Yo soy la jefa 11
Él estaba de espaldas, de pie y delante de ella, por lo que podía verla pero sin saber quien era. Ella tumbada en el filo de la cama, con las piernas complétamente abiertas y supongo que exponiendo su coño abierto para recibir su polla.
Cuando desperté noté como un mazazo me golpeaba la nuca y volví a quedar dormida tendida sobre la cama. Al cabo de no sé cuánto tiempo volví a despertar, a penas si podía abrir los ojos, le molestaba la luz y un zumbido intenso me bloqueaba los oidos. Traté de coger fuerzas y levantarme pero a penas si pude levantar un palmo la cabeza. Volví a caer rendida.
Pasaron horas, no lo sé. Al fin pude despertarme, estaba en la cama con la misma ropa con la que llegué, miré el reloj eran las siete de la tarde, respiré aliviada. Me sentía fatal, sucia, mareada y lo peor de todo es que no recordaba nada de lo ocurrido, decidí darme un baño relajante. Al salir me enfundé el albornoz y busqué mi teléfono. Estaban los dos apagados y sin batería. Encendí el portatil que tuve también que enchufarlo porque estaba sin una pizca de batería, me extrañó la coincidencia y cuando abrí el email y ví que tenía mas de 100 correos sin leer por poco no me da un infarto. Quitando los que me mandan de orma automática de las suscripciones propias, unos 15 eran de la oficina y unos 20 de Carlos. Abrí el último de Carlos estaba desesperado intentando localizarme, cualquiera diria que en mi ausencia hubiesen bombardeado la empresa. Le llamé con el teléfono que me había regalado dejando el teléfono conectado al enchufe, lo que literalmente, me ataba a la pared como si estuviese encadenada.
No había terminado el primer tono cuando descolgó. Le temblaba la voz.
-Ana, Ana, ¿estás bien?, ¿dónde estás?, ¿Qué ha pasado?, llevo dos días intentando localizarte!!
-¿Cómo que dos días?, sólo han pasado unas horas. Estuve almorzando con Lucía y luego…. Y luego no me acuerdo, pero son las ocho, he pasado la tarde durmiendo, creo que el vino me sentó mal.
-¿Pero que dices loca?, ¿acaso no sabes en el día en que vives?
-Hoy es miércoles, no? Dije titubeando, parecía que alquien se había colado en mi cabeza y lo golpeaba con saña desde dentro con un martillo neumático. Carlos suspiró al otro lado del teléfono.
-Está bien, voy a tu casa, no te muevas, no le abras la puerta a nadie hasta que yo llegue, hazme caso por favor.
-Joder tio pareces mi padre, ¿se puede saber qué mosca te ha picado?
-No te preocupes ahora te cuento, vale?
-Está bien, no tardes.
Cuando colgué el teléfono, me fijé en la fecha que marcaba, sábado. El corazón me dio un vuelco y caí rendida al suelo sin saber si llorar, reir o que hacer. Pensé que el teléfono estaba roto, busqué el otro, miré el ordenador, encendí la tele… sábado. Para cuando llegó Carlos yo me deshacía en un mar de lágrimas, no me sentía especialmente mal, pero me dio por llorar. Cuando le abrí la puerta, me avergoncé de mí misma, de mi aspecto, de haber perdido la memoria de todo de mí misma en aquel momento. Él quiso abrazarme pero le rechacé con un agrio gesto que a mí misma me supo mal.
Me dijo que en la oficina estaban como locos por mi ausencia: -alguien había avisado de que estabas enferma, es lo que me dijeron varias veces cuando pregunté por ti. Te llamé por teléfono, te he escrito emails y hasta he venido varias veces a tu casa y he llamado al timbre. Puede que el jefe se crea que estés enferma, pero yo te conozco y además entiendo la diferencia entre estar enferma y desaparecer tres días.
-No entiendo nada, musité, no recuerdo nada de nada, para mí sólo han pasado unas horas.
-Está bien, no te preocupes ya irá saliendo lo importante es que estás bien. ¿Has cenado, has comido algo?
-No nada
-Vale voy a salir un momento y a traer algo para cenar, ¿pizza, hamburguesa…?
-Abajo hay un chino, creo que una sopa, algo caliente me vendrá mejor. Me duele la cabeza y tengo el estómago algo revuelto. Creo que tendo una resaca del quince.
-Si, buena idea, me dijo, se puso en pié y me besó en la frente antes de salir por la puerta.
La cabeza me seguía dando tumbos cuando volvió. Cenamos en silencio y a pesar de todo le tuve que pedir que se marchara, no quería que me viese así. Algo que aún no tenía muy claro me hacía sentir como una fracasada y necesitaba soledad para averiguarlo y arreglarlo en todo lo posible. Creo que me entendió perectamente pues se marchó sin preguntar. Al rato de marcharse me di cuenta de que se había dejado el movil. ¿Cómo se avisa a alguien de que tienes su movil?... tendría que esperar a que se diese cuenta él mismo y volviese a por él.
Juro que no era mi intención, que fue más bien fruto de una casualidad y de un impulso no premeditado pero terminé revisando sus archivos. Encontré un vídeo o mejor dicho “el vídeo” el maldito vídeo por el que habría matado de rabia…
La escena no estaba encuadrada, pero se podía ver perfectamente cómo besaba a alguien, ambos estaban aún vestidos. Carlos estaba arriba y poco a poco fue desnudando a la mujer y se quitaba su camiseta primero y los vaqueros después, no me podía creer que se follase a otra mientras me follaba a mí misma, me sentía ciega de rabia y aunque una parte de mí me decía que verlo sería peor y que además no tenía derecho ni a enfadarme ni a verlo ya que sólo follábamos, no éramos pareja ni nada, la mayoría de mis células ansiaban verlo por averiguar quién era ella, por morbo, por tal vez tener una excusa para alejarle para siempre de mí.
Él estaba de espaldas, de pie y delante de ella, por lo que podía verla pero sin saber quien era. Ella tumbada en el filo de la cama, con las piernas complétamente abiertas y supongo que exponiendo su coño abierto para recibir su polla. Carlos le levantó las piernas y apoyo los tobillos en sus hombros, inmediatamente después se agarraba la polla con una mano y la fue introduciendo en aquel coño que brillaba por los flujos. Podía ver cómo sus huevos chocaban entre las nalgas de la mujer. Se la follaba con saña y aún así ella gritaba pidiéndole más polla. Él se inclinó sobre ella dejando ver en primer plano cómo su polla entraba sin esfuerzo en aquel coño perfectamente depilado. Ella metió entonces un dedo en su propio culo y se lo empezó a follar al ritmo que marcaba Carlos. Al cabo de los minutos lo tenía bien dilatado y entre jadeos y gritos le pidió a Carlos que le insertara el segundo agujero. Carlos lo intentó, pero sólo pudo meterle unos dos centrímetros, aún no estaba lo suficientemente dilatado. Paró unos segundos en los que ella untó con lubricante toda la polla y todo su culo. Carlos lo volvió a intentar y poco a poco el lubricante empezó a hacer su efecto, pudiendo ir hundiendo su pollón en aquel agujero estrecho, consiguió metérsela hasta el fondo. Se movía despacio y sólo le sacaba unos centrímetros de aquel agujero que ahora se veía perfectamente dilatado.
Yo empecé a excitarme y para cuando quise darme cuenta, me estaba pajeando al ritmo en que Carlos se follaba aquel enorme culo. De alguna forma extraña, me estaba excitando ver a mi polla preferida deleitarse con otros agujeros que no eran los míos. Realmente era una polla grande, imponente, tal vez un poco corta, pero lo compensaba su grosor y las venas que la recorrían y que yo estaba segura de que era parte del secreto por el que me gustaba tanto.
Poco a poco aquella polla iba perdiendo el miedo y entraba y salía del culo con más fuerza y rapidez, al final se la sacaba del todo dejando ver un culo perfectamente abierto, y se la metía hasta los huevos de un solo golpe dejandose caer con toda su fuerza y cada vez que lo hacia la mujer gritaba de placer: más cabrón, más, más!!
A los pocos minutos ella rodeó bruscamente sus piernas sobre la cadera de Carlos y empezó a moverse compulsivamente, levantaba su culo aprisionando la polla, se arqueaba salvajemente y al tiempo explotó en un regero de líquidos y un grito enorme que evidenciaba que se estaba corriendo.
En ese momento me hirvió la sangre, es cuando me vino todo a la cabeza y recordé que yo misma había hecho explotar aquella bomba de coño, que había chupado y lamido sus tetas y que había recorrido cada rincón de aquella piel. Que mis manos habían hecho lo mismo que la la polla de Carlos. Retrocedí hasta la parte en que le insertaba el coño, aquella era la historia de dos coños y una polla. Estaba muy excitada me pajeaba con fuerza, cerré los ojos para concentrarme y no paré de frotar ya con las dos manos, mi clítoris y todo mi coño hasta que yo misma exploté en un orgasmo maldiciendo a Carlos y añorando su polla, envidiando el coño de Lucía que la disfrutaba tragándosela como si fuese un simple lápiz.
Me fui otra vez a la parte del video en que Lucía se corría, una vez satisfecha prácticamente echó a Carlos que recogió su ropa y el movil para irse a la ducha todavía empalmado, supongo que tendría que acabar a mano. En ese momento fue cuando pude constatar que efectivamente era ella. Cerré el video, comprobé que la fecha correspondía justo a unos días antes de que estuviésemos en Madrid y borré la memoria caché del teléfono para que Carlos no pudiera saber que había visto el vídeo. Tarde o temprano volvería a por él y mientras tanto yo misma me fui también a la ducha para intentar relajarme, aclarar mis ideas y pensar que iba a hacer entonces.