Yo y mis amigos: El Club de las pajas (II)
Siguen mis experiencias con mis amigos en el Club de las pajas.
Tras la misión fracasada con Alejandro (https://www.todorelatos.com/relato/170951/) tenía que convencer a Carlos en incluir a más gente en nuestro Club. Un día se lo comenté y me dijo que su padre tenía pelis porno en su casa y que el padre de Rafael también y que había quedado con Rafael en su casa una vez y se pajearon viendo la película. Me confirmaba que efectivamente, Rafael no tenía ni un solo pelo pero que tampoco llegó a correrse.
Tras esa confesión, no sé qué me ponía más, si la idea de ver una película porno o la de pajearme con Carlos y Rafael, con los dos juntos.
Empezamos a quedar asiduamente Carlos y yo en cuanto podíamos y nos quedábamos solos, ya fuera en mi casa o en la suya. Y una de las veces pude ver mi primera peli porno. No es que emocionara demasiado, pero sí que me impresionó el tamaño de las pollas y sus corridas.
Yo ya tenía prácticamente descartado a Alejandro, cuando un día de verano, fuimos a su casa y Alejandro, estando los tres en el sofá puso una peli porno. Los tres nos empezamos a tocar por encima del pantalón pero llegó su padre de trabajar y nos interrumpió. Menos mal que le dio tiempo a Alejandro a apagar la TV y no se dio cuenta. Dijo que venía cansado y se iba a echar una siesta y se fue a la habitación. La volvimos a poner sin sonido esta vez y nos empezamos a pajear cada uno con la mano dentro del pantalón corto que llevábamos. Justo cuando iba a proponer de sacárnoslas, apareció otra vez el padre de Alejandro, medio dormido (creo que no se dio cuenta lo que salía en la TV) y se tumbó a dormir la siesta en medio del salón, ya que decía que en la habitación hacía mucho calor. Nos jodió la paja, aunque la excitación era mayor y volvió a poner la película. El padre de Alejandro no podía ver la TV ya que estaba detrás de ella y prácticamente, tampoco a nosotros, además nos daba la espalda. Así que seguimos con el tema. Yo no quería sacarla sin que Alejandro la sacara antes. No quería que me pasara como en el vestuario, así que animé a Carlos a que diera el paso y así hizo diciendo: ¿nos las sacamos? Yo dije vale, pero Alejandro dijo que prefería que no por si acaso por su padre y que tampoco se iba a correr porque ya se había hecho una paja por la mañana. Al final pensé: a la mierda Alejandro. Olvídate de él y disfruta la peli porno y la paja. Así que me la saqué tranquilamente y me hice la paja y me corrí sobre mi pubis, igual que Carlos que también se corrió sobre su vello púbico pelirrojo. Y sin limpiarnos ni nada nos escondimos las pollas y nos fuimos los tres.
Respecto a Rafael, finalmente, pudimos quedar un día los tres: mi compañero de pajas (Carlos), Rafael y yo. Fuimos a casa de Rafael y puso una porno y finalmente pude verle la polla. Era muy blanquita con el glande muy rosado, no estaba circuncidado con lo que le bajaba y le subía la piel como a mí. Era un poco más larga que la de Carlos y un poco más ancha: unos 10 cm de largo por 2 de ancha. Efectivamente, por cosas de las hormonas y la genética, no tenía ni un solo pelo y eso que era un año mayor que yo. Siendo el menor de los tres, mi polla parecía casi de adulto delante de las suyas, pese a ser ambos un año mayor. Lo que sí que recuerdo son sus huevos, que eran bastante grandes comparados con su polla incluso comparados con los míos o los de Carlos, que eran pequeños. Tenía una manera muy peculiar de pajearse, poniendo la mano en forma de pistola y cogiéndose la polla con el meñique y el anular. Me llamó mucho la atención y fue motivo de bromas y de futuros comentarios apodándole “el pistolero”.
Ese día nos pajeamos, aunque sólo me corrí yo. Pero hubo muchos otros días en los que siempre me corría yo y nunca se llegaba a correr Rafael. Carlos dependiendo del día. Quedábamos en casa de Rafael normalmente, aunque alguna vez también en casa de Carlos, para ver porno la mayoría de veces, aunque otras no nos hacía falta el porno. Rafael ya había entrado oficialmente en el Club de las Pajas. Incluso se pusimos nombre: CSPP (Club de Socios Pajeadores Profesionales) e hicimos una especie de carnet.
Tanto Carlos como Rafael, siempre me sorprendían. Siempre tenían alguna guardada (supongo que en esa picardía sí se notaba la edad). En una de las ocasiones en casa de Rafael, sacó un condón. Era la primera vez que veía uno de cerca. Lo abrió y se lo puso en su polla, pero ni ajustaba y sobraba condón por todo. Se lo pasó a Carlos y lo mismo sucedió en la de Carlos. Así que me animó a ponérmelo. Me daba mucha vergüenza. No sabía si eso me pasaría algo, pero la curiosidad venció a las dudas y me lo puse. Fue difícil ya que ya estaba abierto y se me hacía complicado, pero lo conseguí. Se sentía muy raro. Realmente no me apretaba como pensaba, pero sí que se veía una polla “de verdad”, preparada para follar. Los dos me miraban con envidia, pero no tardé en quitármelo. Después se me quedó un olor y una textura en la polla, bastante desagradable, pero me terminé la paja como siempre.
Otra de las sorpresas de Rafael fue que una de las veces estaba su hermano pequeño por la casa jugando y él como si nada. Me dijo que no pasaba nada. Así que nosotros a lo nuestro. Y vino su hermano y dijo algo así como “tetas” al ver las tetas de una de las actrices porno de la película que veíamos. Nos echamos a reír. Yo sería incapaz de pajearme de esa manera con mi hermano delante, y eso que era mayor que el de Rafael. En estas que me dijo, ahora verás. Y le dijo algo a su hermano que no recuerdo y su hermano le cogió la polla y empezó a menearla (sin mucha pericia) y en seguida se la soltó. Rafael había puesto una cara de placer sólo al tocársela. Así que ese pensamiento se convirtió en obsesión y en objetivo: saber qué se siente cuando alguien te la toca. Estuve a punto de pedirle que su hermano también me la tocara, pero era demasiado o que nos las tocáramos mutuamente pero no me atreví. Aún así, pronto conseguiría dicho objetivo, pero eso lo dejo para otro capítulo.
A Rafael le marcaban mucho sus padres (si ellos supieran lo que hacía en sus ratos libres!!) y muy pocas veces podíamos quedar con él. Habían pasado ya unos meses y nos dijo que ya tenía pelos y la próxima vez que volvimos a quedar para pajearnos, ya tenía una buena mata de pelo negro y rizado en la base de su pene, que también había crecido algo a lo largo y a lo ancho y esa vez sí que ya, por fin, pude ver su corrida. Siempre me quedó la duda de si era verdad que se corría pese a no tener ni un solo pelo. Habría pasado otro año más cuando nos comentó que últimamente estaba quedando con Pepe, vecino de Alejandro, que era 3 años menor que yo. Me extrañó mucho ya que Pepe no se hacía demasiado con nadie. Digamos que no hacía demasiada vida de barrio, pero me dijo que quedaban para ver porno y pajearse. Otro miembro inesperado para el Club. Quedamos cuando se pudo, en la casa de Rafael y aunque ese día no teníamos porno, la excitación estaba presente. Pepe tampoco tenía ni un pelo pero, según él, se corría (esa historia me era familiar). Para esas alturas mi polla ya medía como 17 cm, 3,5cm de ancha. La de Rafael unos 3 de ancha y unos 15 cm de larga y la de Pepe era de unos 14 de larga unos 3 de ancha, también sin circuncidar. Su piel era más morena ya que Pepe, era de esa gente que se pone muy morena con poco sol que le dé, aún siendo relativamente blanco en épocas invernales. Ese día, nos corrimos Rafael y yo, pero no Pepe (porque ya se había corrido por la mañana). Pero la sorpresa que me tenía reservada Rafael era que Pepe era capaz de lamerse su propia polla con la lengua. Y así lo pude ver con mis propios ojos atónitos y deseosos de poder hacer lo mismo. Rafael me dijo que lo estaba practicando pero que no se llegaba.
Pasaron unos meses, y esta vez, pudimos quedar en mi casa. Tenía todo preparado, peli porno, papel higiénico…. Para una sesión del Club. Íbamos a ser cuatro, pero en último momento, Carlos se tuvo que ir con sus padres, así que fuimos a mi casa Rafael, Pepe y yo. Primero de todo, Rafael me enseñó sus progresos en la autofelación y ya se podía lamer unos 2 cm del capullo con la lengua. Pero lo que más me sorprendió fue que Pepe ya se podía introducir todo su capullo en la boca. Fue muy morboso verlos a los dos. No sé qué me daba más morbo imaginar esas bocas chupando mi propia polla o que fuera mi boca la que chupaba esas pollas. Finalmente volvimos a las pajas (cada uno con la suya) y nos corrimos los tres. Sí, pude ver como Pepe, sin tener ningún pelo en su pubis, se corrió con una gota de semen blanquecino (quizá no tan espeso como el que ya me salía a mí o al de Rafael) pero esa semen, semen. Cosa que desmontó mi teoría y me hizo pensar que quizá todo este tiempo Rafael no me había mentido. En fin, quizá algún día se lo pregunte.
Esa fue la última sesión del Club con Rafael. No así con Pepe con el que quedé un día para pajearnos en mi casa los dos, unos 6 meses después y ya tenía una buena mata de pelo castaño en su pubis, aunque su polla no me pareció que hubiera crecido. Tuve mucha tentación en chupársela o tocársela o hacer algo más con él, pero tampoco quería asustarle y no llegué a hacer nada. Nos pajeamos, nos corrimos y no volvimos a quedar más.