Yo, una puta

La historia de mi vida es bien sencilla: mi abuela fue puta, mi madre también lo fue y yo llevo ejerciendo el cargo hace un año.

Yo, una puta

La historia de mi vida es bien sencilla: mi abuela fue puta, mi madre también lo fue y yo llevo ejerciendo el cargo hace un año. Desde que tenía 10 años, me di cuenta de que era diferente al resto de niñas, en lugar de jugar con muñecas lo hacía con hombres mayores que venían a ver a mi madre que vestía y desvestía. Me decían tócame aquí pequeña o chupa aquí y yo lo hacía con mucho gusto, me gustaba hacerlo pero cuando mi madre me veía haciendo eso me apartaba y chillaba como una loca logrando que mi nuevo amigo se marchase de casa. Así que con el tiempo me acostumbré a hacerlo a escondidas de ella.

Perdí la virginidad a los 12 años, unos tíos me agarraron en un callejón y me follaron durante dos horas, primero uno y luego el otro hasta que se cansaron, eso creo porque me desmayé varias veces del dolor. Cuando terminaron me arrojaron junto a unos bidones de basura y después sólo recuerdo estar en el hospital con una anciana junto a mí. Los médicos casi ni llegaron a darme esperanza de vida por toda la sangre que perdí y cuando estuve un poco recuperada vinieron dos policías. Uno de ellos me dijo -¿vas a denunciar? - vaya pregunta. Como iba a hacerlo si el compañero de éste era el que semanas antes estaba diciéndole a uno de sus amigos: ¡Fóllate a esta puta negra y reviéntala pero deja un poco para los demás! Yo no llegué a verles la cara porque iban vestidos con una capucha blanca pero su voz y sus ojos, nunca los podría olvidar.

Varios meses después tuve mi primer novio. Le amaba con locura e intenté por todos los medios que no descubriese como había sido mi vida durante años. Estuvimos saliendo durante un año hasta que un día llegó a casa y me confesó que se había follado a una prostituta. Le armé un escándalo pero lo peor llegó cuando mi madre entró por la puerta y lo vino a saludar. Pregunté: y ¿tu de qué lo conoces? , a lo q me él me respondió – es la puta que me llevé -.

Después de eso, comencé a follar con todos los que se cruzaban en mi camino. Algunos llegaron a sentir amor por mí pero mi corazón era de hielo y sólo podía darles sexo.

A los 14 años mi madre conoció a un hombre, un chulo del barrio que cobraba un porcentaje a las putas que trabajaban para él y que acabó introduciendo a mi madre en el mundo del porno. En un principio los videos se grababan en un estudio pero con el tiempo empezaron a hacerlo en casa, así que procuraba esconderme para poder verlo sin que mi madre no me echase de casa. Me acostumbré a levantarme de madrugada para ver sus pelis en el video de casa mientras ella curraba y el chulo dormía.

Todas las noches bajaba para sentarme en el sillón y masturbarme con lo que primero que pillaba mientras veía una de tantas. Una noche, la misma en la que me celebraron mis 17 cumpleaños, después de que mi madre se había ido a currar y el chulo y un amigo de este dormían bajé a ver una peli nueva de mi madre. Quería disfrutar de experiencias nuevas, así que busqué en la cocina un tenedor y una cuchara y me dispuse a masturbarme con ellos. Al rato de estar sentada allí, observé una sombra acercándose a mí y poco a poco fue cogiendo forma, era Paco el amigo del chulo. Sin detener mis movimientos observé a este individuo desnudo con su pene erecto que tocaba mientras dirigía su mirada hacia la mía. Se acercó aún más a mí, se agachó y sacándome el tenedor de mi vagina empezó a saborear los jugos que se desprendían de ella. Aún con la cuchara metida en mi ano y la lengua de Paco rozando mi clítoris pude ver como se acercaba otra sombra que no era otro que el chulo. Paco se levantó y dirigiendo la mirada hacia él le dijo: Tu niña se está volviendo una putilla, ¡tenías que haber visto lo que hacía con esto! y sacándome la cuchara de un tirón la lanzó junto al tenedor a sus pies.

Has sido una niña mala – dijo el chulo, pero no sólo esta noche sino muchas anteriores, te mereces un castigo . Y así sin más, Paco me cogió en brazos para ponerme a cuatro patas y el chulo meterme su pene en mi ano. Me golpeaba las nalgas, el dolor me producía placer y mis gritos se oían lejos, pero Paco me metió de un tirón su polla en la boca y ahogó mis gemidos aunque eso no impedía que mis ojos derramaran unas lágrimas. Había sido una niña mala y por eso merecía un castigo, por eso tenía Paco que meterme un bastón por el culo mientras su pene atravesaba mi vagina y yo lloraba. Todo eso me producía un dolor intenso, pero yo era mala, era una putilla viciosa y cochina. Paco se colocó sobre mí para metérmela por el ano mientras que el chulo estaba debajo ocupándose de mi vagina. Así estuvieron un rato hasta que Paco tuvo su orgasmo y derramó su semen sobre mi espalda extendiéndolo por toda ella. Seguidamente el chulo me empujó dejándome tendida de espaldas en el suelo con las piernas abiertas. Miré un momento hacia abajo y pude ver que mi sexo estaba mojado, mojado en sangre. Lejos de asustarme me alegré porque acto seguido el chulo me la volvió a introducir muy duramente para tras dar unos pocos empujones acabar sacándola de allí y esparciendo su semen sobre mi pecho desnudo.

Me desgarraron por dentro pero no por ello dejé de disfrutar una noche y otra, hasta que me volví la amante del chulo y me introduje en la profesión que mi madre tantas veces había repudiado y que a mí me hacía disfrutar cada día más.