos y sonríe.

En la foto de fondo de pantalla aparece una foto mía, con ropa informal y en una postura un tanto sexy.

  • Es una foto para provocar. ¡Porque es evidente que estas posando! - me dijo él.
  • Sí, estoy posando, pero simplemente porque me gusta posar. Si quisiera provocar, pondría otro tipo de fotos.
  • ¿Vas muy sobrada, no?

Me mira y sonríe.

  • Si no te atreves a verlas… ¿Qué más da que me las de de sobrada o no? Si de todas formas… no lo vas a comprobar.
  • ¿Qué pasa? ¿Que si te dijese que sí, me enseñarías las fotos sexys o qué?

Sonrío abiertamente mientras le miro a los ojos con intensidad.

  • Más sexys que esa son… Yo simplemente quiero enseñarte una foto para demostrarte lo que es provocar…

Estamos sentados en su sofá, uno al lado del otro, con una copa en la mano y una sonrisa en la cara. Seguimos hablando normalmente, pero de vez en cuando se hace el silencio, una mirada furtiva a mi móvil, seguida de una sonrisa provocativa….

No lo aguanta más, coge mi móvil, entra en mis imágenes y empieza a mirar mis fotos lentamente.

Le miro…

En la pantalla del móvil aparece una foto mía, de espaldas, con los pantalones del pijama y la espalda completamente desnuda... Me encuentro en una posición defensiva, intentando cubrirme unos pechos que no se pueden ver en la foto y perfilando unas caderas perfectas a la vez que se insinuaba un culito precioso y respingón por debajo del pantalón...

No puede evitar morderse el labio... Me gusta…

Me acerco a su cuerpo, me pego a él y le susurro al oído…

  • El otro día, en casa, estaba deseando que aparecieras, para tirarme a tu cuello – dije intentando romper el hielo.
  • ¿De la forma menos erótica posible, no?
  • No…
  • Pero... sería en plan así como de amistad, ¿no? - me dijo, intentando desviar la conversación a un entorno menos sensual.
  • No precisamente en plan amistad…
  • Entonces... Ibas a besármelo? - dijo él.
  • Si…
  • Me encantaría que no dejaras de besármelo…
  • Bésame…

Me acerco a su boca, muy lentamente, rozo sus labios con los míos y suspiro profundamente mientras voy cerrando los ojos. Siento su mano en mi costado, siento como me incita a que me siente encima de él… y yo… lo hago.

  • Joder… - me dice.
  • ¿Qué pasa?
  • Que me gusta tu cuerpo… - dijo sin poder evitar soltar un pequeño suspiro.
  • ¿Cuánto te gusta?
  • Muchísimo… Me hace imaginármelo exactamente igual que en la foto, pero en ropa interior...
  • ¿Cómo es esa ropa interior?
  • Negra, muy finita, no llega a ser tanga pero si es finita.... viéndose tus piernas, tu barriga, tu cintura, tus caderas.... dejándose ver tus pechos…
  • ¿Cómo son mis pechos?

Baja la mirada, los mira, los escruta y se vuelve a morder el labio inferior.

  • Parecen pequeñitos.... pero me encantan....
  • ¿Te estas excitando? - le pregunté.

Es evidente que lo está... Estando sentada encima suya puedo notar como su polla crece cada vez más... como intenta salir de aquella cárcel e inspeccionarme al completo...

  • Si… - me contesto mientras con sus manos recorría mi espalda hasta posarlas directamente sobre mi culo.
  • ¿Te gustaría desnudarme?
  • Me encantaría desnudarte.... y tenerte desnuda... Dios…
  • Jesús….

Suspiro, apoyo mi frente en la suya y empiezo a mover mi cuerpo muy lentamente hacia arriba y hacia abajo…. una y otra vez… El pequeño vaivén mío de caderas consigue que sus ojos se cierren dejándose llevar...

  • Tienes la habilidad de hacer que te desee... - me dijo sin pensar.
  • Es que, quiero que me desees…
  • Te deseo.... deseo tu cuerpo, deseo todo tu cuerpo... lo que nadie jamás ha tocado deseo tocarlo yo... deseo excitarte acariciándote, deseo meter mis manos entre tus piernas, y masturbarte mientras gimes...

Los límites, barreras y cualquier otro tipo de restricción moral están desapareciendo de su rostro... Cierra los ojos intermitentemente sumiéndose en un placer indescriptible. Sus manos, ahora, empiezan a acariciar mis piernas, mientras yo sigo ese vaivén lento y armonioso. Noto como siguen subiendo hacia mi trasero. Lo acaricia, lo masajea…

  • Me tienes muy excitado....esto no es bueno... - me dijo, preocupado.
  • Si lo es… Déjate llevar…
  • Tenemos que evitarlo....por favor...
  • No quiero… y no voy a hacerlo… - le dije intentando mantenerme firme.
  • ¿Tú estás excitada?
  • Si…
  • ¿Mucho?
  • Mucho…

Apoyo mis manos en su nuca y con mis uñas voy haciéndole cosquillitas suaves.

Sus manos ahora están acariciando mi espalda, muy lentamente. Siguen subiendo hasta acariciarme la cara, me la sujetan y me alejan un poco de sus labios.

  • Déjate llevar... - le dije.
  • Hay determinados límites… Tengo 28 años y tu… tan solo 16…
  • Déjame que sobrepase esos límites contigo…
  • No…
  • Por favor… - insistí mientras metía mis manos por debajo de su camisa.
  • No… entiéndelo…
  • Lo estas deseando… Déjame hacer que disfrutes…

Me acerco a su boca de nuevo y muerdo ligeramente su labio inferior. Lo escucho suspirar, noto como se resiste.

Sigo mordiéndole, pequeños mordisquitos en sus labios…. una y otra vez…

De vez en cuando mueve los labios ligeramente, lo hace sin querer y sin poder remediarlo. Sé que le está encantando, por eso continúo… y ahora es mi lengua la que acaricia sus labios, y mis labios aprisionan los suyos… y… cede. Se deja llevar, abre los labios y me deja hacer, me deja que meta mi lengua en su boca, que recorra cada centímetro de su boca, que lo lama, que lo muerda…

De repente, te detienes. Me sujetas de la cintura y me empujas un poco hacia atrás para que me quite de encima tuya. Me levanto y tu tras de mí. Me pones de espaldas, apoyada sobre la pared y te agachas.

Siento tu aliento en mis tobillos, siento como empiezas a morderme muy lentamente mientras vas subiendo por mis piernas, mis nalgas, mi culo… Y en ese punto te detienes, y te recreas, y muerdes más por todo mi culo… durante más tiempo… Y luego sigues tu camino ascendente, mordiéndome la espalda, el cuello, la oreja… Acaricias mi pelo, lo apartas y vuelves a morderme la oreja mientras me susurras: Te deseo…

Inclino mi cuello hacia un lado, y echo mi cuerpo un poquito hacia atrás. Noto tu cuerpo pegado al mío, noto tu erección entre mis piernas… entre mi culo… Siento tu respiración entrecortada… agitada…

  • Muérdeme… - le dije.

Me das la vuelta con tus manos, presionando en mi cintura. Me empujas suavemente sobre un sillón y yo me quedo ahí sentada mirándote…

Sacas tres pañuelos de seda de un cajón. Con uno tapas mis ojos y con los otros dos me atas a los brazos del sillón.

Me quitas los tacones con mucha delicadeza, desabrochas mi vestido y lo deslizas suavemente por mi cuerpo, mientras yo, levantándome un poco del sillón, facilito tu tarea.

Siento como coges mis medias, y seguidamente un gran tirón las desgarra. Un pequeño quejido sale de mi boca y luego el silencio.

Me acaricias entre las piernas y notas mi humedad. Siento como suspiras y te imagino llevándote tus dedos, impregnados de mi esencia, a tu boca.

Percibo algo metálico en mis caderas. Noto un corte y luego como tiras de mi tanga y me lo quitas. Abro levemente las piernas y tú pasas tus dedos por mi coñito mojándolos por completo. Subes tus dedos por todo mi cuerpo hasta apoyarlos en mis labios, saco la lengua y los lamo, lamo mis fluidos…

Empiezo a agitarme un poco en el sillón, tanto silencio me asusta. De repente siento algo frío en mi barriga, algo que se desliza y me va mojando… Es un hielo.

Notar esa sensación fría y húmeda hacía estremecerme. No puedo controlarme y, de forma instintiva, abro aún más mis piernas. Él, que sabe lo que hace, lleva el frío hielo por mi ombligo... Y sigue bajando... La humedad se va extendiendo hasta mi entrepierna... Mi coñito se contrae al notar el hielo tan cerca suyo...

Sin pensárselo, restriega con mucha suavidad y mimo el hielo por mi coñito... Me gusta sentir esa sensación... Hace que mis flujos humedezcan aún más esa zona... Y, yo sin poder ver, sin poder desatarme, voy sintiendo como el hielo se va introduciendo por mi coñito... Como un cubito de hielo me va follando muy lentamente... Con mucho mimo...

El notar dentro de mí algo duro, frío, y que poco a poco se va deshaciendo debido al calor es algo que me supera... No puedo evitar gemir...

A continuación, el tacto de tu lengua acaricia mi entrepierna... Noto como vas lamiendo cada parte de mí, cada rincón de mis piernas es rastreado por ti... Vas lamiendo y chupando cada resto de mis flujos unidos al hielo derretido en mi interior... Me fascina... No quiero que esto termine nunca... Vuelvo a estar totalmente entregada a él...

Una vez terminado, escucho el ruido de la nata al salir de un bote y siento como estas cubriendo mi entrepierna de nata… y suavemente la lames, la chupas... Y yo suspiro… gimo suavemente…

Desabrochas mi sujetador y comienzas a mordisquear mis pechos, a lamerlos, a chuparlos… te acercas peligrosamente a mis pezones los succionas fuertemente y yo gimo de placer, curvo la espalda y empiezo a temblar ligeramente…

Me desatas las muñecas y sin decir nada me guías por tu casa. Me empujas suavemente y noto que estoy en tu cama, que me has llevado a tu dormitorio.

Me quitas la venda de los ojos. Estás desnudo, percibo tu polla completamente erecta y deseosa de poder follarme... Nos miramos fijamente y sin decir nada comenzamos a besarnos. Abro las piernas, siento tu sexo duro en mi entrada… empiezo a gemir dulcemente. Voy notando como poco a poco la vas introduciendo dentro de mi… muy lentamente…. mientras me besas, mientras gimes…

Sigues besándome y tu sexo va entrando cada vez más, poco a poco…

De mi boca se escapan gemidos de placer, y algún que otro gritito de dolor… Siento como el placer inunda mi cuerpo… me escucho a mi misma pidiéndote más, rogándote que la introduzcas más….

  • Quiero sentirla completamente dentro de mi…

Entras y sales cada vez más fuerte cada vez más rápido. Estas descontrolado por el placer… por la excitación…

Y los dos gemimos, gritamos de placer…

Te araño la espalda, muerdo tu cuello, subo… y te muerdo el lóbulo suavemente y te susurro al oído: córrete…

Aumentas aún más la velocidad de las embestidas, siento como mis músculos empiezan a tensarse, como un sudor frío recorre todo mi cuerpo… Y de repente un latigazo de placer me inunda y mis músculos internos comienzan a contraerse fuertemente...

Nuestros gemidos se van ahogando lentamente y poco a poco se van convirtiendo en suspiros…

Te derrumbas sobre mí y muy suavemente sales de dentro mí y te tumbas a mi lado.

Hemos superado todos los límites impuestos, nos hemos dejado llevar por nuestros sentimientos, por nuestras sensaciones, hemos dejado a nuestros cuerpos actuar... Hemos dejado nuestra mente a un lado por un instante y hemos disfrutado el uno del otro como nunca lo había hecho...

Lo que realmente acabamos de hacer es forjar un futuro inmediato de decisiones, de consecuencias donde ambos tendremos que ser responsables no solo de lo que nos dicta nuestra mente, sino también nuestro corazón.

No es momento para pensar en el futuro... No es momento para discernir lo que está bien y lo que está mal. Me abrazo a ti, apoyo mi cabeza en tu pecho, tu pasas un brazo alrededor de mis hombros.

Y así… sin más, nos quedamos dormidos dejando que la noche se consuma...