Yo, y .os circunstancias
De cómo soy, y las circunstancias que me han hecho llegar hasta aquí
Buenas
Soy un hombre de 42 años. Hace mucho tiempo que sigo está página, aunque no ha sido hasta ahora el momento en el que me atrevo a darme de alta, ya ni tan siquiera el escribir un relato. Es muy posible que incluso no llegue a relatar nada demasiado erótico en este relato, pues escribo desde el móvil en este mismo momento y todos sabéis lo incómodo que es escribir en estas circunstancias.
Soy un hombre muy morboso, con ganas y relatos que contar y que dejaré para más adelante, pero sobretodo, con ganas de seguir leyendo esas grandes historias que he leído y tengo ganas de seguir leyendo. No han sido pocas las noches que en silencio y en la cama he revisado los relatos recién publicados, y sin casi moverme me he masturbado, con tan solo dos o tres dedos acariciando el glande, aprovechando la humedad surgida por la excitación, dejando que el semen se desparramase por la polla, por el pubis, rodeando los testículos, y dejándose caer por entre las piernas hasta el colchón, mientras aguanto los gemidos para evitar que mi pareja se despertase. Para luego dormirme con la humedad del acto, soñando febril con lo leído y deseando que algo fuese real, imaginando que la humedad es por tus lamidas, tus besos o tu coño.
Cómo esto es una confesión, voy a hacerlo con ganas. Una de mis secciones favoritas siempre ha sido el del sexo con maduras. Siempre me he imaginado la posibilidad de que me pasaste a mi. Ahora podría ser también, novio niego, pero ya ha pasado el momento en el que una mujer madura me hiciese despertar sexualmente, siendo mi avance en este tema algo más corriente, con novias y otros avances.
Otro día hablaré de mis otras filias, pero hoy sigo con las confesiones. Escribo porque poco a poco tengo más ganas de morbo, de intercambiar sensaciones e historias, y estando casado me cuesta encontrar a un público que no pase por conocidos, con todo lo que ello conlleva. ¿A quien le cuento que tuve una relación morbosa con una chica en el tren de Madrid a Valencia? O qué desearía que la desconocida que ha venido a ver la película al cine y se sienta en la butaca de al lado me metiese mano?
La respuesta es clara. Sólo puedo hacerlo a vosotros. Así que comenzaremos en el próximo texto. Para cerrar, uno de mis momentos más vergonzosos:
Tenia yo escasos 16 años, y novia con la que llevaba ya unos meses. Ella era gordita, cariñosa, y ya habíamos disfrutado de algún encuentro morboso. Yo todavía era virgen, y ella ya había tenido algún encuentro, así que un día que me enteré de que mis padres no iban a estar comencé a hacerme mis panas mentales. Estaba tan caliente que casi no podía ni escuchar a nadie ni pensar en otra cosa.
Recuerdo que comenzamos a besarnos, a meternos mano y a desnudarnos. Cuando dejó los pechos al aire, me puse a lamerle los pezones. Los pechos eran grandes y voluptuosos, y me encantaba abrir la boca y besarlos con grandes besos, abarcando todo lo que podia y jugueteando con la lengua mientras tanto.
Ella me cogió la polla y comenzó a juguetear con ella de forma incómoda por la postura, ya que casi no llegaba hasta ella, pero a mí no me importaba. Fui bajando hasta su coño, y ella, sentada en el sofá, abrió las piernas y me dejó lamerle una y otra vez, saboreándola, mordisqueandola, y jugueteando con sus labios.
Y cuando ella dijo, con ganas, "metemela", así lo hice. Metí lentamente el glande, notando el calor y la humedad de su coño rodeándome, abrazando mi polla con sus labios. Avance y noté como el calor iba avanzando por mi polla. Y llegué al final.
Mi novia estaba mirándome entre divertida y excitada, con las piernas abiertas y recogidas, mientras me permitía verlo todo bien. Y así acabé, tras meter y sacar la polla dos veces, con una corrida intensa y muy abundante.
Mi novia sabía, o intuía, que eso iba a pasar, pues estaba tan caliente que no iba a aguantar mucho más. Así que cuando vio mis espasmos y como la leche rebosaba de su coño, me sonrió, recogió un poco con un dedo y se lo lamió lascivamente, para luego darme un beso y un abrazo.
Y luego, más tranquilo, seguimos. Pero esto, otro día.