Yo soy la jefa 12

Restregué mi coño por el suyo, las dos estábamos chorreando y gimiendo de placer. Yo era la primera vez que me follaba un coño y me estaba encantando.

Pasó una hora y media hasta que alguien llamó a la puerta, efectivamente era Carlos buscando su teléfono. Yo ya había pensado en todo lo ocurrido, no podía decirle nada porque para empezar se había follado a Lucía antes de estar conmigo y además la que seguro que se la “había follado” en estos días había sido yo. Una parte de mi cabeza me hacía sentir mal, utilizada, traicionada, una parte por ellos y otra por mí misma. La otra parte de mi cabeza me decía que solo habia estado disfrutando de la vida, que no le había hecho mal a nadie y que al fin y al cabo nadie me había coaccionado ni chantageado para hacerlo.

Le abrí la puerta con una sonrisa nerviosa, no era una sonrisa falsa pero yo estaba temblando. Le entregué el teléfono y le despaché prometiéndole que le llamaría si me volvía a encontrar mal.

Cuando el lunes llegué al curro todo el mundo me preguntaba si estaba mejor, recordé que Carlos me dijo que alguien había llamado para decir que había estado enferma  en los días de ausencia. Nada más entrar en mi despacho me llevé un susto al encontrar a Lucía sentada en mi escritorio leyendo uno de los informes que puluaban por mi mesa. Alzó la vista al verme y me sonrió.

-Buenos días querida, ¿cómo estas?.

-Mejor gracias.

-Espero que no te importara que llamase en tu nombre para decir que estabas enferma, ¿Qué tal tu menstruación?.

-No gracias, ha sido un detalle por su parte. Bien gracias.

-Bien, bien me alegro. Será mejor entonces que me marche y te deje trabajar. ¿hay algo que pueda hacer por ti?, esta silla no parece muy cómoda, ¿quieres que te pida una nueva?.

-No, no todo está perfecto, no se preocupe.

Lucía se levantó mirándome sonriente, yo no sabía bien cómo comportarme. Me acerqué a la mesa sin saber siquiera de la naturaleza de los sentimientos y emociones que me invadían, ¿temerosa, valiente, relajada, asustada, cachonda?... Me cogió una mano, la volteó y depositó en ella su tarjeta personal.

-Espero que me llames y vengas a verme una tarde de esta semana a tomar café.

-Por supuesto.

Guardé la tarjeta en el bolsillo y me puse a trabajar, tenía mucho atrasado. Pasé unos días normales, trabajando y a veces desayunando con Carlos. Él estaba muy intrigado en saber lo que había pasado en esos días en que desaparecí, pero yo sólo le contestaba que en casa durmiendo.

El jueves por la tarde cuando salí del trabajo para ir a casa me dí cuenta de que alguien había roto un cristal de mi coche, me acerqué corriendo y ví que lo habían destrozado entero por dentro para intentar robarme el gps integrado. Llamé al seguro y a la policía que me dijo que tendría que poner una denuncia en comisaría. Esperé a que llegara la grua para que se lo llevaran los del seguro ya que habían estropeado también el sistema de arranque.

Cuando llegué a la comisaría estaba lleno de gente, estuve haciendo cola con resignación durante una hora y media. En ese momento un policía me llamó por mi nombre y me pidió que le siguiera. Me llamó la atención que me llamara por mi nombre y me hiciera seguirle, a todos los que habían sido atendidos antes que yo, les llamaban “siguiente” y encima tenían que averiguar el policía que les había llamado.

Me llevó por un pasillo, subimos unas escaleras y me condujo a una sala de espera con un par de sofás de cuero, una mesita baja y una lámpara horrorosa, me dijo que esperara un momento a la vez que me preguntaba si deseaba café o tomar alguna cosa. Al cabo de unos minutos de espera en que el policía me acompañó con una buena conversación me llevé una sorpresa de las gordas.

El poli que me acompañaba se cuadró ante la persona que avanzaba en nuestra dirección por el pasillo. Conforme yo lo veía llegar menos me lo podía creer, era Carlos. Le devolvió el saludo al poli y le pidió que se marchara. Yo estaba tan paralizada que tuvo que cogerme de una mano y tirar de mí para que entrase con él en su despacho.

-¿De qué va todo esto Carlos?. Pregunté con la voz quebrada.

-Bien, sé que te debo una explicación. Nunca te tendrías porqué haber enterado de esta manera, pero a veces las cosas no salen bien del todo. Estás aquí porque te necesitamos, yo te necesito.

-Pero es que no entiendo nada, ¿Se puede saber qué significa todo esto?, ¿qué haces aquí?, ¿quién coño eres?

-Soy Carlos, el Carlos que conoces solo que no soy ingeniero informático, pertenezco al Cuerpo Nacional de Policía y soy el responsable de una investigación que estamos llevando a cabo para tratar de esclarecer unos hechos de los que estamos muy preocupados. Lamento haberte engañado en ese aspecto, pero te juro que todo lo demás es cierto, que todo cuanto te he dicho y hecho ha sido sincero y honesto.

-Pero de qué demo….

-No hay tiempo para discusiones, lo haremos después y acataré tu decisión y lo que me digas al respecto. Me importas mucho, eres una mujer fascinante y lucharé por ti todo lo que haga falta, pero pero si estamos aquí no es por mí. Hay gente cuyas vidas dependen de que nos ayudes, ¿estás dispuesta?

-Es que no entiendo de qué me estás hablando, ni tan siquiera sé si estoy despierta o soñando.

-El otro día cuando desapareciste, sabemos que estuviste con Lucía Ramírez y que te narcotizó. Sabemos que fuiste con ella a su casa y pasaste unas horas, posteriormente sabemos que su chofer, Francisco Roldán te llevó a casa y mientras tú dormías él aprovechó para buscar algo que no encontró. Yo sé que están buscando el pendrive con los datos del desfalco del dinero y el video del director. Esta tarde te han reventado el coche, pero no están buscando ni el gps ni el equipo de audio, buscan desesperadamente el pendrive. Esa información es la clave de todo y la única prueba incriminatoria que en verdad poseemos. La auditoría de la otra semana, no fue casualidad, en verdad estaban buscando esa información y por eso estuvieron rastreando en tu ordenador. No sabemos quién exáctamente la envió a tu ordenador, pero estamos casi seguro de que se debe todo a una casualidad, el autor o autora del mismo te lo envió a ti como podría haber sido cualquiera, pensamos que tan sólo trataba de esconderlo de forma precipitada y te tocó.

Pero de todos modos no te preocupes, conseguí borrar cualquier rastro de todo esto el día en que me dejaste el ordenador, así que tienen la sospecha de que has sido tú y por eso te están acosando. No van a parar hasta encontrar lo que buscan y después se desharán de ti, de quien sea que te lo haya enviado y de todos aquellos que están relaccionados.

-¿Y tanto lío por un desfalco?.

-No sólo es un desfalco, ese dinero se destina al tráfico de drogas, de armas, de personas… este es un asunto muy turbio que engloba a muchos sectores, varios paises trabajamos conjuntamente y el trabajo de mi equipo es saber cómo y quién consigue robar ese dinero y para quién lo hace. Puede que no consigamos nada pero si consigo amedrentar a uno de esos cabrones y meterlos en la cárcel me conformo, puede que nunca llegue a salvar el mundo, pero si puedo conseguir una vida mejor para alguien, evitar que le hagan daño a alguna de esas chicas y chicos, también en España, que desaparecen de sus casas, las que son secuestradas, engañadas, sobornadas, ultrajadas. Si puedo conseguir que un chico se aleje de las drogas porque he conseguido que no llegue hasta sus manos, me daré por satisfecho.

-Vale, vale. ¿pero qué tengo yo que ver en todo esto y qué crees tú que puedo yo hacer que ni tú ni los tuyos, ni tanta policía, ni tanta gente como dices que tienes, podéis hacer?.

-Tienes que quedar con Lucía otra vez, ganarte su confianza plena y luego ya te diré. Llámala y dile que quieres verla cuanto antes

Saqué mi teléfono con ganas de lanzárselo a la cabeza, pero pensé que ya tendría tiempo de pelearme con él, busqué la tarjeta y la llamé, un tono, dos tonos…

-Hola buenas noches, Dña Lucía Ramírez?

-Hola Ana, esperaba que me llamases.

-Hola, ah! pues gracias, oye sólo te llamaba para ver si te apetece tomar ese café. Sé que es un poco tarde, pero el otro día no me despedí bien del todo y deseaba verle para pedirle disculpas.

-Mummm, no tiene importancia. De todos modos no me apetece cenar sóla me encantaría que me acompañases.

-Estupendo, el problema es que un ratero me ha robado el gps del coche y al arrancarlo del salpicadero ha estropeado algo y el coche no me arranca, se lo ha llevado la grúa del seguro.

-Oh Dios mio! ¿estas bien querida?.

-Si no pasa, nada, está a todo riesgo, lo único es el fastidio de estar sin coche.

-Vale, por eso no te preocupes, te enviaré a Frank y mañana mandaré que te envíen uno de los coches de la empresa para que lo utilices hasta que arreglen el tuyo.

-Muchas gracias, eres muy amable. ¿Cuánto tardará Frank en llegar a casa?.

-En media hora lo tienes en la puerta, vale?

-Vale perfecto, le estaré esperando.

Colgué el teléfono temblando y miré a Carlos que me miraba entre orgulloso y preocupado.

-¿Y ahora que hago?

-Nada tú sólo intenta ser condescendiente y amable. A ver si es posible que entres en su círculo íntimo. De todo lo demás me encargaré yo.

-¿Y si me pasa algo?. ¿Me vuelve a drogar?

-Bueno ya hemos pensado en eso, pero estamos seguros de que no te va a hacer daño. Para empezar, creemos que Lucía no tiene mucho que ver en el asunto y sea como sea eres valiosa para ellos así que no te harán daño hasta que sepan si tienes lo que buscan. Con respecto al narcótico, si es el del otro día, no podemos hacer mucho, pero tenemos esta ampolla que hará que no te haga tanto efecto como el otro día, intenta evitar el alcohol.

-Vale está bien, será mejor que me marche entonces.

-No no te preocupes te llevamos nosotros.

En media hora exáctamente, Frank, llamaba al timbre. Tan sólo me había dado tiempo a darme una ducha rápida. Esta vez en vez de sentarme atrás prefirí ir de copiloto y darle conversación al chofer a ver si me decía algo. Pero tan sólo conseguí que me hablase de lo poco que estaba lloviendo.

Lucía me esperaba de pie a la entrada de la casa, vestía un kimono rojo abotonado hasta el cuello. Me condujo al salón y una señora nos sirvió la cena. No hicimos referencia a lo del otro día y hablamos vanalmente de cuatro cosas. A pesar de todo el vino corría por mi garganta, saqué la ampolla para tomarla diciéndo que era para el dolor de cabeza, pero en el último momento no me la tomé y la volví a guardar.

Poco a poco fui notando cómo de nuevo sus narcóticos me empezaban a hacer efecto, se me nublaba la vista, la cabeza dejaba de funcionar, se me erizaban los pezones y se me encharcaba el coño. Esperaba una señal suya que no tardó en llegar. Me llevó a su cuarto, era el mismo en el que se había follado a Carlos y aquello me puso aún más cachonda. Hizo que me tumbase en la cama y empezó a sobarme las tetas, me quitó la blusa, luego el sujetador, empezó a lamerlas, me subcionaba los pezones y me mordía despacito incrementando mi exitación. Entonces le día la vuelta y la tumbé yo a ella sobre la cama. Le fuí desabrochando el kimono mientas le acariciaba las tetas a través de la tela. No llebaba sujetador y directamente se las mamé como cuando me como una polla. Ella empezo a jadear del gusto y terminamos de quitarnos la ropa. Tenía el coño perfectamente depilado, recordé el pollón de Carlos abriendose paso en su interior y me la empecé a follar con dos dedos. Cambié de posición y levanté sus piernas intercalando las mías dejando mi coño justo encima del suyo. Restregué mi coño por el suyo, las dos estábamos chorreando y gimiendo de placer. Yo era la primera vez que me follaba un coño y me estaba encantando. Cada vez le daba con más fuerza, lo apretaba más al mío, le metí los dedos y me la empezé a follar otra vez, ella introdujo los suyo en el mío y la dejé que marcara el ritmo, a cada gesto que ella hacía yo la imitaba. Estaba todo el rato a punto de correrme, pero no lo alcanzaba eternizando el momento previo volviendome absolutalemte loca. De pronto paró y me pidió que sacara algo de un cajón. Era una polla doble de látex. Se insertó la mitad en el coño y yo me metí la otra mitad, tenía vibrador y era tan fuerte que me golpeaba todo el coño por dentro, empezamos a follar duro, yo la golpeaba fuerte haciendo que mi clitoris chocara con el suyo, la polla dentro de las dos con el vibrador, empezé a correrme de gusto estampando literalmente mi coño en el suyo. La polla seguía funcionando dentro, y yo continué el sube y baja follándomela hasta que se empezó a mover convulsamente y se corrió llenandolo todo de ese líquido transparente y caliente que impactó diréctamente sobre mi coño y corrió por nuestras piernas empapando sábanas, edredón y todo lo que pilló por delante.

Saqué mi coño de aquella polla de plástico que seguia vibrando, pero me acordé del video de Carlos y en vez de sacarsela a ella decidí cogerla con la mano y empezar de nuevo a follar aquel coño chorreante. Ella intentó sacárlo pero hice fuerza y se la seguí metiendo y sacando, con la otra mano le empecé a masajear el clítoris y de momento se dejó llevar, me la estaba follando a mi merced. En un momento deseé meterme toda aquella polla en el coño para reventarmelo del gusto, pero me contuve, tenía un objetivo y estaba dispuesta a conseguirlo. Me costó un poco de trabajo, pero al final conseguí que se volviese a correr aunque esta vez a penas si salió líquido de su coño.

Antes de que me dijese nada, me metí en el baño, me lavé, me vestí y salí decidida a marcharme a casa.

-¿Volveras?, me preguntó aún echada sobre la cama y con la polla en las manos.

-Si

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