Yo y mis amigos: El Club de las pajas (III)
La tercera y última parte (?) va de cómo fui intentando buscar más socios para el Club de las pajas y cómo descubrí que existían otros Clubs de las pajas similares!!!
Primero de todo me gustaría agradecer los comentarios y los emails recibidos. Siempre es un placer recibir feedback de lo que uno escribe y de todo se aprende.
Durante esos años, intenté introducir al Club de las pajas a más compañeros y amigos del barrio, aunque fue difícil.
Uno de ellos era Michael (se llamaba Miguel, pero su madre le llamaba así, en inglés). Tenía mi misma edad y era tímido, pero en confianza era muy simpático, inteligente…. Creo que estuve enamorado de él clarísimamente. Muchas mañanas me despertaba y lo primero que hacía era asomarme a ver si la persiana de la habitación estaba abierta ya y ya se había despertado. No es que hiciera vida de barrio, pero poco a poco fui introduciéndolo en el grupo y muchos días iba a buscarlo a su casa para que bajara. Era delgado, moreno, con el pelo algo largo y rizado, siempre alborotado. Llevaba gafas y le daba un aire de intelectual despistado pero encantador. Con él conseguí poder hablar de pajas y demás pero no dio la casualidad de poder ir a ver porno a casa de alguien cuando él estaba disponible.
Una vez, aprovechando que no había nadie en mi casa, le dije que me acompañara a beber agua. Una vez allí empecé a hablarse de sexo y le pregunté si tenía muchos pelos y si se atrevía a enseñarla, entonces me dijo, claro, si tú la enseñas. Yo le dije que vale, pero estoy empalmado. Entonces se bajó el pantalón y el calzoncillo y me enseñó su polla, la que tantas veces había imaginado. Estaba flácida (seguramente morcillona) de unos 8 cm cubierta de una piel morena y tenía una buena mata de pelo. Yo le enseñé la mía y le dije de hacernos una paja y me dijo que no, que mejor bajáramos por si le llamaba su madre. Y no volví a tener más oportunidad.
Michael tenía un hermano un año menor, aunque aparentaba mucho menos edad. Muchas veces lo veía tímidamente mirándome cuando iba a ver a Michael. Era bajito y gordito y de piel más clara que la de Michael. Era un friki de la informática y muy pocas veces bajaba a relacionarse con la gente del barrio. Ahora que lo pienso, era algo amanerado, pero creo que no me percaté en su momento. Sí que, alguna vez que me quedé a jugar al ordenador con Michael, él también jugaba y noté un cierto acercamiento. Hasta el punto que empecé a preguntar por ambos cuando iba a su casa y si Michael no estaba, me quedaba con su hermano jugando o le invitaba a bajar. Algún día le saqué el tema de las pajas y demás, y con reticencias, pero llegó a admitir que se pajeaba y demás. Pero tampoco llegué a más con él. Creo que hace poco lo vi por casa de sus padres y debe seguir viviendo ahí, y mi gaydar lo detectó claramente: es gay. Lástima no haber sido más atrevido.
Cambio un poco de tercio para presentaros a Ángel. Iba conmigo a clase y era un poco alocado y follonero, pero de esos que son los que sueltan la gracia en clase que, hasta el profesor se tiene que reír de la ocurrencia. Era buena persona, aunque no especialmente buen estudiante. Y como casi siempre, lo sentaron a mi lado (en la última fila) para ver si se le pegaba algo y le ayudaba. Él era más bajito que yo, tirando a regordete, pero sin ser obeso, pero sí con el cuerpo algo extraño, en forma de pera. Nunca me había atraído, pero me caía bien. Un día, una profesora estaba enferma y vino una sustituta, justamente ese día teníamos dos horas seguidas con la misma profesora con lo cual teníamos tiempo para adelantar deberes. Yo terminé todos los deberes pendientes en una hora, con lo que me quedó esa segunda sin nada que hacer. En eso que oigo que Ángel (que lo tenía a mi izquierda) les decía algo a las dos chicas que teníamos delante y ellas se reían y se tapaban la cara como escandalizadas, pero volvían a mirar hacia atrás (hacia donde estábamos). Resulta que Ángel se había sacado la pichurra y se la estaba enseñando por debajo del pupitre. Al principio, pensaba que no era verdad, y le pregunté si de verdad lo estaba haciendo y me la enseñó: la tenía algo morcillona pero flácida, con mucho pellejo, unos 7 cm y le podía ver un buen matorral de vello púbico negro y rizado detrás de su polla. Con eso, empezamos a hablar del tema, del pelo púbico, de las pajas, de correrse, etc. Me contó que el año anterior, en la clase de dibujo, una tarde, hicieron una competición a ver quién la tenía más grande (pero a mí no me dijeron nada, supongo que por la fama de empollón). Resulta que iban de dos en dos al baño y se las comparaban (tiesas) y quien ganaba se quedaba en el baño y esperaba al siguiente para comparar. Y resulta que ganó él y que él era el que la tenía más grande de clase. La verdad es que él había repetido tercero y tenía un año más que yo, pero había varios que también y parece ser que uno que había repetido dos años, no participó en la competición porque dijo que eran chiquilladas, al igual que mi grupo de amigos, a quienes tampoco se lo ofrecieron (supongo que por ser demasiado buenos niños). Viéndosela pensé que yo la tenía más grande así que lo reté a enseñarlas empalmadas, allí mismo. Así que hice como si me tocara (cosa que no hacía falta porque estaba excitadísimo) y nos las sacamos. La suya mediría unos 11 cm de unos 2,5-3 cm de ancha, con mucho pellejo en la punta y parece que no podía retraérselo por tener fimosis. La mía ya medía unos 16 cm, 3,5 cm de ancha con lo que le salió un ¡ostia puta! ¡La madre que le parió! Que hizo que varias personas de clase se girasen, incluso la profesora hizo un gesto hacia nosotros. Menos mal que fui rápido y nadie se dio cuenta (o eso creo). Luego seguimos hablando diciéndome que cómo que tenía ese monstruo y demás. Él parecía más emocionado que yo y yo, por el ego por las nubes. Después de todos mis pensamientos irracionales donde pensaba que la tenía pequeña, resulta que era el que la tenía más grande de clase, incluso más que los repetidores. En aquella época me gustaba una de clase que se llamaba Sonia y Ángel repetía una y otra vez, “le vas a destrozar el coño”. Tenía un punto de locura graciosa, la verdad. No me acuerdo si yo o él, pero acordamos volver a sacárnoslas, pero los dos a la vez y eso hicimos y empezamos a pajearnos. Pero era muy arriesgado y no llegamos a corrernos. Desde entonces, mejoró mucho mi empatía con Ángel y le motivaba en estudiar y hacer los deberes y empezaron sus notas a mejorar.
La paja que cayó al llegar a casa fue apoteósica y mi ego estaba por las nubes. Aún así, no podía decírselo a todo el mundo y me moría de ganas de repetir esa competición de tamaños del año anterior…repasaba uno por uno mis compañeros de clase y me moría de ganas de vérselas, de ver si tendrían pelos, qué forma tendrían, etc. Pero, sobre todo, mis pensamientos eran para uno de ellos, para Bernardo. También repetidor y no muy buen estudiante, pero cayeron decenas de pajas pensando en él. Sin ser conflictivo, desprendía una seguridad en sí mismo y unas habilidades de liderazgo tremendas. Una vez, en educación física, vino a darme la enhorabuena por haber si el primero que había intentado el salto de altura, pese a no destacar yo en mis habilidades en ejercicio físico, alababa mi esfuerzo. Ese día “se me hizo el chocho agua” aunque no tuviera chocho. Ya me entendéis la expresión.
Mi mente “hormonada” ya planeaba el siguiente objetivo principal, incluir a Bernardo en el Club, con el paso previo de incluir a Ángel. Ambos vivían relativamente cerca, en el barrio y podría venir a hacernos alguna visita y conocer a los demás “pajeros profesionales”. Ángel era relativamente amigo de Bernardo, y Joaquín era su mejor amigo, así que también debería ser incluido. Otro que me atraía mucho conocer su pene era Francisco, que tenía una personalidad alocada parecida a Ángel. Con ello, nos tocó hacer un trabajo en grupo, así que esa era mi oportunidad. Así que conseguí que fuéramos Francisco, Bernardo, Joaquín, Ángel y yo. Teniendo a Ángel en mi bando, seguro que podríamos conseguir algo.
Ángel me contó que, en casa de Bernardo, se montaban unas buenas “fiestas” y que estuvo en una de ellas, en las que Bernardo, su hermano mayor (un año mayor que Bernardo) y varios amigos de su hermano se pajeaban todos viendo una peli porno. Por lo visto existían más Clubs de las pajas y yo sin saberlo. Había que unificarlo de alguna manera.
Nos repartimos el trabajo a partes iguales, pero, como era de esperar, sólo Joaquín y yo habíamos hecho nuestra parte. Aun así, teníamos que quedar para ponerlo en común y seguramente, hacer esas partes. Primera quedada: en casa de Ángel. Bernardo y Joaquín no podían venir, pero aún así quedamos Ángel, Francisco y yo. Nos centramos en terminar gran parte del trabajo (lo primero es lo primero) y había quedado con Ángel que propusiera hacernos paja o algo así. Así que empezó Ángel a hacer de las suyas y sacársela y tal y Francisco, puso cara de incomodado. Yo intenté hacer de poli bueno y convencer a Francisco que no pasaba nada, que había confianza, pero nada, ni paja ni enseñarla ni nada y no tardó mucho en irse. Con eso, nos quedamos los dos, solos en su casa, así que le propuse terminar la paja y eso hicimos. Se la pude ver mejor y cuando se corrió se le quedó un charquito en la punta de la polla con rellenando el cráter de un volcán. Realmente era la tercera corrida (la mía y la de Carlos) y la primera polla que veía con vello negro/castaño oscuro como el mío. El éxito había sido parcial, pero con el tiempo descarté a Francisco de insistir y me centré en el gran objetivo: Bernardo.
Segunda quedada: en casa de Bernardo. Se solían quedar solos habitualmente los 3 hermanos que se llevaban a penas 4 años entre el mayor y el pequeño. Bernardo era el mediano. Bernardo era rubio (supongo que de ahí mi debilidad por los rubios), ojos verdosos, complexión delgada, tirando a atlético ya que jugaba a fútbol (con Alejandro, por cierto), con muchos lunares por el cuerpo y con unos labios carnosos, sobre todo el labio inferior que me hubiera muerto de ganas de besar, aunque en ese momento seguramente no era consciente que Bernardo era mi “crush”. Esta vez, tampoco vino Joaquín (según él, ya había hecho su parte) ni Francisco (seguramente algo temeroso por la encerrona en casa de Ángel), pero sí que vino mi cómplice Ángel. Habíamos quedado que él propondría ver una porno como “la otra vez”. El único problema, pero era que estaba el hermano pequeño de Bernardo por la casa. Mientras estábamos con el trabajo y aprovechando que el hermano se fue a otra habitación (estábamos en el salón), le hice la señal para que Ángel hiciera la propuesta y así fue. Entonces Bernardo dijo que tenía el video roto, que se les quedó enganchada la porno y sus padres les pillaron (para los decenials: las películas iban en un formato llamado VHS que iban con una cinta magnética que leían los videos o reproductores y que a veces se enganchaba la cinta y bloqueaba todo, había que llevarlo a reparar y seguramente perdías también lo que había grabado en la cinta). La verdad es que sólo pensar en el marrón de pensar que mis padres me pillaran sabiendo que he visto porno y que además les rompiera el video, se me bajó la libido. Terminamos el trabajo y ya no había más opciones, era ahora o nunca. Así que me lancé y les dije si se atrevían a enseñarla. Claro, dijo Ángel, sacándosela semierecta y empezándose a tocar. Entonces Bernardo, bajó sus pantalones cortos y mostró su pene, flácido, recubierto de pellejo, de unos 6 cm, pero lo que más me encantó fue su vello púbico que sin ser el rubio de su cabeza, era rubio ceniza. Luego me la saqué yo, tope erecta, obviamente y en esas que vino su hermano corriendo y gritando: ¡nos hacemos unas pajas! Y se bajó los pantalones y empezó a pajearse allí mismo, erectándosele en un momento su pequeña pollita de unos 7 cm, totalmente desértica de vello. Todos nos empezamos a reír. Y Bernardo le echó bronca a su hermano, y después nos invitó a irnos ya. Yo no me quería ir, pero no se pudo hacer más.
El trabajo tuvo buena nota y todos pasamos de curso, pero al año siguiente, Ángel estaba muy desmadrado y dejó los estudios. Bernardo fue perdiendo popularidad, carácter, liderazgo y se convirtió en una sombra de lo que era. Al final, volví a intentar hacer un trabajo con Joaquín y Bernardo, pero al final lo hice yo todo al 100% y ni siquiera sirvió para acercarme a ellos. La verdad es que en esa época mi cabeza ya estaba puesta también en Michael y hubo un relavo de “crush”, aunque de poco sirvió ya que el CSPP (Club de Socios Pajeros Profesionales) no consiguió nuevos socios y los que había se fueron dando de baja progresivamente. Sólo mi fiel Carlos se mantuvo, pero eso es otra historia.
Para finalizar y, gracias al comentario de uno de los lectores, voy a proponer una cuestión: ¿Quiénes de todos los personajes pensáis que en la actualidad son gays (declarados)? Os avanzo que son 4, el protagonista y el hermano de Michael y dos más....¿quiénes? Espero vuestras apuestas en los comentarios y la solución se irá descubriendo con nuevos relatos.