¿Yo? ¿Violador?
-Violador- logró decir entre espasmos de llanto. La tomé por el cabello, podía sentir como se desprendían varios mechones de pelo, la hice arrodillarse frente a mi. -Si quieres que lo sea, lo seré.
Su respiración se agitaba bajo mi peso, y podía ver sus pechos subir y bajar, lejos de excitarme, me hartaba. Sus gestos de fingido deseo me asqueaban. Por un segundo pensé en continuar... Pero seguía exagerando.
Y me seguía asqueando. Me levanté y acomodé mi traje.
Sus castaños ojos me miraron sin entender,y luego apareció el reproche en ellos.
-Señor Craig- Dijo, con una voz suave y Quejumbrosa, al parecer la enorme excitación que había estado experimentando un segundo antes desapareció. La miré, metiendo la camisa dentro de mi pantalón con cuidado y prolijidad. -¿Qué hace?
-Me estoy vistiendo-le contesté, y la tomé por la muñeca para levantarla, acomodarle el corset y la faja del vestido. -Y tu deberías hacer lo mismo.
Terminé de acomodar las mangas de su vestido y la empujé hasta la puerta. Su vestido estaba perfectamente ajustado, pero su cabello dejaba bien en claro que había sido tironeado.
-Bueno, señorita ¿Danielle? -Ella asintió- fué un placer hablar con usted. Lamento tener que terminarlo asi, pero no es debido dejar a todos mis invitados sin su anfitrión a esta hora.
Sin más, me largué a caminar, llegando hasta las escaleras. Al bajar encontre el Hall lleno de personas bailando. Un montón de ojos femeninos se posaron en mi. Varias de aquellas señoritas se acercaron, buscando lo mismo que Danielle; pero ya estaba harto de aquello, y solo quería estar un rato en paz.
Pensaba servirme algo, beber quizas me ayudaria a cambiar de idea y pudiese pasarla bien con alguna niña...
No había terminado el primer sorbo de vino, cuando vi a Danielle caminar hacia mi por entre la gente, su rostro dramático me anticipó lo que vendría. Su cabello desarreglado llamó la atención entre las refinadas damas de la fiesta.
Le dediqué una sonrisa, eso le dió pie para exclamar un sollozo falso, me miró con reproche y apuro el paso hasta quedar a un metro de mi. Sus forzadas lágrimas caían por su bello rostro, estaba comenzando el drama con mucho glamour.
-El señor Craig abusó de mi-Susurró muy despacio, como si contara un secreto. Varias personas alcanzaron a oirla y me miraron al instante. Mi sonrisa seguía ahí.
-¡Usted abusó de mi!-Vociferó a todo pulmón, y se terminó de acercar, ya no había nadie sin entender que pasaba, todos susurraban y me miraban en busca de una explicación.
Solté una carcajada y me acerqué, esperando que retrocediera, pero no lo hizo.
-Lo único a lo que te obligué fue a que te vistas y que salgas de mi habitación, cariño.
Un grupo de mujeres detrás de mi, obviamente buscando mi simpatía, rieron con ganas. Danielletenía el rostro hinchado por la impotencia. Aquello le estaba saliendo muy mal.
Sin embargo una única muchacha se interesó por ella y le pasó la mano por los hombros. Sus ojos azules se clavaron en mi con odio, y se llevó a Danielle...
~
Los invitados se iban, y era la hora de que puediese irme a dormir, pero esos ojos azules llenos de odio no paraban de revolotear en mi cabeza con locura... Tenía que verla una vez más, escuchar su voz, su risa... sus gemidos.
Corrí hasta la puerta con toda la tranquilidad que pude ¿Dónde estaba?
La ví entrando a un carruaje, el carruaje era uno público.
Me metí detrás de ella y me senté a su lado, rogando que a ningún chismoso se le diese por mirar.
-¿Qué hacé? -Dijo entre susurros, era obvio que no quería ser parte de otro escándalo con mi nombre.
Aquello me gustó, estaba dispuesta a callarse la boca. -Espero que baje de aquí pronto.
Sonreí como respuesta a su patética amenaza y me acomodé mejor en el asiento.
Le pagué al joven del carruaje, y le dije que de una vuelta y que vuelva al mismo lugar.
La jóven amagó con salir del carruaje y la tomé de la cintura; el primer contacto y mi corazón enloqueció. Forcejeó en un decente silencio pero logré tomar sus manos con una de las mías. Sus labios se apretaron con fuerza, ella no quería un escándalo.
-Ahora muy calladita, vas a venir conmigo.. Le dije, rozando mis labios en su cuello.
Ella asintió.
Su tierna sumisión me tenía enloquecido, durante el viaje no abrió la boca, pero tenía sus ojos llenos de lágrimas.
~
Y llegamos. No daba más de la excitación. Varias personas nos vieron forcejeando a la hora de entrar a mi casa, y algunas sirvientas por la escalera.
Una vez dentro del cuarto, cuando pensé que solo estaba actuando, comenzó a llorar con histeria.
-Usted es un degenerado, un hombre egoista y cruel-Se quejó, aún sin gritar.
Me acerqué sonriendo.
-Ambos sabemos porque estás aquí...
-Por que usted es un... un...
-¿Un qué? -Pregunté son indiferencia.
-Un violador- Soltó, ahora si gritando. Sus ojos clavados en los míos mostraban que lo decía con toda sinceridad.
Aquello marcó un cambio, jamás en mi vida había abusado de una mujer. Si bien lo había considerado varias veces, aquel era el peor insulto que había recibido.
La empujé contra la puerta y tomé su cuello con fuerza, estaba totalmente fuera de mi.
-Nunca abusé de nadie- Le grité al oido, pegando mis labios a su oreja. y luego golpee su cabeza contra la pared -Jamás.
-Violador- logró decir entre espasmos de llanto. La tomé por el cabello, podía sentir como se desprendían varios mechones de pelo, la hice arrodillarse frente a mi.
-Si quieres que lo sea, lo seré.
Mientras sostenía su cabello con una mano, desabroché con destreza mi pantalón y saqué mi miembro semierecto.
Ella tenía las manos ocupadas tratando de quitar mis manos de su cabello. Así que aproveché para pasarle mi miembro por la cara, sus ojos azules me miraron llenos de asco, trató de empujarme y yo a su vez quería meterlo en su boca.
Jalé un poco más su cabello, y gimió siin abrir la boca. Golpee su mejilla con mano y pareció entender el mensaje porque abrió la boca lo suficiente para que la cabeza de mi miembro entre en ella. Pero eso no es lo que yo buscaba.
Empujé y lo metí entero en su boca, dejando su cabeza apoyada contra la pared, sentí sus arcadas, pero no iba a preocuparme por ella.
Comencé a meterlo y sacarlo con cuidado, la saqué para pasarlo por su rostro, mojando de saliva sus mejillas.
Volví a meterlo, o eso quise, porque puso resistencia, lo que me obligó a golpearla contra la puerta nuevamente.
Su boca se abrió, de su boca caía saliva por la ridícula mueca.
Aquello me desperó. Puse una mano a cada lado de su cabeza, agarrandola con fuerza y apoyé mi frente contra la fría puerta, la embestí bruscamente y rápido, literalmente violandome su rostro, pude sentir la saliva caer. Estaba por tener el mejor orgásmo de mi vida, y lo hice, la embestí una última vez con fuerza y el semen comenzó a salir, lo dejé todo en su boca.
Su rostro estaba sonrosado, quizás por el ahogo...
Le levanté, estaba lívida, desaté su corset, y ella levantó los brazos para ayudarme con su vestido.
Le empujé contra la cama, y ella abrió sus piernas casi sin pensarlo.
No lo podía creer...
Llevé una mano hacia su sexo y estaba tan húmeda que mis dedos se delizaron en su interior con gran facilidad. Sin pensarlo dos veces me agaché frente a su sexo y comencé a chuparlo. Apenas mis labios rozaron los suyos, gimió, llena de placer. Sencillamente estaba a un paso del orgasmo.
La coloqué de espaldas con los pies cayendo a un lado de la cama, entregándome la vista de sus sexo húmedo e hinchado.
Puse la punta de mi verga en su vulva y la acaricié de arriba a abajo. Podía sentir como su piel se dilataba buscando mi embestida. Y así lo hice, con un solo empujón arremetí en su interior. Su voz se desgarró en un murmullo cargado de placer.
Tomé su caderas y comencé un vaivén lento y cuidadoso. No quería que ella llegara al orgasmo todavía.
Por favor- Me suplicó junto a sollozos con voz quebrada.
Tomé sus manos y las junté en su espalda, haciendo que levantara el torso, seguía con mi ritmo lento, pausado...
Podía sentir los espasmos de su interior.
-Por favor- volvió a repetir y salí de su interior.
Ella se giró lentamente y con un claro gesto le mostré que quería que me lo chupara, y lo hizo, lo tomó en sus manos y lo chupó como si fuese un caramelo muy dulce.
Besó todo el tronco de mi verga, desde la base hasta la punta, pasó su lengua empapada, chupando sus propios fluidos.
Supongo que pensó que si lo hacía bien tendría lo que tanto buscaba.
Se lo saqué de la boca y me arrimé a ella, haciendo que se recueste conmigo sobre ella, poco a poco mi miembro fue entrando y su espalda se curvó dejando a merced de mi boca sus generosos pechos.
Aumenté la velocidad hasta casi saciarla, tironee de su cabello para poder penetrarla mejor y aumenté el ritmo hasta que sus gemidos llenaron mi mente y sus uñas me apretaron con crueldad.
Su sexo apretando el mío me llevó a un orgasmo exagerado.
Bajo de mi, ella sufria espasmos en una agonía de placer.
Después de todo, jamás había violado a alguien, al menos no de principio a fin...