¡Yo soy tu padre!
La frase mas repetida en series y películas americanas y encima con una voz profunda, grave y ¡por que no! sexi como si el mismísimo Dart Vader hubiera salido de la pantalla. Nunca pensé que la escucharía de labios de un hermoso desconocido como de treinta y bastantes o algo menos de cuarenta.
"Yo soy tu padre"
La frase mas repetida en series y películas americanas y encima con una voz profunda, grave y ¡por que no! sexi como si el mismísimo Dart Vader hubiera salido de la pantalla. Nunca pensé que la escucharía de labios de un hermoso desconocido como de treinta y bastantes o algo menos de cuarenta.
Mi madre me había criado sola, con la ayuda de mis cariñosos abuelos, él había desaparecido hace muchos años. Al verlo allí plantado en la puerta del piso compartido donde vivía empezaba a comprender de donde habían salido mis labios carnosos y sensuales y mi culito prieto. Mirándolo de arriba abajo descubrí que mi desconocido padre es un tipo guapo y esta buenísimo. Y no puedo resistirme a un chico atractivo aunque sea mi propio padre, hecho que no había asumido aún.
El shock y su visión me tenían anonadada. Y a juzgar como él miraba mi generoso escote que el minúsculo top le dejaba ver no le debían ser indiferentes los encantos de las jovencitas de diez y nueve años como yo. Y esas miradas me ponen caliente, así que aún me pasé mas, poniéndome sensual enseñando mas piel, abriendo el escote o subiendo la falda.
Jugueteando con mi ropa como si me molestara. Mi recién descubierto padre me miraba con ojos de deseo y se ponía cariñoso. Rodeaba mi cintura con su fuerte brazo.
Me contó por qué se había ido, algo sobre que era demasiado joven en esa época y que mis abuelos paternos tomaron la decisión de cambiar de ciudad. Pero la verdad es que me importaba un pimiento, la ausencia de una figura paterna y la influencia de una madre bastante liberal había hecho de mi la putilla que era y estaba muy contenta con ello. Con saber disfrutar de mi cuerpo.
Viéndolo en retrospectiva todo lo que estaba contado tenia cierto sentido. Mi madre en esa época era una cabeza loca que debía pasarse por la piedra todo lo que tuviera pantalones y puede que también faldas visto el resto de su historial. No creo que pudiera resistirse a un bombón como él. Y además echando cuentas ella le sacaba al menos tres o cuatro años. ¿En serio se había follado a un chico de diez y seis con tan poco cuidado?
Así que en cierto sentido no me extrañaba que sus padres quisieran alejarlo de una loba como ella. Pero todo había salido bien, al quedar embarazada asentó la cabeza y la verdad es que como madre y amiga ha sido estupenda. Siempre nos hemos llevado de maravilla, aunque es verdad que lo de cierto furor uterino nunca se le ha pasado y sigue follando con quien le apetece pero con más cuidado. En eso he salido a ella, noches que habíamos salido de marcha juntas habíamos conseguido levantarnos dos maromos uno para cada una.
En cuanto a él parece que nunca olvidó que en alguna parte tenía una hija y en cuanto pudo quiso buscarme, dieciocho años tarde.
Toda esa historia parte de la cual ya conocía por el bocas de mi querido abuelo me puso aun mas tontorrona. Apoyé una mano en su muslo un poco demasiado arriba notando la firmeza de sus músculos.
Aún mas animada me apreté contra su cuerpo y le hice notar la dureza de mi teta en su pecho. No sabía como conseguir que se lanzase pero lo estaba intentando con todas mis tretas. Solo podía seguir provocando, jugaba con mi pelo, apoyaba un muslo casi desnudo contra los suyos mientras charlábamos en el sofá. Por suerte no estaba ninguna de mis compañeras de piso o se hubieran lanzado sobre él como auténticas zorras.
Cogí su mano apoyándola entre mis tetas justo en el trozo de piel que el top dejaba desnudo para decirle que le perdonaba y que quería conocer a mi papi con la voz mas melosa que pude encontrar. Estaba claro que la que se portaba como una zorra era yo.
Y a la vez mi sonrisa mas lasciva. Dejé caer mi cabeza en su hombro fuerte aspirando el olor de su cuerpo masculino. Olor que me embriagó de inmediato, me estaba pillando con él. A ver con que cara lo llevaba a casa después de lo que pensaba hacerle o que el me hiciera a mí. Rozando su cuello con la nariz dejé caer su mano en mi muslo y no la apartó. Al contrario me lo sobaba suave, con algo de timidez, sin moverla mucho.
Hasta que los separé y sus dedos tocaron el interior de mis muslos casi en el borde mi tanga. Ya se que abrir la puerta a desconocidos en tanga y top no es lo mas adecuado. Pero al verlo por la mirilla pensé que que era representante de una secta o comercial de seguros con su camisa blanca inmaculada.
Un suspiro se escapó lo suficiente para que él lo oyera y le diera ánimos. Le propuse ir a su habitación del hotel, mis amigas estaban a punto de volver y quería ahorrarme presentaciones incomodas. Yo buscaba algo más que seguir conociéndonos pero no se lo dije. En un suspiro entré en mi habitación a cambiarme. Sabía como lucirme y ponerlo aun mas cardiaco. Me limité a ponerme el short mas pequeño y ajustado que tengo con casi las mitad de los cachetes al aire. No solté su mano durante el camino incluso le animé a ponerla en mi cadera mientras caminábamos. Deseaba que la pusiera en mi nalga.
En el ascensor me pegué a su cuerpo. Clavando las tetas en sus costillas, pasó su brazo por mis hombros y aspiró el perfume de mi cabello, besó mi frente, levanté la cabeza y por fin besó mis labios entreabiertos, suave y tierno pero fue un pico en toda regla. En vez de rechazarle como esperaba él, lo abracé fuerte, mi cadera contra su durísima polla y una de mis manos en sus prietas nalgas para que no se me escapara otra vez.
Creo que estaba mas satisfecha de haberlo encontrado ahora de adulta con experiencia, cuando podía apreciarlo y no de cria cuando su estupendo físico y dulce personalidad me habría dejado atontada, ¿no es así como me estaba sintiendo?
En la habitación no quería separarme de él y no quería que nada nos separara, ni siquiera la ropa. Seguía mimosa, sensual llamándolo papi mientras abría los botones de su camisa blanca para acariciar su musculoso y depilado pecho.
Él me llamaba hija e intentaba separarme pero con pocas ganas. En uno de esos intentos aproveché para sacarme el top por la cabeza y dejarle ver mis pechos bronceados. Mis tetas libres de sujetador alguno coronadas por dos durísimos y oscuros pezones del mismo color que los suyos. Y que yo ya había descubierto arrancando su camisa. Le sujeté las manos con las mías y las puse en mis lolas.
Por fin se desató y las amasó con ganas. Me gustó su firmeza y deseaba lo que se escondía en sus vaqueros. Dejé caer mi pequeño short al suelo quedándome únicamente con el reducido y encharcado tanga que el ya había visto. Ahora que estaba paralizado contemplando mi cuerpo casi desnudo fue cuando me atreví a soltar su cinturón y los botones del vaquero y bajarlos para ver el pequeño slip que todavía me escondía su durísima polla.
El glande asomaba por encima delatando el efecto que tenia en él. Por la pinta que aquello tenía dura como una roca y no precisamente pequeña. No podía dejar de comprobarlo, lo apreté por encima de la lycra, ese era el pene del que yo había salido. Todas mis impresiones confirmadas, un bello ejemplar del que mi madre había disfrutado en su día y ahora me moría de ganas por tenerlo dentro de mí.
Por fin se le habían pasado los remordimientos y no pensaba darle tiempo a que los recuperara. Le bajé la reducida prenda hasta los tobillos acuclillada a sus pies. El hermoso aparato saltó frente a mi rostro asombrado. Cabezona, suave, depilada, con las venas bien marcadas, era un polla perfecta.
Comencé pasando la lengua por las suaves pelotas mirando sus ojazos azules con la mejor cara de vicio que pude poner, que era mucha y no me costaba nada. Me agarraba a sus durísima nalgas, sobándolas y deslizando un dedo entre ellas buscando su ano para acariciarlo y parece que lo disfrutaba.
Masajeaba y pasaba la lengua por el tronco majestuoso con suavidad arriba y abajo no quería que se corriera y me dejara sin nada, aunque ya paladear su semilla hubiera sido un buen logro quería mas. Para preparame yo misma con la otra mano había hecho a un lado mi tanguita y me acariciaba el clítoris.
Mi vulva ya chorreaba. No necesitaba mucha mas excitación. Así que con un besito en el glande me puse de pie frente a él para volver a comerle la boca. Mientras nuestras lenguas se entrelazaban a veces fuera de las bocas dejando que hilos de saliva cayeran sobre mis tetas, lo fui empujando lentamente hacia la cama.
Se dejaba hacer atento a los caprichos de su hija. Cuando sus corvas tropezaron con el colchón se dejó caer sobre el edredón que no hacía ninguna falta debido a la temperatura que teníamos los dos. Sinuosa trepé sobre su musculoso cuerpo.
Mi encharcada vagina buscaba sola en poderoso falo de mi recién estrenado progenitor. Mis pezones arañaban su vientre y pecho de lo duros que estaban. Los labios de la vulva recorriendo el tronco de adelante atrás al ritmo de mi cadera, humedeciéndolo, preparándolo para la inevitable penetración que ambos deseábamos.
Estirando los muslos subí el pubis lo justo para que por fin su rabo entrara en mi cuerpo febril. Lo recibí en mi interior con un fuerte gemido mientras el índice de mi mano acariciaba el clítoris para provocarme el primer orgasmo que hacia rato que se anunciaba.
Ya mas relajada comencé a mover la cadera arriba y abajo, adelante atrás en círculos buscando que ese pene que empezaba a adorar indagara en todo el interior de mi coño. Mis manos amasaban mis tetas y pellizcaban mis pezones dándole una pista de donde deseaba las suyas. Tonto del todo no era así que pronto tomó el relevo con lo que yo pude acelerar mis movimientos y usar las manos para mesar mi melena y acariciame la nuca.
Al ver mis axilas así expuestas se incorporó para lamerlas, para chupar mis tetas y pasar la lengua por toda las piel de mis pechos y costados.
Sus manos se desplazaron a mi culo amasando con fuerza mis nalgas guiando el movimiento de la cadera.
Cuando deslizó un dedo en mi ano acariciándolo con suavidad sin querer entrar me provocó otro orgasmo. Lo abracé para incrustarlo mas en mi cuerpo. Yo no paraba de acariciar su nuca y hombros y remover su suave cabello rubio.
Su polla me llenaba como pocas habían hecho antes y ya había repetido orgasmo, en plural mas bien, para cuando él me llenó el coño de semen. Visto mi historial con chicos y chicas no me había olvidado de mencionarle que tomaba mis precauciones.
No dejaba que me separara mientras su polla podía vigor en mi vulva y siguió lamiendo el sudor de mi piel manejando mi cuerpo como yo lo hacia de niña con mis muñecas. Me tumbó a su lado y se colocó encima de mi sin despegar su lengua de mi dermis. La clavó en mi ombligo jugando y siguió bajando por el vientre hacia el pubis.
No quería interrumpir sus acciones por nada del mundo. Curiosa por ver hasta donde era capaz de llegar. Cuando separó mis muslos para colocarse entre ellos tuve claro cual era su objetivo y estaba encantada con ello.
Pasó la húmeda por la depilada y suave piel de mi pubis deslizándose con exasperante lentitud hacia mi xoxito.
Pasó toda la lengua por los labios recogiendo su semen y mis jugos que rezumaban. Los separo con sus dedos para clavar la lengua lo mas profundo que podía o la giraba alrededor de mi sensible clítoris excitándome como si fuera la primera vez que me corría esa tarde. Y ya había pedido la cuenta.
Cuando le llegó el nuevo orgasmo a mi híper sensible coño casi lo ahogo apretando su cabeza entre mis muslos gritando gimiendo y suspirando, retorciéndome entre sus manos que no habían dejado de acariciarme las tetas.
Pocos chicos se habían atrevido a hacerme eso de comerme el xirri después de haberlo llenado de lefa. Empezaba a comprender que había encontrado la horma de mi zapato. Y encima en alguien que compartía mi propia sangre, ¡en mi padre!. Parecía que yo había salido tan pervertida como él y como mi madre. Debían hacer buena pareja en su día. Una pareja explosiva o puede que ella fuera su maestra.
Subía hacía mi cara con expresión enigmática, supongo, estaba segura de que no era lo que había pensado para nuestro primer encuentro. Para disipar sus dudas volví a besarlo, a buscar su lengua con la mía rastreando la mezcla de sabores, de lefa, de flujos y de saliva. Haciéndole saber que yo si lo hacia deseado y que no me arrepentía de nada.
No estaba dispuesta a dejarle hablar ni pensar. Quería que cuando se diera cuenta ya estuviera accediendo a todos mis caprichos. Viendo lo guapo y pervertido que era no estaba dispuesta a ser solo su hija, sino su amante, su amiga, su guarilla. Por fin había encontrado a mi padre y parecía que era más de lo que estaba buscando. Y ahora no pensaba permitir que volviera a desaparecer. Lo que es más por que no compartirlo con mi mami y ser de una vez por todas una familia completa.