Yo Violeta, esclava sexual . Parte 7

Obediencia y perversión. Mi Amo exige para su placer

Yo Violeta,esclava sexualParte 7

Mi Amo decidió cambiar mi aspecto, sin consultarme y está en su derecho; las esclavas no tenemos que opinar ni aceptar. Sólo obedecer y se me da muy bien.

Es tan pleno sólo obedecer!

La mañana de la llegada de mi madre, me llevó a una peluquería, donde nos estaba esperando un simpático peluquero.

  • Tal como acordamos, Sr?
  • Si, respondió mi Amo.

Me hizo tomar asiento y después de los preparativos de rigor, procedió a cortar mi largo cabello al ras del cuero cabelludo.

La sorpresa y el espanto me impidieron reaccionar y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Me estaba dejando con el pelo bien corto, muy corto.

Me hizo pasar a lavarme y cubrió mi cabeza de shampoo.

  • No te muevas, por favor-

Min se acercó, besó mi boca sensualmente y comenzó a rasurarme lentamente.

Yo sin pelo. Mi cabeza rasurada. Y para colmo, después de  mirarme decidió dejarme también sin cejas.

  • Si un día encuentro pelo en alguna parte de tu cuerpo, te castigaré de verdad. Así, tu condición de esclava se hace más evidente para todos y sabrán que yo hago lo que quiero contigo. Eres perfecta-

Masajeó mi cabeza pasando un suave aceite y me ordenó rasurarme todos los días y pasar ese aceite.

-Será la masajista quien se encargue de rasurarte  todas las mañanas- sabiendo que para mi es una  humillación que esa odiosa que va tras él sea la encargada de mi estética.

Muda, no podía dar crédito a mi situación. Pelada totalmente. Horrible. Las lágrimas seguían brotando de  mis ojos, hasta que me dijo fastidiado:

  • Si continúas llorando por tu pelo, te daré mejores motivos para hacerlo-

Como pude, me contuve, me puse de pie y caminé detrás de él.

  • Ahora vamos a  tomar un café-

Entramos a su auto estacionado frente a la puerta, dijo al conductor  una dirección y a mí me entregó una bolsa ordenándome cambiar mis zapatos y cómo no, los que tuve que ponerme eran los de puta, con sus tacones tan altos que mis pies sólo se apoyan en las puntas de los dedos y apenas puedo caminar. Los odio y al Amo le gustan porque me humilla y esta será la primera vez que tenga que lucirlos en público.

Hoy me quiero morir, desaparecer. Pelada, sin cejas y con esos zapatos con los que casi no puedo caminar. Mi pelo!

El Amo me acaricia la cabeza, el cuello y me hace sentar a horcajadas sobre sus piernas, de frente a él. Mete sus manos bajo mi ropa y juega con los aros de mis pezones, produciéndome dolor y excitación. Me abalanzo sobre su boca y lo beso, meto mi lengua y la recorro con voracidad, cada vez más excitada. Pero el auto se detiene y debemos bajar. Saca una cadena y la engancha del aro que llevo en mi collar. Baja él y tirando de la cadena me hace bajar a mi.

Otra vez la vergüenza  de ser expuesta en público. Las personas que pasan me miran con asombro y algunos hasta se detienen.

Así entramos al local de café, muy elegante y con unas cuantas mesas ocupadas. Todos nos miran.

Min,  tranquilo y seguro toma la cadena y la engancha a su silla. Soy el centro de las murmuraciones y miradas; lentamente va surgiendo en mi mente un sentimiento de orgullo por mi condición, por ser la esclava de este magnífico hombre y que todos lo vean.

Pide  dos cafés y permanece impasible, mirándome. Le sonrío con entrega, me siento suya y ese es mi orgullo.

-Estás complacida, perrita, te gusta que sepan que me perteneces-

Asiento en silencio.

Se acerca a nuestra mesa un hombre sonriente que saluda a Min y este me presenta como su mujer.

-La tienes atada corta, por lo que veo-, dice su amigo y se despide amablemente, no sin antes lanzarme una mirada lasciva diciendo - eres hermosa, que suerte tiene el Sr. Min.

Una vez en casa, Min me dice que va al aeropuerto a recibir a mi madre. Le pido permiso para ir con él, pero se niega.

Estoy muy ansiosa y nerviosa.

Cuando llegan, mi madre queda de boca abierta al ver mi nueva apariencia; se recupera rápido y nos abrazamos.

La ayudo a instalarse en un dormitorio y a ordenar su equipaje mientras conversamos.

  • Una sola pregunta, hija, eres feliz?-
  • Si madre, totalmente-
  • Bien, eso es lo principal para mi, lo demás son simples detalles.

  • Mamá, estás dispuesta a tener sexo con Min? pregunto con un hilo de voz.

Mamá me mira seria, y después de un largo silencio me dice que si.

  • Y a ser su sumisa?

  • También hija. Espero que tú lo aceptes bien.

  • Yo no tengo nada que aceptar, es lo que él desea, someternos y follarnos  a las dos, madre e hija. Dice que le daremos mucho placer.

En realidad, me siento muerta de celos y embargada por un sentimiento extraño. La idea del incesto acecha mis pensamientos.

Y, muy en  el fondo, tengo cierto deseo. Mamá. Mi  madre. Mi Amo y mi madre teniendo sexo. Y yo también.

Después de cenar, el Amo me mandó a mi dormitorio. Unos minutos más tarde apareció y me esposó las manos y los pies a la cama. Quedé boca arriba y bien abierta. Me tapó los ojos.

Me besó largamente en la boca jugando con mis aros de los pezones. Me calenté y me mojé enseguida.

  • Amo, por favorrrrr
  • ¿Quieres un orgasmo?- mientras un dedo rozaba mi clítoris y penetraba mi vagina
  • Siiii Amo, sigue, te lo suplico, por favorrrrr-

Se retiró sonriente:

  • Hoy nada para ti, todo para tu madre. Es muy caliente y la quiero probar sin ninguna interferencia. Te dejo así para que nos escuches cuando follemos. No puedes masturbarte ni acercarte a mirarnos. Disfruta, mi hermosa, hasta mañana-

Y se fue, dejándome en un estado lamentable: muyyyy caliente, sin poder masturbarme para aliviarme, sumergida en la oscuridad e internamente en un ataque de celos. ¿Cómo puede mi madre hacerme esto ? Aceptar la propuesta de mi hombre?

Y además, ahora soy una interferencia? Será porque estoy fea, sin pelo, sin cejas, soy una desgracia.

Poco después, comienzo a escuchar sus voces, gemidos, el restallido de algún azote y gritos y gruñidos de placer.

El llanto incontenible me acompañó un rato, unido a los celos y la rabia hacia mamá.

Cuando desperté ya era de día y estaba libre de vendas y ataduras. Mejor aún, estaba envuelta en los fuertes brazos de mi Amo. No sentí cuando llegó a mi cama, pero vino y me abrazó.

Contenta, me le ofrecí para un polvo mañanero, pero me dió una palmada y me dijo que hacía un ratito se había follado bien a su nueva puta, que es ardiente y muy necesitada de sexo. Es especial, dijo.

Mi alma cayó al piso y me levanté en silencio, siguiendo a Min.

Fuimos a desayunar y allí estaba mi madre. Literalmente brillante, radiante. Bien follada, pensé. Pero la vi tan feliz que la abracé y la besé. La quiero.

Min nos besó profundamente a ambas y se fue bastante rápido, no sin antes decirnos que más tarde haríamos un juego de roles los tres. Me alegré porque no me dejaría sola como la noche anterior.

Al atardecer, regresó y me explicó algo del juego. Seríamos una familia: papá, mamá y la hija (yo).

Me dio la orden de desnudarme y acostarme en uno de los sillones grandes. Mi madre trajo un pañal para adultos y me lo puso con delicadeza, hablándome tonterías. Sacó del bolso un chupete grande de color rosado y me lo puso en la boca.

  • Chupa esto, hijita, que pronto tu papi te traerá la mamadera.

A los pocos minutos llegó Min con una botella con chupón, llena de jugo.

  • Sube a la falda de tu mami, que te la va a dar.

Me instalé en su falda apoyando mi cabeza en sus pechos ya desnudos. Se sentían cálidos y acogedores. Mamá me retiró el chupete y puso la mamadera en mi boca, al tiempo que me arrullaba como si fuera pequeña.

Esmeradamente y a pesar de la incomodidad del pañal,que además me humillaba bastante, chupé con ganas el jugo. Cuando lo terminé, papi puso un poco más y tuve que esforzarme para tomarlo. Mi estómago se dilató, pero no me quejé.

-Buena niña-, dijo papi, acariciando mi estómago y mi rasurada cabeza.

  • Ahora vas y te pones a jugar mientras mamá y yo nos entretenemos-

Así que gateando fui a un rincón donde habían puesto algunos juguetes y me quedé en el suelo mirándolos. Papá vino y me colocó un abridor de boca, por lo cual al poco rato mi saliva escurría hacia mis tetas, mojándolas.

Mi Amo y mamá se besaron mucho, se tocaron por todas partes, ambos desnudos y sin poner atención en mi. Mi madre se arrodilló y le hizo una buena mamada que arrancó gruñidos de placer de mi hombre. Se tragó todo su semen! Ay, mamá!

Las ganas de orinar comenzaron a incomodarme y me movía en mi lugar cada vez más necesitada de aliviar mi vejiga que amenazaba con estallar.

-Orina en el pañal, que para eso lo tienes, ya! dijo mi Amo. Al escuchar su orden, aflojé mi esfínter y sentí el alivio de vaciar mi vejiga. Es una habilidad que he adquirído, cuando me ordena orinar, puedo hacerlo sin importar dónde esté.

  • Estás mojada, hijita? Ven que te cambio-

Gateando, llegué hasta el sillón donde estaban. Mis tetas empapadas por la saliva que escurría de mi boca.

-Mira cómo está nuestra hija, hecha un asco, debes limpiarla bien con tu lengua.

Mi madre me hizo acostar en el sillón, me abrió el empapado pañal y con una toalla húmeda me limpió, incluyendo las tetas.

Min me quitó el abridor de la boca y comenzó a besarme con rudeza, ordenando a mi madre terminar el trabajo de limpieza con su lengua.

Mamá me lamió el coño lentamente, metió su lengua en mi vagina y finalmente se dedicó a mi cítoris.

Lo acarició con movimientos circulares, para después chuparlo. Las oleadas de placer recorrían mi cuerpo y me sentí a punto de estallar. Ya no me importaba  quién me daba ese placer.

El Amo me ordenó ponerme en 4 y sin dilatarme previamente penetró mi culo, haciéndome gritar de dolor, hasta que comencé a sentir que me abría y extendía para él. Una ardiente mezcla de placer y dolor, que es lo que más me enciende.

Mientras, mi madre seguía mamando mi clítoris y dando pequeños mordiscos.

Estallé en repetidos orgasmos que nublaron mi conciencia.

Sólo existía el placer que arqueaba mi cuerpo y me hacía gritar y sollozar. Sentía las embestidas de Min en mi culo y su verga exigente provocando dolor y temblores en todo mi cuerpo, Casi no podía sostenerme en 4, porque iba quedando floja, pero él pasó su brazo bajo mi vientre y me sostuvo.  Los adoro a los dos.

Soy del Amo y de mamá. Estoy entregada, sometida por

ambos. Les pedía más.

Cuando todo se calmó, mi madre se adueñó de mi boca y me besó enredando nuestras lenguas, mientras el Amo nos miraba complacido.

Ambas suyas. Una esclava y su madre sumisa.

Comencé a chupar con fuerza sus pezones, estirándolos hasta producirle dolor. Sus quejidos me hacían tirar más, hasta que el Amo puso fin con un fuerte:

  • Basta Violeta!! Le estás haciendo daño! A tu dormitorio ya! Tu comportamiento es intolerable. Mereces un buen castigo para que aprendas a respetar a tu madre, y ten en cuenta que ambas son mías-

El Amo la cuida y ella se ve feliz.

Mami, te quiero, aunque deseo que te vayas, pienso en silencio, mientras me instalo sola en mi dormitorio y escucho los sonidos del sexo.

Esta es otra noche en que me duermo llorando y ni siquiera se me ocurrió salir de mi cama para ir a mirarlos desde afuera.

No estaba invitada a participar.

Pero al día siguiente sería castigada y saberlo me reconfortaba.

No imaginé cómo sería ese castigo.

Se los contaré,estimados lectores.