Yo soy la jefa

Empecé a jugar con su polla gorda, deseaba chuparla, comérmela entera y eso hice. Al princio sólo jugaba con chupar con mi lengua su glande y subcionar mientras con una mano le iba pajeando el resto de la polla y con la otra le acariciaba los huevos.

La primera vez que vi a Carlos, ni tan siquiera sabía que ya llevaba trabajando en la empresa una semana, y eso que se supone que soy su jefa Es un chico alto, moreno, ojos marrones, delgado… en verdad podría pasar por cualquier chico de unos 30 y pocos años al que le gusta cuidarse un poco. Coincidimos en la cafetería, el había pedido un café sólo con hielo y yo un cortado, el camarero se había equivocado y aquella fue nuestra primera conversación. Breve y vanal.

A lo largo de los dos meses siguientes seguimos coincidiendo en la cafetería a las mismas, horas, al final nos acostumbramos y empezamos a desayunar juntos. Al principio tan sólo hablábamos del trabajo, de deportes o de las noticias del día según el periódico que solía coger por las mañanas temprano, antes de llegar al curro. Me parecía un chico agradable con el que compartir mi desayuno, y ya está. Sin embargo un día cambió todo.

El director de la empresa para la que trabajamos me llamó a su despacho y me explicó que tenía que ir a Madrid a cerrar un negocio con una empresa. Este era un negocio importante, que había costado varios meses negociar y llegar a un acuerdo. Me pidió que me llevase conmigo a Carlos para que fuese aprendiendo y se encargara un poco de hacer de secretario.

Dos días después, a las seis de la mañana más o menos, cogimos un tren Ave, hasta Madrid, teníamos una primera entrevista a las 10 de la mañana en la sede principal de la empresa con la que queríamos cerrar el negocio. El tema, aunque no avanzamos mucho, fue bastante bien, pues tan sólo se trataba de una primera toma de contacto. Nos quedó toda la tarde libre y Carlos y yo, decidimos dar una vuelta por el centro de Madrid.

Durante aquellas horas libres, Carlos me pareció un chico muy divertido y atento, después de la cena, nos volvimos al hotel y nos despedimos en la puerta de mi habitación. Cuando menos lo esperaba, se acercó a mi oído y me dio las gracias. En aquel momento, pude sentir su perfume, notar su aliento y noté cómo una ola de calor invadía todo mi cuerpo.

El día siguiente, lo pasamos de reunión en reunión, almuerzo de empresa… un rollo, vamos. Al caer la tarde, volvimos al hotel, teníamos un montón de trabajo por hacer y queríamos tenerlo todo listo para el día siguiente para cerrar el negocio ya que era viernes.

Pedimos que nos llevaran la cena a la habitación. Fueron horas muy intensas de trabajo…. sobre las dos de la mañana, decidí que nos tomásemos un pequeño descanso y me fui a darme una ducha. Salí con el pelo peinado pero aún mojado y con el batín que dejaba al descubierto un gran escote por el que intentaban escaparse mis senos. Cuando Carlos me vio, se quedó atónito imaginando mi cuerpo debajo del batín y yo pude notar como un gran bulto crecía en su entrepierna por debajo del pantalón. Me excitó tanto que pude notar cómo se mojaba mi propio sexo y se endurecían mis pezones. Debo reconocer que hice un gran esfuerzo para mantenerme en mi sitio y no dejar que el batin se deslizara por mi cuerpo hasta el suelo y dejara al descubierto mis deseos y mi cuerpo. Al fin y al cabo soy la jefa y debo comportarme como tal.

La hora siguiente que pasamos trabajando juntos, fue muy intensa ya que los dos estábamos muy excitados, cuando al fin terminamos él se marchó a su habitación y yo me tuve que masturbar pensando en él para poder relajarme y dormir. Deseaba que su miembro penetrase en mi interior y apagase con su leche aquel fuego que me quemaba y excitaba tanto.

Al día siguiente, después de no pocos esfuerzos conseguimos cerrar el trato con la empresa. Eran más de las 8 de la tarde, pero estábamos contentos. Para celebrarlo nos fuimos a cenar y a tomar unas copas. De vuelta al hotel, nos empezó a llover. No conseguimos coger ningún taxi, por lo que llegamos empapados. Fuimos a mi habitación a secarnos con unas toallas y a cambiarnos de ropa. No dejábamos de reir y hacer bromas el uno con el otro. La atracción era mútua y al poco tiempo las bromas tenían un alto contenido sexual, nos estábamos excitando.

De pronto, él me cojió por la cintura y antes de que me diese cuenta de qué ocurría me empezó a besar. Al principio solo fue un tímido beso en los labios, pero la intensidad fue creciendo y nuestras lenguas empezaron a pelear en nuestras bocas. Su miembro empezó a crecer salvaje dentro de su pantalón casi desde el principio, estaba tan pegado a mí que lo pude notar sin ningún problema, puesto que se estaba rozando con mis manos y mi sexo. Decidí liberar aquella bestia que estaba atrapada, en cuando abrí su pantalón salió disparada a mis manos era enorme, comencé a acariciarla mientras él liberaba mis pechos y subcionaba con ganas mis pezones.

Empecé a jugar con su polla gorda, deseaba chuparla, comérmela entera y eso hice. Al princio sólo jugaba con chupar con mi lengua su glande y subcionar mientras con una mano le iba pajeando el resto de la polla y con la otra le acariciaba los huevos. Mientras tanto él se entretenía en mi coñito. Yo lo llevaba recién depilado por lo que podía notar perfectamente los recorridos de su lengua y sus labios empeñados en beberse mis flujos. Intenté meter su polla entera en mi boca, pero era tan grande que me daban arcadas, así que le pedí que me la metiese en el coñito hasta el fondo. El obedeció como si se tratase de un ritual, nos colocamos uno enfrente del otro, me senté prácticamente encima suyo, él con su mano sujetaba la bestia mientras con la otra agarraba mi culo. Yo separé mis labios abriendo paso y moví todo mi cuerpo para dejar perfectamente alineado mi coñito con su polla. Después me fui bajando sobre ella, que se abría paso entre mis flujos. Me dolía un poco porque no estoy acostumbrada a una bestia así que me llene tanto que me haga creer que me va reventar dentro.

Comencé un movimiento suave hacia arriba y hacia abajo, mientras nos besábamos como locos, como su polla lo llenaba todo, empecé a correrme al poco tiempo. Lo cabalgaba hasta el fondo y con todas mis fuerzas, y al final me quedé como clavada a él mientras mi cuerpo se retorcía sólo de placer, fue uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Cuando terminé el me volteó sin sacármela, el quedó arriba mío y yo debajo. Abrio mis piernas aún más y las sujetó hacia atrás, hacia mi cabeza. Empezó a metérmela hasta el fondo con mucha fuerza y muy rápido. Fue una follada salvaje, su polla entraba y salía de mi coñito como si fuese un pistón perfectamente engrasado. Pensé que iba a morir de gusto con el segundo orgasmo, deseaba que me atravesase entera con aquella polla. Al poco tiempo sus embestidas se fueron haciendo más intensas, podía notar su polla palpitando dentro de mí y de pronto estalló toda su leche en mi interior y me envistió un par de veces más despacio pero hasta el fondo. Mis piernas me temblaban del gusto y él la dejó dentro de mí el tiempo suficiente como para que me corriese otra vez.

Nada más acabar, nos miramos, los dos sabíamos que aquella aventura no había hecho más que empezar, y aún nos quedaba todo un fin de semana por delante.