Yo soy la compañera...

Les contaré las maratónicas fantasías sexuales que tengo con un compañero de trabajo con al que probablemente nunca le diré mis secretos...

Pues para empezar, mi nombre ficticio será Valentina: tengo 24 años y casi uno trabajando en una empresa donde estoy en un pequeño departamento de publicidad. Realmente disfruto mucho mi trabajo y mi relación con compañeros y compañeras siempre ha sido excelente, pero desde hace unos meses para acá se ha presentado una extraña situación, la cual nunca hubiese esperado viniendo de mi; ya que soy la novia ideal de mi pareja, siempre fiel y complaciente, pero mi cerebro está en otro cuerpo, en otro hombre, un compañero de trabajo con el cual tengo una afinidad intelectual que me eriza la piel y ahora es el objeto crucial de mis más ricas fantasías sexuales... siendo sincera, probablemente nunca pueda cumplirlas porque tengo un novio sumamente celoso que en caso de enterarse, sabrá Dios que es capaz de hacer (y este chico también tiene su novia y por lo que veo, parece serle muy fiel).

El hecho es que como ya saben, tengo mi pareja estable desde hace casi 4 años, y les puedo decir que estoy muy enamorada, y que esto a veces no ha sido bueno, porque le he perdonado cantidad de infidelidades, lo que hace ver mi fantasía como una pequeña y secreta venganza que podría hacer en su contra.

Mi compañero laboral no es la gran cosa, es un chico más bien bajo, unos pocos centímetros más alto que yo y ni flaco ni gordo, de contextura media, blanco y con cabello negro, ojos oscuros, barba y tatuajes. Siempre conversamos de muchas cosas y me he dado cuenta que tonteamos y coqueteamos de una manera muy sutil, sin tratar de llegar a nada, casualmente, nuestros temas de conversación suelen reducirse a lo sexual, pero de una manera jocosa, entre risas yo creo que el se excita igual que yo... hace unos días llegamos al punto de la edad, y con ello vienen los problemas de erección en los hombres y bueno, me comentó que hacía un tiempo, con una chica que estuvo tomó el consejo de un familiar y decidió tomarse un preparado que hacían supuestamente para que la relación sexual durara más tiempo, y me dijo que estuvo follando durante más de una hora sin parar; yo sólo me reía, pero la sangre iba a mil kilómetros por hora hacía mi clítoris, me mojé y me quedé con la idea durante todo el día...

A continuación les escribiré algo que tengo preparado hace poco tiempo y que pienso enviárselo de manera anónima para ver cómo reacciona.

"Hola, espero que estés bien, y sé que esto te tomará por sorpresa porque se bien que piensas que eres un chico normal, como cualquier otro, que las mujeres no se fijan en tí y que nunca en la vida pensarás que alguien puede fantasear contigo, pero ¡Sorpresa! yo si lo hago, casi todas las noches sueño contigo y no precisamente lo hago con situaciones normales o del día a día, quiero que sepas que sólo puedo pensarte de manera carnal, que mi deseo sexual hacia ti va más allá de cualquier deseo que pude haber tenido antes, teniendo en cuenta que he estado enamorada y que soy muy sentimental, pero contigo no, contigo lo que quiero es sexo puro y duro, que me hagas tuya aunque sea una vez, que me beses de manera apasionada y que hagas de mi cuerpo un instrumento para hacer realidad tus más bajos instintos.

Anoche soñé que tuvimos un encuentro planeado en el baño de la oficina, en el baño de hombres, donde es más seguro a mi parecer, tocaron varias veces la puerta y tu sólo exclamabas: está ocupado… al principio me decías que esto no estaba bien, que no querías traicionar a tu novia pero que tu también venías desde hace tiempo con este deseo, y yo te decía –tranquilo, nadie tiene porque enterarse, quiero que me lo hagas aunque sea una sola vez, ya no puedo más con esto-, me tomaste fuerte por la cintura y me besaste rico y con muchísima pasión, yo sólo pensaba en lo duro que se iba poniendo tu miembro, en cómo te verías desnudo, si te gustaría mi cuerpo sin ropa, pensaba en la forma de tu glande, liso y humedecido… nos fuimos desnudando, todo esto rápido porque estábamos en hora de oficina y no podíamos dejar pasar demasiado tiempo para no levantar sospechas…

Al fin pude ver tu pene, no demasiado grande, pero si bastante grueso y con una erección de calidad, me puse de rodillas para verlo bien, pues me confieso una amante de los miembros, me encanta mimarlos y verlos bien de cerca, y así fue, lo agarré con delicadeza y a la vez con fuerza en todo el tronco, luego lo alcé un poco y me dediqué a acariciar tus testículos, con ese vello a medio crecer que tanto me excita; luego fijé de nuevo mi atención en la cabeza de tu pene, vi esa gotita transparente que tanto esperé de ti, la lamí suavemente y con el mismo movimiento, sin cerrar la boca, metí todo tu miembro en ella… te excitaste tanto que comenzaste a moverte de adelante hacía atrás, como cogiendo con mi boca, tomaste mi cabeza y la empujaste para que me lo pudiera tragar todo; ese reflejo de las nauseas me encanta, es lo perverso y bello del sexo,  nada da asco. Luego de pocos minutos de sexo oral, yo aún en ropa interior, me puse de pie y me senté en el inodoro para que me observaras, allí fuerte y a la vez indefensa ante ti, te dije –ya el daño está hecho, ven a lo vamos, cógeme, métemelo bien rico- , bajaste mi tanga y te fijaste en mi tieso clítoris, casi rojo, ardiente y muy mojado esperaba por ti, más abajo, mi agujerito deseándote más y más, segregando los más ricos fluidos, me lamiste fuerte la vagina de abajo hacia arriba y me mordisqueaste muy suavecito el clítoris, que ya a estaba a punto de estallar… quitaste violentamente mi sujetador y salieron rebotando sutilmente mis senos, pequeños pero redonditos, bien paraditos y puestos en su lugar, me dijiste que te encantaban mis pezones, los  chupaste con bastante fuerza mientras yo apretaba tu pene de arriba abajo, estaba aún más duro y palpitante, me colocaste de espaldas, y me comenzaste a penetrar estando yo arrodillada en el  retrete, con vista hacia la pared, tu miembro casi no entraba, te dije que no tenía muchas relaciones entre semana y que por eso mi vagina se cerraba un poco, al final de la frase me tomaste por la cadera y me cogiste de una buena vez, por fin, el momento tan deseado, estabas dentro de mí, bombeando de una manera salvaje tu sexo dentro del mío, eso era lo que quería, que me follaras duro, sentir tus bolas golpear mi vagina, que vieras mi cabello largo y negro caer como una cascada por mi espalda, que me observaras tal y como yo quería. Cada vez lo hacías más duro, ya sentía que me lastimabas, pero eso me gustaba, me excitaba tanto verte por fin ese tatuaje que tienes en la zona púbica, al mismo tiempo que me cogías me tocabas el culo, intentabas meterme el dedo, me encantaba ese dolorcito que me producía… al momento me volteé y pude apreciarte bien nuevamente, procedí a sentarte rápidamente en el inodoro y me coloqué sobre ti, esta vez estábamos cara a cara, acaricié tu barba tupida y tu cabeza rapada y te di el beso más intenso que he dado nunca mientras con mi otra mano introducía nuevamente tu pene dentro de mí, me moví de adelante hacia atrás durante unos 3 minutos, recuerdo llevar el tiempo con exactitud para no abusar del tiempo que llevábamos en el baño, ese sustico porque nos descubrieran me llevaba a follar con más ímpetu, de pronto sentí que ya venía el clímax, mientras apretabas mis pezones me dejé llevar y en un grito silenciado por tu cálida mano acabé, tuve un orgasmo delicioso, ese orgasmo prohibido, el que nunca pensé que se daría así, encima de ti; entre el cansancio y el agite del momento nos pusimos de pie, me recostaste contra la pared y me volviste a penetrar, esta vez, aún con más impulso entraste en mi vagina, todavía palpitando luego de esa excitante y reciente convulsión sexual de mi parte, sentí tu pecho contra mi espalda y mi deseó resurgió así de rápido, tus movimientos coordinados con los míos generaban eso que tanto esperaba, ese tesoro líquido, amargo y blanquecino que estaba dentro de ti ya estaba cerca del punto de ebullición, lo sentí porque te empezabas a mover con más precisión, ya tratando de dar en el blanco, procedí a tomar tus testículos y los apreté un poco, me fije que empezaste a bajar la velocidad y por las contracciones que aprecié teniendo mi mano cerca de tu pene supe que ya estabas eyaculando, sentí como mi vagina se ponía tibia desde adentro y una gota resbaló desde mi entre pierna casi hasta el tobillo, había llegado el final de nuestro breve y húmedo encuentro, me volteé nuevamente hacia tu rostro y te comenté –ves, estuvo rico, así como lo pensé, tiras divino, espero que te haya gustado mucho- asentiste con la cabeza y me diste un último beso, bien romántico dentro de todo el asunto, recuerdo que te vestiste rápido y yo apenas me colocaba la tanguita, quería seguir mirándote, pero te dije que salieras tu primero y que me avisaras para yo salir también, que te fijaras de que no hubiera nadie viendo hacia el pasillo, y así fue, ya listos salimos, entre sudorosos y nerviosos, regresamos a nuestros puestos, nuestros compañeros sospecharon algo -¿qué pasó? ¿dónde estaban? -Bajamos a la panadería un momento, pero no había café, dijiste. Yo, en mi silla, sentía como el semen seguía dentro de mi y se salía poco a poco, mojándome de nuevo, dirigí mi mirada hacia ti y de manera pícara me dijiste –ahora bajamos otra vez a ver si ya hay café.

Ahí me desperté, y por la sensación que tenía sabía que el orgasmo que sentí fue totalmente real, mi panty estaba mojada y mi cuerpo cansado, como si no hubiera dormido nada.

No se si me habrá traicionado el subconsciente y sea esto pura fantasía, lo que sé es que no he podido sacarte de mi mente y tengo la duda de si algún día podré estar realmente contigo de esta manera, esa mañana me tuve que masturbar dos veces para poder aliviar ese deseo que tanto me atormentaba, pero es algo temporal al rato vuelve…

Hoy domingo, no puedo esperar a que sea lunes para verte de nuevo en la oficina, allí en tu puesto escuchando música, y yo destrozándome la mente sin saber si de verdad te gusto, si piensas en cómo será mi vagina o mis tetas, de cómo se verá mi cuerpo moreno desnudo, probablemente, en la mañana luego de olerte, saludarte y conversar contigo sobre lo que hicimos el fin de semana, iré al baño de damas a masturbarme un poco para poder concentrarme y trabajar sin pensar en cómo serás en la cama.”

Bueno, he ahí una carta que nunca enviaré… espero que les haya gustado la narración de mi sueño húmedo. Vamos a ver si algún día me animo a hacer el amor con mi compañero, espero que algún día pueda relatarles algo que de verdad haya sucedido con él.