Yo soy la jefa 6
Mis tetas se bamboleaban al ritmo de las embestidas brutales de Carlos, sus huevos chocaban en la parte de mi clítoris y el culo me lo estaba follando ya con dos dedos. Me sentía puta y tenía ganas de gritar para que todo el mundo supiera que me estaban follando bien follada...
El sábado me despetó el timbre de la puerta, me levanté desconcertada y aún dormida, abrí la puerta sin hacerle demasiado caso pensando que era algún chico repartiendo publicidad y me volví a meter en la cama tratando de conciliar el sueño. Pero de momento estaban picando en la puerta y me tuve que volver a levantar. Abrí la puerta un poco molesta por despertarme de esa forma tan brusca, era un mensajero que me traía un paquete pequeño. Le despedí sin darle propina por haberme despertado, el remitente estaba ilegible, antes de abrirlo, hice memoria pensando en si había comprado algo o había solicitado algo en algún tiempo atrás pero no recordaba haberlo hecho.
Cuando abrí el paquete ví que era un smartphone con una tarjeta de prepago, por costumbre y la verdad sin haberlo pensado, le coloqué la tarjeta lo encendí y al poco tiempo recibí un sms, pidiéndome que descargara el whatsapp. Intrigada hice lo que me pedían y al poco tiempo recibí varios mensajes. Como suponía era Carlos, decía que le apetecía estar más tiempo conmigo, que charláramos de vez en cuando y me regalaba el teléfono si le prometía que sólo lo usaría con él. Me pareció bien y un detalle un poco raro pero a la vez muy bonito pues soy bastante fan de la tecnología, así que para agradecérleso, le invité a comer, al final decidimos ir a tomar unas tapas por el centro y dar una vuelta.
El tiempo a su lado se reduce a la mínima expresión, así que después de pasar un medio día estupendo, decidimos relajarnos un poco y nos fuimos a una tetería que él conocía. El ambiente de penunbra con el humo de las cachimbas y las alfombras y cojines en el suelo donde nos sentamos invitaba a que una vez más nos entregáramos al placer carnal y la verdad es que ya andábamos besándonos cuando tuve que parar el asunto.
-Oye Carlos, esto no está bien.
-¿El qué no está bien?
-Pues que parece que sólo nos vemos para hacerlo. No hay día en el que no hayamos terminado en la cama como dos locos.
-Si, bueno tengo que reconocer que me gusta hacerlo contigo.
-Ya y a mí también contigo, pero no sé, creo que deberíamos parar un poco porque no es que no me quede satisfecha, que me dejas, el problema es que nunca me parece suficiente.
-Si bueno, la verdad es que llebamos un ritmo algo frenético pero yo ya estoy empalmado y sólo hay una forma de arreglarlo.
-Joder, no tenemos arreglo yo también estoy fatal.
-Vale pues vamos a mi casa, nos relajamos y una vez relajados vamos a ponernos un tiempo vale?
-De acuerdo, ve pillando un taxi que yo pago.
En menos de media hora ya estábamos en su casa desnudos. Me tumbó en la cama boca arriba, el se quedó de pié, me abrió las piernas y me insertó la polla de un solo golpe, a mí se me escapó un grito pero era de placer, tenía el coño tan mojado que puedo decir que la polla resbaló dentro. Me bombeó un par de veces más con fuerza, sus huevos me golpeaban con fuerza y yo me estaba volviendo loca de placer. Cuando estaba a punto de correrme me la sacó y me dijo
-Aún no, si hoy es la despedida te voy a relajar para un tiempecito, pero quiero que me eches de menos, así que déjame hacer.
-Joder tío estaba apunto, le dije bastante molesta…
-Lo sé, lo sé… tranquila que lo tendrás, déjame hacer.
Dicho esto se dio media vuelta y de un cajón sacó aceite corporal. Yo estaba tumbada en mitad de la cama boca arriba, con las piernas y los brazos abiertos esperando que alguna polla se apiadase de mi coño y me diese lo que me acababa de negar. Estaba hipnotizada por el bamboleo de su polla, realmente era grande. Empezó un masaje por los hombros, hizo que me diese la vuelta boca abajo y continuó el masaje por los brazos la espalda, las piernas y por último los gluteos. Se había dejado el culo al final para recrearse en él. Me pasaba las manos dibujando con el aceite su forma redondeada, de vez en cuando algún dedo bajaba recorriendo los labios del coño y se paraba a la altura del clítoris y cáda vez que lo hacía me arrancaba un gemido de placer. Iba sin prisa, sin pausa, de pronto y golpe me metió un dedo en el culo. Metió sólo un poco pero lo suficiente para que yo me cerrase, contrajese cada musclo de mi cuerpo…
-Carlos, por ahí no…
-No, tranquila, no te lo voy a follar, es sólo un poquito para que te relajes. Te va a gustar.
Me dijo esto haciéndo círculos pequeños con el dedo, la verdad es que no me esperaba algo así, me estaba gustando pero a la vez no podía relajarme, así que con la otra mano empezó a pajearme el coño de manera que al final pudo meter el dedo casi entero. No sé qué estaba tocando, ni cómo lo hizo, pero al poco tiempo casi que deseaba que no fuese sólo un dedo lo que hubiese dentro, sino toda su polla, pero el único sitio donde la metió fue en el coño. Era la primera vez que me follaban por los dos agujeros y no estaba dispuesta a desaprovechar la ocasión. Aún cón la polla dentro conseguí ponerme en la posición de perrito. Casi nunca me dejo follar en esta posición porque no me gusta quedarme a merced del dueño ve la verga, pero hoy lo estaba disfrutando. Mis tetas se bamboleaban al ritmo de las embestidas brutales de Carlos, sus huevos chocaban en la parte de mi clítoris y el culo me lo estaba follando ya con dos dedos. Me sentía puta y tenía ganas de gritar para que todo el mundo supiera que me estaban follando bien follada y empecé a gritar cuando empecé a correrme, de modo que Carlos tuvo que taparme la boca con la otra mano para no montar un escándalo de verdad.
Me derrumbé hecha polvo en la cama, jadeando, notaba el culo abierto y el coño bastante dolorido, Carlos se tumbó boca arriba a mi lado sudando. Aún tenía la polla como un mástil, no me lo podía creer, así que para ponerle remedio me puse encima y empecé a cabalgarle.
Deseaba hacerlo con más fuerza, pero no podía, así que le intenté compensar apretando con todas mis fuerzas los musclos del piso pélvico para que su polla quedara como atrapada dentro, el efecto es como una ventosa y se podía oir el chapoteo de su polla y mi coño. Le fui cabalgando cáda vez más y más fuerte dejando caer todo mi peso. Me la estaba metiendo entera hasta los huevos y cuando ascendía por ella, procuraba que quedara emvuelta entre los labios de mi coño ayudándome con una mano. Al poco tiempo el me cogió del culo para marcar el ritmo, primero empezó a follarme muy rápido y en un momento me clavó la polla al fondo, se estaba corriendo, me la volvió a clavar con todas sus fuerzas un par de veces mientras su leche se derramaba por todos lados.
Después de la salvaje sesión, descansamos un rato en la cama, nos duchamos y mientras cenábamos decidimos que ibamos a intentar no follar en un tiempo, a ser podible, aproximado a un mes.